8 de octubre 2001 - 00:00

El país, en "amenaza 3" por temor a atentados

El gobierno ordenó ayer reforzar la vigilancia sobre eventuales objetivos terroristas en la Argentina. Como consecuencia de los bombardeos de los EE.UU. y Gran Bretaña en Afganistán, Fernando de la Rúa dispuso aumentar el dispositivo de seguridad en centrales nucleares y eléctricas, grandes represas, líneas de transmisión de alta tensión, gasoductos, oleoductos, edificios públicos y privados, escuelas e instituciones ligadas a comunidades extranjeras. El estado es de "amenaza tres" (sobre un máximo de cuatro). Asimismo, se trasladó el cerrojo a los controles aduaneros y migratorios en todos los pasos de frontera. Las medidas excepcionales fueron tomadas después del mediodía, cuando el secretario de Estado, Colin Powell, anunció por teléfono el comienzo de los ataques al régimen talibán. El Presidente ya había suspendido por la mañana un viaje a la denominada Triple Frontera, con la excusa de que había problemas climáticos. Se presume que la cancelación obedecía a que el oficialismo contaba con indicios de la inminente represalia de la OTAN contra Kabul.

De la Rúa con jefes de la Policía Federal, Prefectura y Gendarmería
De la Rúa con jefes de la Policía Federal, Prefectura y Gendarmería
El gobierno dictó anoche el estado de «amenaza tres» (sobre un máximo de cuatro) y reforzó el alerta máxima sobre eventuales blancos en la Argentina de agresiones a raíz del estado de guerra contra el terrorismo que rebrotó ayer con los ataques de los EE.UU. y Gran Bretaña contra Afganistán. Además Fernando de la Rúa manifestó anoche la solidaridad del país con los EE.UU. en ese conflicto porque, afirmó en Olivos, «hemos tomado una posición en contra del terrorismo internacional porque somos un país amante de la paz y la justicia».

El gobierno calificó de «legítimas» las acciones de guerra que se emprendieron ayer sobre Afganistán, entendiendo la Argentina -según un documento que se conoció anoche-que se cumplen resoluciones de la ONU a las que el país ha adherido y buscan prevenir nuevo atentados. Por cierto que la Argentina adhiere a la hipótesis de que los atacados son «blancos militares en Afganistán identificados por su vinculación con los autores de los atentados del 11 de setiembre».

Las iniciativas prevén mayor vigilancia sobre centrales nucleares, centrales eléctricas, grandes represas, líneas de trasmisión eléctrica de alta tensión, gasoductos y oleoductos, edificios públicos y privados, escuelas e instituciones ligadas a comunidades. También el refuerzo a los controles aduaneros y migratorios en todos los pasos de frontera. Por eso anoche al Aeropuerto de Ezeiza sólo podían ingresar, por razones de máxima seguridad, empleados y pasajeros con ticket para los vuelos previstos para esa hora.

Las medidas excepcionales fueron dictadas por Fernando de la Rúa después de mediodía, cuando el secretario de Estado Colin Powell comunicó por teléfono de manera formal el comienzo de los ataques. Por la mañana, sin embargo, ya el Presidente había suspendido un viaje a la llamada Triple Frontera junto a funcionarios y mandos de las fuerzas de seguridad, argumentando problemas climáticos: algunos entendieron que el gobierno ya tenía desde la tarde del sábado algún adelanto de que podrían producirse los ataques. Aquí un filme de cómo el gobierno fue redondeando su actitud ante los renovados ataques de ayer:

* Al suspenderse el viaje, De la Rúa regresó a Olivos junto a Ramón Mestre, Enrique Mathov y el secretario Lautaro García Batallán. Era la media mañana y Mestre junto a Mathov se digirieron al edificio del Correo adonde vigilaron un simulacro del sistema electoral que se aplicará el 14 de octubre.

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A esa hora Adalberto Rodríguez Giavarini ya estaba en su despacho de la cancillería ar mando la estrategia del gobierno para la cumbre de hoy en Brasil, donde se reunirán De la Rúa con Fernando Henrique Cardoso. El jefe de gabinete del ministerio lo interrumpió con un cable secreto de la secretaría de Estado poniendo en conocimiento de la Argentina que George Bush Jr. había firmado un decreto («executive order») ordenando el ataque. Primera reacción, encender el televisor y sintonizar la CNN. Segundo, convocar al llamado «gabinete de crisis». Tercero, hablar a OIivos.

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En la residencia presidencial, De la Rúa se disponía a almorzar con su familia y el sacerdote Pedro Alonso, responsable de la capilla de esa repartición estatal. Lo interceptó el edecán de turno con una llamada de Washington y Colin Powell habló, con un intérprete de su lado de la línea, con el Presidente. Le leyó la «executive order» y le dio una serie de explicaciones que el Presidente compartió con sus funcionarios, primero que nadie con Juan Pablo Baylac. El vocero contemplaba la mañana en uno de los jardines cuando lo despertó el edecán con la noticia: «Ojo que el presi está hablando con Powell». Mientras escuchaba al canciller de Bush Jr. De la Rúa ya estaba viendo las noticias por la CNN.

*Powell
le explicó que los ataques eran a instalaciones militares y campamentos de entrenamiento. Además que buscaban evitar víctimas civiles, pero cómo las habría todas las ayudas humanitarias que llegarán se aplicarán a ayudar a esas víctimas. El mismo tenor tuvieron conversaciones similares de Powell a lo largo de todo el mundo. Lo supo De la Rúa cuando más tarde habló por teléfono con el chileno Ricardo Lagos.

Solidaridad

«Sepan usted y el presidente Bush que los acompañamos y apoyamos en las decisiones que ha tomado», responde De la Rúa (citado por Baylac). De la Rúa insistió en ofrecer tropas de paz y recordó la oferta de un hospital móvil para enviar a Afganistán, que son las dos ayudas que la Argentina había ofrecido hace ya diez días a los EE.UU.

* De inmediato De la Rúa citó para después del almuerzo a un grupo de funcionarios para debatir la situación entre quienes estuvieron, además de García Batallán, el segundo de la SIDE, Darío Ri charte, los ministros Mestre, Horacio Jaunarena y Patricia Bullrich y el secretario Mathov. Entre reuniones y visitas el Presidente y el canciller fueron pergeñando el documento de seis puntos que se conoció por la noche y el discurso que pasadas las 21 grabó para un puñado de movileros de la TV cable. Esa posición es de apoyo a los EE.UU., la oferta de ayuda humanitaria a la alianza antiterror y la necesidad de no generar pánico en la población con el anuncio de medidas de excepción. Las que se tomaron ayer son sin embargo las más rigurosas que se hayan emprendido en la Argentina con anteriores atentados.

*
El Presidente tuvo tiempo también para el culto a la amistad y a sus aficiones: recibió a Hernán Lombardi, secretario de Turismo, halagó a la hora del copetín a Graciela Fernández Meijide (que ya es una habitué en las tardes de domingo), pispeó el segundo tiempo del partido Argentina-Paraguay (2-2). Por la noche, después de atender a los movileros, se derramó sobre su mejor sillón y, con fruición, se entregó a la trasmisión de la final Argentina-España en el mundial de hockey que se jugó en San Juan.

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