Entre amnistías, Kirchner gesta "Club de los Retirados"
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Como los hermanos de Ameghino, días atrás pasaron por la Casa Rosada -y se llevaron su cheque- Marcelo Carignani, jefe comunal de San Nicolás -alineado con José María Díaz Bancalari- y, en marzo, Julián Domínguez, ex jefe de la campaña «Queremos a Chiche».
En esos casos, Bancalari y Aníbal F. actuaron de « abrepuertas» pero no pueden, todavía, garantizar que sus amigos amnistiados serán en el futuro excluidos por Kirchner del «Club de los Retirados», racimo de dirigentes que el gobierno supone en debacle.
Se trata de lo siguiente: Kirchner, según quienes participaron de las negociaciones con el duhaldismo residual que se «kirchnerizó», acordó con un puñado de dirigentes que los amnistiaba, pero a condición de que se corran, sin sangre, del ring político.
Los casos emblemáticos son, con particularidades, Carlos Ruckauf y Alfredo Atanasof: ninguno, salvo un terremoto, volverán a ser candidatos en 2007 ni a ocupar, mientras mande Kirchner, cargos relevantes. No serán perseguidos; ni tampoco perseguidores.
La lista se amplía con intendentes:-Oscar Zilocchi, de San Miguel, y Jesús Cariglino, de Malvinas Argentinas, figuran entre los alcaldes que habrían acordado con el gobierno una «salida ordenada» de sus intendencias. En octubre, ambos apoyaron la lista de Chiche Duhalde.
Zilocchi fue, hasta hace meses, aliado incondicional de Aldo Rico, vínculo que se remonta más allá de las rebeliones carapintadas. Tiene, además, convocatorias pendientes en la Justicia: lo mismo ocurre con Cariglino, a quien Hugo Curto no puede o no quiere hacer entrar en la Casa Rosada.
En el «Club de los Retirados» figuran, además, Baldomero Cacho Alvarez de Avellaneda y Jorge Rossi de Lomas de Zamora. También, en octubre, se alinearon con Duhalde contra Kirchner y éste los absolvió en febrero. Alvarez es, además, número tres del PJ bonaerense.
El intendente de Avellaneda anticipó, en privado, que no buscará su reelección mientras Rossi negoció que el kirchnerismo no desate una tempestad sobre su gestión a cambio de, en 2007, dejar la intendencia silbando bajo y con las manos en los bolsillos.
Esa es, en rigor, la pauta que se repite: la Casa Rosada apacigua a los inquietos kirchneristas en los municipios. Cuando eso no ocurre, hay problemas, como hubo ayer en Malvinas Argentinas. Estertores, quizá, de la resistencia a un retiro a plazo fijo.
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