Néstor Kirchner no convoca al consejo nacional del Partido Justicialista en la sede de la calle Matheu desde el 5 de junio. La ebullición de candidatos presidenciables para el PJ poskirchnerista se asoma ya como un fenómeno difícil de detener, más con el ex presidente recluido en la quinta de Olivos y el peronismo dividido en torno al futuro de la agonizante Concertación Plural.
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Estos 106 días de ausencia pública de Kirchner como jefe del PJ derivaron en la proliferación de candidatos autopostulados para la presidencia en 2011, desde gobernadores hasta diputados y funcionarios del gabinete nacional. Todos se ilusionan con que el poskirchnerismo traiga más peronismo, pero hasta ahora ninguno recibió la bendición formal del matrimonio Kirchner y todos difieren en cuanto a la estrategia a seguir para posicionarse en el mapa político nacional.
El 5 de junio por la noche, Kirchner convocó por última vez al consejo nacional del PJ para respaldar el gobierno de su esposa, Cristina de Kirchner, en el éxtasis de la revuelta agropecuaria. Eran tiempos en los que el ex presidente tenía un protagonismo aún mayor que el de la Presidente, convocaba a contramarchas, se fotografiaba con Luis D'Elía, emitía ultimátums a los diputados y senadores peronistas para que votaran a favor de las retenciones móviles y denunciaba maniobras desestabilizadoras de la dirigencia rural. Pero el voto negativo de unos 15 diputados del PJ y de otros tantos senadores propios, sumado al desempate del vicepresidente, Julio Cobos, obligó a Kirchner a recluirse en Olivos y dedicarse a planear viajes a Ecuador y Venezuela para presidir la UNASUR. La sede del PJ en la calle Matheu quedó vacía y ante la falta de directivas partidarias, gobernadores como el chubutense Mario Das Neves, el sanjuanino José Luis Gioja y el salteño Juan Manuel Urtubey comenzaron a asomar como candidatos peronistas para comandar el poskirchnerismo en 2011.
Das Neves, al igual que el formoseño Gildo Insfrán, el santacruceño Daniel Peralta y el mendocino Celso Jaque, se puso al frente del reclamo de intendentes peronistas de todo el país contra la Concertación Plural con la UCR. El gobernador de Chubut ya anunció que no acompañará a los Kirchner en una nueva candidatura presidencial en 2011 y simula una guerra de baja intensidad contra el matrimonio que comenzó con su pedido de renuncia al ex jefe de Gabinete Alberto Fernández. En ese pelotón se inscribe también el rionegrino Miguel Pichetto, jefe del bloque de senadores peronistas, que en pleno recinto reprochó a la Casa Rosada el apoyo a la reelección del radical Miguel Saiz como gobernador de su provincia.
El caso de Urtubey es la contracara de este armado que propicia un regreso al núcleo duro del peronismo, dejando atrás el Frente para la Victoria que llevó a Kirchner al poder en 2003 y que en 2007, gracias al apoyo de gobernadores radicales como Saiz, el correntino Arturo Colombi y el santiagueño Gerardo Zamora, facilitó el triunfo de Cristina de Kirchner sin necesidad de ir a ballottage. «El PJ debe profundizar la Concertación Plural, no sólo como herramienta electoral, sino como mecanismo de búsqueda de consensos para poder gobernar», explicó Urtubey a este diario horas antes de recibir el sábado en su provincia al presidente paraguayo, Fernando Lugo, en su primera visita de Estado al país.
El gobernador de Salta armó fórmula con el Partido Renovador de Andrés Zottos y obtuvo el respaldo de parte del radicalismo y del Partido de la Victoria, entre otras agrupaciones.
Frentismo
«Siempre el PJ trabajó, electoralmente y en gestión, en una política frentista y a mi juicio hay que profundizar eso. El peronismo debe ser la columna de esas organizaciones y se traduce en la búsqueda de consensos para poder gobernar. Nuestra tradición siempre fue así y nos fue bien. Cuando el peronismo no vio eso en la historia no le fue bien», advierte Urtubey en la residencia Las Costas, en las afueras de Salta.
El gobernador norteño, apoyado por Daniel Filmus, arma en silencio su proyección como líder nacional y reivindica la relación con la UCR «más allá de ciertos actores», en tácita referencia a Cobos. Cuenta en la Casa Rosada con aliados como el jefe de Gabinete, Sergio Massa, y Juan Manuel Abal Medina. Y además evita cualquier crítica directa a funcionarios del gobierno como Guillermo Moreno, aunque cree que en el INDEC debe buscarse un método de medición que también refleje el aumento de costos que los consumidores padecen en sus bolsillos. Además, evita confrontar abiertamente con Estados Unidos: «Toda participación que atempere pasiones está bien, pero me parece que debemos poder plantear que hay temas que compartimos, con propuestas que apoyamos y otras que no, pero no me gusta llevar casos particulares o puntuales como lógicas de relación bilateral».
Junto a Urtubey, en el batallón concertador se encuadran gobernadores como el bonaerense Daniel Scioli; el pendulante Jorge Capitanich, de Chaco, y el misionero Maurice Closs, además de los movimientos sociales como Barrios de Pie y Libres del Sur, que apuntan a reflotar la política de concertación del gobierno a pesar del voto no positivo de Cobos en el Senado.
Entre los diputados también Felipe Solá admitió su intención de postularse para presidente. El ex gobernador de Buenos Aires es de lo que defienden una versión poskirchnerista de la Concertación Plural y no disimula su afinidad con el radicalismo de Cobos y la dirigencia rural. El caso opuesto es el santafesino Jorge Obeid, quien impulsa un resurgimiento del PJ en su versión más ortodoxa y les escapa a alianzas con otros partidos. Sus cortocircuitos con la Casa Rosada por la crisis del campo derivaron ayer en la renuncia de uno de sus delfines, Walter Agosto, a la presidencia de la Comisión de Presupuesto y Hacienda.
A ese variopinto kirchnerista se suman también dentro del PJ opositor, el cordobés José Manuel de la Sota y Alberto Rodríguez Saá. El cordobés ya comenzó su campaña presidencial e intenta aglutinar al duhaldismo y a barones disidentes como Jorge Busti, quien pivotea con el silente Carlos Reutemann.
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