20 de junio 2007 - 00:00

Fantasía de Internet casi desata conflicto

Una mirada creativa de unas imágenes de Internet creyó veruna base misilística enfilada hacia Chile en la provincia deSanta Cruz. Se activó el teléfono rojo pero fue una ilusiónóptica, eran sólo camiones de una empresa petrolera.
Una mirada creativa de unas imágenes de Internet creyó ver una base misilística enfilada hacia Chile en la provincia de Santa Cruz. Se activó el teléfono rojo pero fue una ilusión óptica, eran sólo camiones de una empresa petrolera.
Nilda Garré escuchaba -vía telefónica- las palabras de su par trasandino José Goñi y no podía relacionarlas con nada que se acercara a la realidad. ¿Era posible que alguien o un sector de las Fuerzas Armadas fuera responsable de la presunta plataforma de misiles que, emplazada en suelo patagónico, apuntaba a territorio chileno? Por un instante, sólo unos segundos, el Ministerio de Defensa de Chile creyó ver el fantasma del misil Cóndor II, aquel malogrado proyecto de vector estratégico que impulsó la administración de Raúl Alfonsín, en las fotos que circularon por la Web.

  • Veredicto

  • El disparate sucedió a principios de junio tras la publicación de una serie de imágenes extraídas del sistema Google Earth. En foros de divulgación militar tanto de Perú como de Chile la especie creció hasta interesar a los más altos estamentos del poder castrense. Luego, gabinetes de fotointerpretación de inteligencia chilena dieron su veredicto: los misiles amenazantes no eran más que siluetas de camiones perforadores y estaciones de bombeo de hidrocarburos en la provincia de Santa Cruz. La emergencia tuvo un pico de credibilidad. Del lado argentino la información preocupó. El clima electoral y la ubicación geográfica de los presuntos misiles: unos 50 kilómetros al sur de Río Gallegos, agregaron nervio a las decisiones. Claro, es la ciudad de los Kirchner. Hubo contactos telefónicos al más alto nivel de las fuerzas armadas para dar con el propietario de esas coheteras.

    Entre el asombro y el recelo por si se tratase de alguna picardía -es un dato conocido que luego de las asonadas carapintadas hubo apoderamiento de algunos cohetes portátiles- los interlocutores militares negaron la existencia del material. Curioso que con tanto control civil sobre las actividades e inventarios de los uniformados, no hubo repartición del Ministerio que probara la falsedad de la información.

  • Desconfianza

    Garré -como queda probado- desconfía de sus propias fuerzas y en ese trance les adjudica la capacidad de disimular la existencia de armamento sensible. En efecto, no bastó a la ministra que el gobierno de Chile haya desmentido la versión en un comunicado oficial: «La zona retratada corresponde a una faena de exploración de hidrocarburos, y claramente no presenta las características propias de cualquier estación militar, la imagen presentada como evidencia se asemeja ostensiblemente a la silueta de los camiones perforadores, que para observadores no entrenados pudiera confundirse con algún tipo de plataforma de lanzamiento de misiles».

    Con la cobertura de un viajea la Mesopotamia, envió al director nacional de Inteligencia Estratégica Militar, Carlos Aníbal Aguilar, un ex «data entry» del equipo de Marcelo Sain, a la Patagonia. Cámara en mano tomó instantáneas cual si fuese un agente de campo, de ésos que cubren su actividad con el rol de turistas. No podía fallar, el sitio Perudefensa.com -fuente de los datos- dio las siguientes coordenadas del presunto emplazamiento misilístico: 51º58'03.40" de latitud Sur y 69º11'57.59" de longitud Oeste. La única voz pública que pidió en Chile aclaraciones sobre el supuesto misil fue el senador por la Unión Demócrata Independiente (UDI), Jorge Arancibia Reyes, almirante retirado, ex comandante en jefe de la armada trasandina.
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