El país, en "amenaza 3" por temor a atentados
El gobierno ordenó ayer reforzar la vigilancia sobre eventuales objetivos terroristas en la Argentina. Como consecuencia de los bombardeos de los EE.UU. y Gran Bretaña en Afganistán, Fernando de la Rúa dispuso aumentar el dispositivo de seguridad en centrales nucleares y eléctricas, grandes represas, líneas de transmisión de alta tensión, gasoductos, oleoductos, edificios públicos y privados, escuelas e instituciones ligadas a comunidades extranjeras. El estado es de "amenaza tres" (sobre un máximo de cuatro). Asimismo, se trasladó el cerrojo a los controles aduaneros y migratorios en todos los pasos de frontera. Las medidas excepcionales fueron tomadas después del mediodía, cuando el secretario de Estado, Colin Powell, anunció por teléfono el comienzo de los ataques al régimen talibán. El Presidente ya había suspendido por la mañana un viaje a la denominada Triple Frontera, con la excusa de que había problemas climáticos. Se presume que la cancelación obedecía a que el oficialismo contaba con indicios de la inminente represalia de la OTAN contra Kabul.
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De la Rúa con jefes de la Policía Federal, Prefectura y Gendarmería
* Al suspenderse el viaje, De la Rúa regresó a Olivos junto a Ramón Mestre, Enrique Mathov y el secretario Lautaro García Batallán. Era la media mañana y Mestre junto a Mathov se digirieron al edificio del Correo adonde vigilaron un simulacro del sistema electoral que se aplicará el 14 de octubre.
* A esa hora Adalberto Rodríguez Giavarini ya estaba en su despacho de la cancillería ar mando la estrategia del gobierno para la cumbre de hoy en Brasil, donde se reunirán De la Rúa con Fernando Henrique Cardoso. El jefe de gabinete del ministerio lo interrumpió con un cable secreto de la secretaría de Estado poniendo en conocimiento de la Argentina que George Bush Jr. había firmado un decreto («executive order») ordenando el ataque. Primera reacción, encender el televisor y sintonizar la CNN. Segundo, convocar al llamado «gabinete de crisis». Tercero, hablar a OIivos.
* En la residencia presidencial, De la Rúa se disponía a almorzar con su familia y el sacerdote Pedro Alonso, responsable de la capilla de esa repartición estatal. Lo interceptó el edecán de turno con una llamada de Washington y Colin Powell habló, con un intérprete de su lado de la línea, con el Presidente. Le leyó la «executive order» y le dio una serie de explicaciones que el Presidente compartió con sus funcionarios, primero que nadie con Juan Pablo Baylac. El vocero contemplaba la mañana en uno de los jardines cuando lo despertó el edecán con la noticia: «Ojo que el presi está hablando con Powell». Mientras escuchaba al canciller de Bush Jr. De la Rúa ya estaba viendo las noticias por la CNN.
*Powell le explicó que los ataques eran a instalaciones militares y campamentos de entrenamiento. Además que buscaban evitar víctimas civiles, pero cómo las habría todas las ayudas humanitarias que llegarán se aplicarán a ayudar a esas víctimas. El mismo tenor tuvieron conversaciones similares de Powell a lo largo de todo el mundo. Lo supo De la Rúa cuando más tarde habló por teléfono con el chileno Ricardo Lagos.
Solidaridad
* De inmediato De la Rúa citó para después del almuerzo a un grupo de funcionarios para debatir la situación entre quienes estuvieron, además de García Batallán, el segundo de la SIDE, Darío Ri charte, los ministros Mestre, Horacio Jaunarena y Patricia Bullrich y el secretario Mathov. Entre reuniones y visitas el Presidente y el canciller fueron pergeñando el documento de seis puntos que se conoció por la noche y el discurso que pasadas las 21 grabó para un puñado de movileros de la TV cable. Esa posición es de apoyo a los EE.UU., la oferta de ayuda humanitaria a la alianza antiterror y la necesidad de no generar pánico en la población con el anuncio de medidas de excepción. Las que se tomaron ayer son sin embargo las más rigurosas que se hayan emprendido en la Argentina con anteriores atentados.
* El Presidente tuvo tiempo también para el culto a la amistad y a sus aficiones: recibió a Hernán Lombardi, secretario de Turismo, halagó a la hora del copetín a Graciela Fernández Meijide (que ya es una habitué en las tardes de domingo), pispeó el segundo tiempo del partido Argentina-Paraguay (2-2). Por la noche, después de atender a los movileros, se derramó sobre su mejor sillón y, con fruición, se entregó a la trasmisión de la final Argentina-España en el mundial de hockey que se jugó en San Juan.
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