10 de octubre 2007 - 00:00

Se acordó tarde Cristina

Se acordó tarde Cristina de Kirchner de que en el país hay inseguridad. Lo proclamó en un acto en el conurbano y se comprometió a solucionarla si gana las elecciones. Es algo positivo y, por la gravedad del asunto, es esperable que lo cumpla, porque correría también en su beneficio como gobernante. Ante las elecciones inminentes, es saludable este ataque de realismo que, es de rogar, no se agote en otra promesa de campaña.

Daniel Scioli, Néstor Kirchner, Cristina de Kirchner y el intendente de Florencio Varela, JulioPereyra, ayer en la inauguración de un hospital en Florencio Varela donde la candidata,distanciándose de lo que verdaderamente hace, dijo que «hay que reconstruir el espíritunacional».
Daniel Scioli, Néstor Kirchner, Cristina de Kirchner y el intendente de Florencio Varela, Julio Pereyra, ayer en la inauguración de un hospital en Florencio Varela donde la candidata, distanciándose de lo que verdaderamente hace, dijo que «hay que reconstruir el espíritu nacional».
Terrenal, Cristina de Kirchner abandonó ayer el academicismo y, por primera vez, se entreveró en la polémica por la inseguridad. Lo hizo desde un atril en Florencio Varela, en el conurbano profundo, la zona del país más caliente en materia de delitos.

Ausente en su campaña de 2005 para senadora, la primera dama no pudo esta vez evitar una referencia siquiera lateral al tema. Durante todo el día resonó la admisión, luego minimizada, de Felipe Solá respecto de que los índices de inseguridadcontinúan «muy altos». Desde Varela, donde encabezó la inauguración de un hospital junto a Néstor Kirchner, la candidata admitió que a la Argentina «le falta más seguridad» y prometió que, en caso de ser presidenta, se enfocará en solucionar los problemas en esa materia.

«Nos falta aún mayor seguridad, mayor Justicia, más salud, más educación y por ello vamos. Lo hicimos y sabemos cómo hacer lo que falta», fue la referencia, global, casi periférica, de la primera dama. Así y todo, es la primera mención sobre un asunto sensible y siempre esquivado.

El día empezó agitado cuando Solá, luego de un acto oficial en la Casa Rosada, reconoció que los niveles de inseguridad permanecen altos y que éstos no bajarán en tanto «la gente pierda el miedo».

Sus palabras fueron leídas como una admisión. Al punto de que Juan Carlos Blumberg, furioso detractor de Solá y León Arslanian, se apuró a opinar que «era hora» que el gobernador reconozca la crisis delictiva.

Por la tarde, el gobernador recogió sus palabras, dio un fuerte respaldo a su ministro de Seguridad y afirmó que «ahora tenemos una Policía mucho más activa que antes» (ver Ambito Nacional). Era tarde: la polémica ya se había instalado en la campaña y hasta forzado a Cristina a hablar del tema.

El nivel de tensión viene de lejos y reapareció con la previa electoral, A tal punto que días atrás, Juan De Jesús, intendente del Partido de la Costa, y cabeza de la lista de legisladores provinciales del FpV de la Quinta Sección, cruzó duro a Arslanian.

«Que dé soluciones o que renuncie» se zambulló De Jesús, casi como si no fuese candidato del oficialismo que gobierna la provincia.

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    Ferviente devorador de encuestas, Kirchner fijó como táctica que la mejor forma de que no lo alcancen las esquirlas de la bomba de la inseguridad es no hablar del asunto y, llegado el caso, orientar las críticas hacia la gestión de Solá en la provincia.

    Ayer, lateralmente, forzada por el ruido diario, Cristina rompió esa regla. Fue, de todos modos, una mención genérica, casi descafeinada, dentro de una frase de campaña. Luego de ese detalle inesperado, la primera dama regresó rápidamente al libreto habitual. Repitió el rap de su compromiso «a construir y profundizar aun más un plan de salud que abarque no solamente el tratamiento de las patologías complejas sino que además llegue a todos los rincones del país». Estaba, claro, inaugurando un hospital para el conurbano sur.

    Más política volvió a defender la «concertación plural», y subrayó la necesidad «de reconstruir la identidad nacional, sin agravios ni enfrentamientos».

    «El pueblo sabe que en la Casa Rosada hay uno de ellos, uno del pueblo que viene en su nombre a representarlo y a gobernarlo», aseguró la candidata mirando a Kirchner y, luego, reafirmó que continuará «con el modelo económico y social en positivo y para adelante». El cierre, para la TV, fue en un simulacro de interrogatorio al auditorio. «Es hora de que los dirigentes políticos dejen de ser el problema y comiencen a ser la solución para todos los argentinos».

    Desde un costado, la aplaudían Kirchner, Solá, el ministro de Planificación, Julio De Vido -a quien Solá, de paso, cubrió de elogios desde la tribuna cuando le tocó hablar- y el intendente local, Julio Pereyra.
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