Otra Argentina en los Estados Unidos
Ayer no peroró como suele hacerlo. Al fin y al cabo, lejos del país suelen predominar modos menos filosos. Lo que no cambió es el recurso a enmascarar la realidad. Según dijo ayer Néstor Kirchner en Nueva York, en la Argentina no hay controles de precios; éstos, simplemente, "se monitorean" (algo así como afirmar que Guillermo Moreno no existe). Y, si hay subsidios, no apuntan a un populismo espurio, sino a promover inversiones, bajando los costos de las empresas. Se autoelogió también al hablar de los "superávits gemelos" (comercial y fiscal), una "realidad" cada vez más pretérita y cuestionable, dado el desorbitado gasto y el maquillaje de las cuentas públicas. Sorprendió con ésas y otras definiciones el Presidente en la Clinton Global Initiative, donde se prestó a preguntas exigentes que suele ignorar en casa. Junto a él estaba el mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo; el presidente dominicano, Leonel Fernández, y otras personalidades. Entre la audiencia de mil comensales, hubo empresarios, ex gobernantes como Tony Blair y hasta cantantes como Shakira.
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Seguramente Kirchner tendrá su capítulo en futuras ediciones de ese texto que es ya un clásico de la politología actual.
Zakaria hizo la pregunta sobre control de precios, subsidios y también por «las restricciones a las exportaciones de carne» en la Argentina. Kirchner lo negó en estos términos: «Nosotros no tenemos políticas de controles de precios, bajo ningún aspecto, hacemos seguimientos de precios; sí tenemos políticas, por supuesto, de apoyo a la inversión, fundamentalmente en el marco de las infraestructuras de transporte, que también por el proceso privatizador que vivimos absolutamente injusto, que se llevó adelante en los años 90, hoy nos obliga al Estado a tener una tarea promocional, no de subsidios, estamos promoviendo la recuperaciónde la Argentina».
Kirchner también jugueteó con el mote de heterodoxo con que algunos críticos lo designan: «La propia economía de los Estados Unidos, hoy, desde la ortodoxia tiene un déficit absoluto muy grande, nosotros que supuestamente somos heterodoxos tenemos entre 3 y 4 puntos de superávit fiscal primario, acompañado de superávit comercial, tenemos un superávit gemelo, que genera básicamente un sistema absolutamente sano, con una emisión monetaria absolutamente controlada y con una política de inversión muy fuerte, que está permitiendo que la Argentina crezca a niveles desconocidos.»
En su primera apelación a Kirchner también ironizó Zakaria al decir que el mandatario argentino estaba por dejar el poder y que su esposa tenía las mayores posibilidades de sucederlo si gana las próximas elecciones. «Va a ser miembro de un club pequeño de los presidentes que dejan que sus esposas también sean presidentas», dijo. Cuanto tuvo oportunidad de responderle, Kirchner recordó el diálogo del miércoles a solas junto a Cristina con Bill Clinton: «Cristina le preguntó al presidente Clinton, ayer, cómo iba a acompañar a su señora y él le respondió: 'Haciendo lo que ella diga'».
«¿Y usted cómo la va a acompañar?»: «No, yo no, yo no pienso igual que él. El está muy verticalizado», remate que despertó las risas del auditorio.
Escucharon este torneo cerca de mil comensales que colmaron el Ball Room del Sheraton Hotel, en donde estaban ex presidentes como Tony Blair, artistas como Shakira (acompañada por Antonio de la Rúa) quien recibió un diploma junto a otros emprendedores que han colaborado con la Fundación Clinton y algunos argentinos que participan de la Iniciativa Clinton con proyectos, como Eduardo Eurnekian, Carlos Bulgheroni, el informático Martín Varsavsky y el productor de cine Jorge Estrada Mora. El Presidente asistió acompañado por Alberto Fernández, los legisladores que integran la comitiva (José Pampuro, Alberto Balestrini, Miguel Picheto, José María Díaz Bancalari), los ministros Jorge Taiana y Daniel Filmus y el cónsul Héctor Timerman. No lo acompañó Cristina de Kirchner, aunque había un En las intervenciones que tuvo en el debate, más bien un reportaje en público sin repreguntas, Kirchner criticó la convertibilidad, elogió el nivel de las reservas que tiene hoy el país, la baja del desempleo y los índices de crecimiento que, dijo, seguirán altos si su esposa Cristina gana las elecciones. El moderador había preguntado a toda la mesa cómo podían sostener esas marcas de crecimiento que muestran varios países del continente con un régimen democrático. Kirchner respondió que antes que ser ortodoxo «hay que ser realista». Con ese argumento justificó el pago por adelantado de la deuda al FMI.
De toda la mesa los brindis más amables hacia la Argentina vinieron de Carlos Slim, quien destacó ese pedido de «realismo» de Kirchner, festejó cómo la telefonía móvil (negocio principal del mexicano en nuestro país) tiene una cobertura de 90%, más alta que en los Estados Unidos, y también el superávit fiscal.
Toda la mesa se expresó en inglés, salvo Kirchner a quien le tradujeron sus palabras, lo cual redujo bastante su participación, que completó con las críticas a los Estados Unidos. Dijo: «Lo cierto es que en estos últimos años -por lo menos lo digo desde lo que visualizo de la situación en la Argentina-creo que la crisis de 2001-2002 si hubiera habido otra respuesta en el gobierno americano, en la Argentina no se hubiera agudizado las contradicciones como lamentablemente ocurrió,había que ver lo que veníadespués, pero quiero ser absolutamente sincero». Y siguió: «Creo que se han olvidado un poco de la región y a mí me preguntan por qué tengo una relación con él, porque yo soy amigo del presidente Chávez, se ha portado muy bien con la Argentina, pero lo dije a Tom Shannon que los que financian la Revolución Bolivariana no somos nosotros, sino es Estados Unidos que le compra 40 mil millones de dólares por año de intercambio comercial. Así que muchas veces estos temas hay que charlarlos con absoluta claridad y absoluta sinceridad».
La única referencia a la Argentina que hizo el presidente del BID no fue un saludo. Cuando explicó la necesidad que tenían los países desarrollados de mirar hacia América latina, dio como ejemplo el desarrollo del biocombustible en la región, liderado por el Brasil. «Pero las barreras siguen impidiendo el desarrollo. Si un productor argentino quiere vender el trigo, para hacer biocombustible, a los Estados Unidos, tendrá que pagar retenciones cuando saque el producto del país y además pagar un arancel para entrar a ese país. ¿Dónde está el negocio?», se preguntó, sin que nadie -y menos Kirchner-le respondiera.
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