Sesenta gremios por renuncia de Moyano
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«El secretario general pretende conducir la CGT con atropellos y arrebatos al estilo monárquico», castiga el texto, todavía en borrador, que redactaban hasta la medianoche los barrionuevistas.
Es sólo el principio: el párrafomás tórrido del documento, que según los complotados firmarían alrededor de 60 organizaciones, pide sin sutilezas que Moyano «dé un paso al costado» por no «cumplir un rol de tal magnitud». En criollo: es guerra declarada. Envalentonados, Barrionuevo y sus «luisitos» avanzan otro paso y sugieren crear una « comisión colegiada» -¿otra vez un triunvirato como en 2004?-que se haga cargo de la CGT hasta que, a mediados de 2008, venza el mandato de la actual conducción.
La respuesta de Moyano, que ayer juntó a sus lugartenientes en el edificio de Azopardo, es previsible: minimiza el poder de Barrionuevo, valora su capacidad de fuego para resistir cualquier embate y acusa a los díscolos de «soñar con dar un golpe de Estado» en la CGT.
«Nosotros estamos tranquilos. Confiamos en nuestra fuerza», dijo ayer un operador del moyanismo. Y anticipó la contraofensiva: antes del 17 de octubre, el moyanismo reunirá al plenario de secretarios generales de la CGT para que apruebe un documento sobre el pacto social.
Ayer, Ambito Financiero contó ese cambio de planes. Al principio la idea era montar un confederal, pero para evitar sorpresas, Moyano optó por convocar el plenario, que numéricamente puede controlar porque alinea a la mayoría de los gremios adheridos a la CGT.
Cifras frías: en la última cumbre moyanista hubo 83 organizaciones, con lo que el camionero está a un tranco de hormiga de tener mayoría de secretarios generales a su lado. A la hora de contar delegados al confederal y al congreso el panorama es más confuso.
Aunque el objetivo oficial es «aprobar» un texto en el que la CGT expone su visión sobre la concertación social que propone la candidata Cristina Fernández, el plenario funcionará en los hechos como una exposición de tropa propia de cara a la interna sindical.
El bosquejo que circuló entre los moyanistas se detiene en un hecho histórico que quizá sensibilice a la Casa Rosada: el Pacto Social que, con José Ignacio Rucci y José Ber Gelbard como protagonistas, tejió Juan Domingo Perón a principios de los años 70.
Nostálgicos, los moyanistas planean reivindicar -más allá de matices obvios-aquel Pacto Social que permitió que la participación de los trabajadores en la torta de la riqueza llegue al techo histórico de 50%, pero también contribuyó a dinamitar el gobierno de Isabel Perón.
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