19 de diciembre 2006 - 00:00

Por proteger a Filmus, el gobierno "compró" crisis

En persona, Rubén Hallú pactó los términos para que la Casa Rosada abandone -siquiera por un rato- su pasividad en la crisis de la UBA. Negoció lo «macro» con Alberto Fernández y, metódico, discutió con Aníbal Fernández el operativo que cercó el Congreso.

Séptimo candidato a rector -Atilio Alterini inició un ciclo que se devoró a seis pretendientes: el último fue Aníbal Franco-, Hallú contó con un beneficio impensable para la UBA: ser, o al menos decirse, peronista y sobreactuar sintonías con el kirchnerismo.

Electo entre pedradas y caos, encerrado en el Congreso, Hallú desembarcó ayer en la jefatura de una universidad en crisis, que estuvo paralizada durante ocho meses por el imperio de varias fuerzas centrífugas y abre un capítulo inédito en la UBA. A saber:

  • Es cierto que a mediados de julio, con la crisis en pleno furor, Néstor Kirchner intimó a Alberto Fernández a que el conflicto no podía estirarse hasta 2007, que era un año electoral. Se intentó, primero, con Franco, pero el hombre de veterinaria que alguna vez integró el grupo Calafate se encerró en sí mismo y sembró un veto que, en noviembre, le estalló en la cara. Aquel tiempo de descuento que dictó el Presidente se reforzó con otra urgencia: con Daniel Scioli anotado en la provincia, en Capital el kirchnerismo dejaba como «su» candidato al ministro de Educación, Daniel Filmus. ¿Podía Filmus hacerles promesas a los porteños mientras la Universidad de Buenos Aires estaba paralizada?

  • Hubiese sido una banquete para la oposición, no sólo la anti-K sino también los filo-K, como Jorge Telerman. Por eso, Filmus -es decir, Alberto Fernández- intervino en la cesión del Congreso para que allí, tal como pedían los decanos, sesione la asamblea universitaria para elegir al rector y vice.

  • Hallú facturó esa urgencia del albertismo y, sobre todo, su carácter de peronista sin ADN. Académico, sin trascendencia fuera del ámbito de Veterinaria, Hallú contó con la ventaja de no estar contaminado por las internas y el pasado del PJ. Eso lo convirtió en una figura atractiva para el ex alterinismo -bloque de peronistas, radicales e independientes que apoyaban a Alterini-y, a diferenciade Franco, resultó confiablepara los decanos díscolosque aceptaron una fórmula de consenso en la que impusieron al vice, Jaime Sorín, un peronista militante, que también usufructuó esa categoría política que en otras épocas hubiese sido una mancha venenosa.

  • Sin margen y sin tiempo, el gobierno tuvo que aceptar a Hallú y al consenso de los decanos, aunque eso implique decapitar a Franco quizás el único con pasado real cerca del universo K. Lo que ayer festejaban en algunos despachos, el hecho de que por primera vez un peronista gobierne la UBA, en otras oficinas generaba incertidumbre porque cualquier eventual crisis ahora estallará directamente en la Casa Rosada; es decir, le estallará a Kirchner. Algo parece irrefutable: presionado, esta vez el gobierno contribuyó a que Hallú sea electo, algo que no hizo cuando los candidatos eran Alterini o Buzzi.

  • Tienen razón, es cierto, los que adviertan que dirigentes que orbitan a Filmus, como el jefe de APUBA Jorge Anró, estuvieron muy activos -sus afiliados excesivamente activos, digamos violentos-cuando se intentó la votación de Alterini en la Facultad de Medicina el 2 de mayo. En rigor, más allá de que luego lo negaron, en principio Alberto Fernández había avalado la postulación de Alterini porque el jefe de Gabinete adhiere a un concepto compartido con Filmus: que la relación con las universidades, en general en manos de radicales, deben operar a través de radicales. Por eso cayó Daniel Malcolm (un filósofo de « campo popular» que tuvo apoyo alfonsinista para ser rector de la Universidad de San Martín), que el peronismo consideraba «un hombre propio», que luego de asumir en diciembre de 2005 fue reemplazado en agosto pasado por el platense Albertro Dibbern, también radical. Debajo suyo permanece, sin embargo, Horacio Fazio, llegado del sur bonaerense, que se convirtió en el brazo operativo del ministro de Educación, por caso, en el conflicto del Hospital de Clínicas.

  • Por aquella razón y por cierta nebulosa fracasó el plan para instalar a Fernando Vilella, que contaba con el OK explícito de Carlos Kunkel, el primero -con respaldo de Madres de Plaza de Mayo-en desempolvar el currículum de Alterini donde figuraba que fue funcionario durante el gobierno militar en los años 70.

  • La ecuación de la distancia PJ-universidad se rompe con Hallú en la UBA. Hasta ahora, más allá de aquella embestida de Anró, la gestión sobre el préstamo del Congreso y alguna intervención para que se giren recursos extras a la UBA cuando al frente estaba Franco, Filmus y Alberto Fernández habían decidido mantener distancia de la universidad. En un 2007 electoral, con la izquierda universitaria amotinada y el radicalismo al acecho -controlarán lugares de relevancia, pero pierden el control que ostentaron hasta Jaim Echeverri-, el peronismo se hará cargo de la UBA y Kirchner, sin intermediarios, pagará cualquier costo de esa aventura.
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