4 de marzo 2002 - 00:00

Las "perlas" del proyecto, en una sesión trasnoche

El presupuesto nacional que llega esta semana al Senado se convirtió en la madrugada del viernes en un mapa de intereses, pujas, filtraciones y hasta avivadas de diputados que, en el fragor de la hora, consiguieron filtrar artículos especiales. La ley es también el registro de algunas derrotas del Ejecutivo, empeñado en vano en introducir algunas restricciones al gasto en áreas intocables, como las de las promociones fiscales de provincias o el gasto de las universidades. Otra peculiaridad de ese presupuesto: en algunos artículos, se vuelve draconiano por sus sanciones a quienes gasten de más, una novedad impuesta por la crisis fuerte fiscal. El que sigue es un repaso de estas «perlas»:

•Jorge Capitanich -o quien lo suceda, como le gustaba decir a Carlos Ruckauf con los ministros de Economía de Fernando de la Rúa-será el árbitro de mil batallas planteadas en torno al gasto, como sucede siempre con el jefe de Gabinete. Sin embargo, en esta oportunidad, Jorge Remes Lenicov y, sobre todo, Oscar Lamberto sacaron tajada de las modificaciones que puedan aparecer en las partidas presupuestarias: de cada crédito presupuestario que se disponga por cambio en las imputaciones del gasto, 35% debe ir para el Tesoro nacional. Es decir, Economía se asocia con cada lobbysta interno que reclame más recursos para su área (la más conocida, obviamente, Chiche de Duhalde, insaciable con los recursos sociales).

•La pesificación, que será discutida, aunque más no sea, retóricamente en el Senado, quedó resuelta sin riesgo en Diputados: el Ejecutivo debe enviar una ley «ad hoc» para reglamentar lo que se dispuso en el Decreto 214, cuestionado judicial y políticamente.

•Ruckauf consiguió zafar del «corralito» desde el Ministerio de Relaciones Exteriores: el presupuesto dispuso que desde el Palacio San Martín se puedan girar al exterior hasta 60 millones de dólares para pagar sueldos y mantener representaciones del exterior. La prerrogativa da una idea clara de la improvisación con que se pensaron las restricciones existentes en materia de giro de divisas al extranjero.

•Lamberto entró en guerra con los radicales y perdió. Quiso, desde Hacienda, que las universidades tuvieran que hacer auditar sus gastos y proyectos con las comisiones de presupuesto y de educación del Congreso. Desde la UCR, que defiende en feudo universitario como otrora el PJ preservaba el sindical, lo recusaron con la excusa de la autonomía de las casas de estudio.

• Los gremialistas consiguieron garantizarse en el presupuesto el aumento en la financiación de sus cajas, volviendo al nivel de 1994, cuando se dispuso la reducción de aportes patronales. Además, se le asignó una suma adicional al PAMI para el pago de deudas financieras y con prestadores. Remes se resignó a este avance, pero ganó una guerra en otro campo, el del gabinete: Ginés González García no insistirá con la idea de que un decreto aumente los ingresos de las obras sociales, lo que resultaba redundante e incomprensible.

•Los cupos fiscales para las provincias que gozan de promociones impositivas salvaron la vida a último momento. María del Carmen Alarcón (PJ-Santa Fe) y Cristina Zuccardi (Frepaso-Mendoza) montaron un operativo comando, avalado por Lamberto -santafesino como Alarcón-para derogar ese beneficio. Se les interpuso José Luis Gioja, sanjuanino, quien, a pesar de ser senador, se convirtió en el custodio de ese beneficio, como lobbysta, en la Cámara baja.

•Un papelón imperdible cometió Ariel Basteiro, sindicalista del sector aeroportuario, cuando advirtió que las partidas destinadas a las Fuerzas Armadas y de seguridad eran más abultadas este año. «El gobierno se prepara para la represión», denunció, inflamado. Lo frenó en su arrebato el salteño José Urtubey, al hacerle notar que los recursos adicionales que se proveían eran para pagos en cumplimiento de sentencias judiciales. «Los abuelitos que recibirán la plata no están para reprimir», se mofó Urtubey en la madrugada.

•Cuando la sesión había avanzado lo suficiente, llegó «la hora de los papelitos». Se trata del momento en que, ya relajada la disciplina en el recinto, los diputados comienzan a extraer papelitos de sus bolsillos con pedidos sobre partidas especiales. Adrián Menem se acordó de un fondo especial para familias rurales con problemas sociales, también de los dineros destinados a pagar vacunas contra la aftosa; un norteño incluyó el pago de una deuda del Fondo del Tabaco, pendiente desde 2001; también se agregó un artículo para beneficiar a quienes cultivan bosques. «¿De dónde van a salir los recursos?», preguntaba la diputada Graciela «Hormiguita» Ocaña (Frepaso), en cada caso. Los peronistas se enardecieron y comenzaron a «insultarla»: «Hormiga ortodoxa, parecés del Fondo». Ella no hizo caso y siguió exigiendo rigor fiscal. Un imprevisto.

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