Catamarca: Extraordinaria ventana para ver pasar la vida

Cierre los ojos e imagine un día pleno de sol en invierno, con un cielo intensamente azul y un sutil perfume a campo en el aire. Piense en un valle protegido por dos grandes cadenas montañosas: Ancasti y Ambato (o tierra del sapo), y vaya, poco a poco, familiarizándose con nuestros nombres de origen indígena, como el propio Catamarca (cata: ladera o falda, y marca: castillo, fortificación, fuerte). Camine por sus plazas y paseos; descubra la Catedral; observe la arquitectura urbana de la ciudad: modesta y tranquila, como su gente.
Vaya a un café y transfórmese, por un momento, en uno de los dueños de la más maravillosa fortuna: el tiempo, como dice nuestro lingüista Federico País, y desde el café compre una ventana para mirar la vida. Saboréelo mirando caer de las tipas amarillas de la plaza las hojas demoradas del invierno. Cómprese un ponchito. Acérquese a nuestro pasado en el Museo Adán Quiroga y descubra en sus piezas misteriosas los rasgos de las culturas Cóndor Huasi, Aguada o Ciénaga.

ANDARES

Pruebe una nuez confitada, llévese un dulce de lima y una jalea de higo. Le aseguro que le parecerá que los está cortando de la higuera. Observe nuestras iglesias, símbolo de la fe del pueblo; el Convento de San Francisco y su templo. Luego almuerce algo rico y acompáñelo con alguno de nuestros vinos de altura, hechos en Tinogasta, de esos que se hacen a pleno sol y con arena en los pies.
Después suba hasta la ciudad perdida de la Quebrada, ubicada a sólo 3 km de la plaza principal. Allí, respire aire fresco, mire los picos nevados y sienta cómo nuestros antepasados americanos de hace 1.000 años encontraron la forma de vivir en armonía con la naturaleza. Sin abrir la billetera, bordee el río, sienta el rumor del agua imperturbable, crúcelo sin miedo que es manso y recorra los bosques naturales del camping municipal.
Haga la siesta catamarqueña, que la tarde aquí es larga. Después tome unos mates con tortillas y bizcochos y por la noche escuche folclore, o pida en uno de los restoranes del centro alguno de los platos típicos de nuestra tierra, apreciando el sabor de nuestros aceites de los olivares del valle.
Todo es posible en San Fernando del Valle de Catamarca, porque a diferencia de otros destinos, lo mejor de la ciudad no tiene precio: el sol, el aire, la montaña y el sonido del agua del río. Y no se asombre si todo esto le está sucediendo. No será un sueño, usted estará pisando suelo catamarqueño.

GUIA PARA EL VIAJERO

Alojamiento:
Hosterías: $ 60 y $ 75 pp base doble con 1/2 pensión, y $ 75 y
$ 90 pensión completa; hoteles dos
estrellas: single
$ 109, doble $ 120 y triple $ 135. Tres estrellas: de $ 80 a $ 112 la single, de $ 100 a $ 141 la doble y de $ 130 a $ 160 la triple. Cuatro estrellas: $ 260,
$ 314 y $ 375 más IVA. Todos con desayuno.
Consultas: tel.: [phone] y 437791 o
810-777-4321.
Restoranes:
Parrilla tenedor libre
$ 24 a $ 27,
menú turístico:
de $ 21 a $ 24.
Espectáculos: noches de folclore en el Catamarca Shopping Terminal con entrada libre. Coro Municipal
y la Banda de Música
en el Paseo de la Fe.
Exposiciones: mercado artesanal y fábrica de alfombras en la Manzana del Turismo: exposición y venta de artesanías en cuero, madera, cerámica, rodocrosita, etc., ponchos, frazadas, pullos y alfombras.
Excursiones: visitas guiadas al Museo Calchaquí y al
Pueblo Perdido de la Quebrada.
Servicio de guía: hasta cuatro horas
$ 60, hasta seis
horas $ 95.
Tel.: [phone].