4 de noviembre 2004 - 00:00

Superpoderes quiebran bloque PJ en Diputados

Graciela Camaño
Graciela Camaño
El peronismo llegó ayer al debate del Presupuesto nacional 2005 con una certeza: no le será tan fácil aprobar el polémico artículo sobre superpoderes, como José María Díaz Bancalari, jefe de la bancada, le prometió al gobierno. Unos 15 peronistas confirmaban por la tarde que no apoyarían ese punto de la ley, sumado todo el resto de la oposición desde el centroderecha provincial hasta la izquierda. Hacia la noche, de todas formas, el PJ creía tener garantizado el número, con la ayuda de aliados como los transversales. El problema parecía otro: la discusión de este proyecto de Presupuesto ha sido la más pobre que se recuerde en la historia, y el dato habla de algo más importante aún, la destrucción política de la bancada PJ como polo de poder. La negociación para conseguir su aprobación, para colmo,dejó de lado los principios básicos para acordar una ley de ese tipo.

A la irritante inclusión de los superpoderes en el artículo 11 -que le permitiría al gobierno manejar partidas y modificar integralmente el Presupuesto 2005 por decreto sin sujetarse a los controles de la Ley de Administración Financiera y Control del Sector Público ni la de Responsabilidad Fiscal-, los diputados agregan sus quejas por no haber sido escuchados, ni recibidos por algún ministro. Mucho menos que se hayan incluido en el proyecto los clásicos pedidos de pequeñas obras o avales que les permiten mostrar fuerza en sus provincias. Esta vez, además, la rebelión tiene nombre y apellido.

• Rebeldes

Por distintas razones, aunque todas coinciden en el rechazo a los superpoderes, los bonaerenses Chicho Basile, Marina Casesse incluso Graciela Camaño -tan cercana últimamente al oficialismo del PJ-, Juan José Alvarez y Jorge Casanova, notificaron que no votarán el artículo 11. Se suman a Oscar Lamberto, que por escrito dejó sentada su oposición, Cristian Ritondo, Ricardo Falú y, hasta anoche, santafesinos y riojanos que se habían declarado en rebeldía. Los primeros, insistiendo en un mejor reparto de la Cuota Hilton; los segundos, para no seguir siendo perjudicados desde la Casa Rosada en la distribución de fondos y obras públicas.

Todo este núcleo crítico en contra del Presupuesto no habla sólo de problemas, sino de ceguera por parte de Díaz Bancalari para reconocer que su política de obediencia debida a ultranza con la Casa Rosada está haciendo agua en cantidades peligrosas.

Si a
Carlos Snopek no se le puede pedir demasiada ayuda, por su inexperiencia en el tratamiento de proyectos de Presupuesto -es una de las razones por las que se recuesta tanto en el Ministerio de Economía, lo que irrita aún más al bloque PJ-, con Díaz Bancalari es difícil encontrar excusas.

Este año no hubo debate sobre el Presupuesto 2005 dentro del bloque antes de llegar al recinto
. El martes los legisladores fueron convocados a reunirse, dos horas antes de una cena programada con Roberto Lavagna. Pensaban que había llegado el momento de hablar sobre partidas, superpoderes y gasto. Error: Díaz Bancalari habló de cualquier cosa menos del Presupuesto (ver nota aparte). Pero no se privó de repetir su clásica respuesta cuando el santafesino Angel Baltuzzi preguntó por el sistema de jubilación anticipada: «Compañeros, hay que esperar que el Ejecutivo envíe un proyecto».

Llegó después el momento de la cena con Lavagna en la sede del PJ de la calle Mathew. Introducción de Díaz Bancalari, Eduardo Camaño y, finalmente, cuatro agónicos minutos de Lavagna.

El jefe del bloque juró lealtad partidaria al Presupuesto 2005,
Camaño pidió no dividir al bloque entre «cinco peronistas buenos (los que no votan los superpoderes) y el resto malos», y Lavagna habló del mejoramiento de las condiciones económicas del país: «Ahora los gobernadores no tienen que pasar a buscar plata por Buenos Aires para pagar los sueldos», dijo.

«Fue todo muy infantil. Nos sentíamos un centro de jubilados»,
repetía una bonaerense a la salida. Algunos, tratando de discutir por primera vez el Presupuesto 2005, adelante de un ministro al que sólo ven un pequeño grupo de privilegiados y algunos senadores, levantaron la mano intentando hacer una pregunta. Díaz Bancalari frenó con su vozarrón inmediatamente ese terrible acto de rebeldía: «Compañeros, acá venimos a pasar un momento agradable, no a trabajar».

El resultado de esa política de conducción se verá hoy en la votación en particular del Presupuesto. Pero es seguro que finalmente tendrá suerte: la negociación por los superpoderes incluye tanto a diputados propios como de otras bancadas opositoreas que, después de todo, le han hecho el favor al peronismo de retirarse del recinto en varias oportunidades para no complicarle las votaciones.

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