26 de septiembre 2022 - 00:00

Los desafíos climáticos que trae la producción agropecuaria

Se anticipan reducciones de áreas de siembra, pérdidas de productividad y menor inversión en el lote.

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El evento La Niña se mantendrá hasta fin de año. La mayoría de los modelos coinciden en que la campaña 22/23 quedará signada por este fenómeno que se repetirá por tercer año consecutivo. Esta situación ya genera problemas desde el punto de vista agronómico y sin dudas tendrá un impacto económico en todas las zonas productivas que se vean afectadas.

Un informe publicado por la Consultora AZ Group y firmado por el meteorólogo Leonardo De Benedictis, advierte que a mediano plazo “la mejora de las condiciones de lluvias sólo sería favorable en zonas puntuales”. Esto es lo que lleva a muchos productores de trigo, girasol, maíz o soja a tomar decisiones sobre la marcha, porque semana tras semana se repiten los análisis según el planteo de siembra y los posibles escenarios productivos.

En el caso de los productores de trigo, la situación es preocupante. Miguel Carne, presidente de la Asociación Argentina de Trigo (ARGENTRIGO) aseguró en diálogo con Ámbito que “los cultivos del noroeste y del noreste fueron afectados por la sequía, al igual que en el sur de Córdoba. Se suma a esta situación la zona núcleo de Buenos Aires y el sur de Santa Fe. En estos lugares de buena productividad potencial es posible que se den de baja lotes, especulando con una gruesa ganadora si es que se registran lluvias. Los planteos del oeste y el centro de Buenos Aires, sur de La Pampa y Entre Ríos todavía aguantan pero necesitan lluvias para sostener su condición. Por el contrario, las zonas que por ahora resisten son el sudeste y sudoeste de Buenos Aires porque tuvieron mejores lluvias”.

Este mismo panorama lo confirma ingeniero agrónomo Damian Torino, responsable comercial de soja y trigo en Nidera, quien detalló a este medio que “en Córdoba la situación es grave y también ocurre lo mismo en Rosario. Las banquinas de la ruta están secas. Hay lotes que los productores decidieron fumigar para sembrar soja de primera, por lo tanto la expectativa de producción es baja. Hay macollos que se secaron y eso afectará a la producción, que ya venía afectada por una caída del área. Las expectativas están puestas en las lluvias y en ver si se puede recuperar algo del cultivo”.

El golpe de la sequía en el cereal es una realidad. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estima un área sembrada de trigo de 5,9 millones de hectáreas para la campaña 22/23, 1 millón de hectáreas menos que en la campaña 21/22 con una caída productiva superior al millón de toneladas.

Otro de los cultivos que esta sufriendo la falta de agua es el girasol, aunque por la distribución de siembra aún muestra una luz de esperanza. Francisco Cinque, gerente general para cono sur de Advanta explicó a Ámbito que “la región norte girasolera, con la provincia del Chaco como protagonista, fue la mas golpeada. Las lluvias no fueron suficientes y como consecuencia va a ser difícil que los productores cumplan con las estimaciones de siembra”. En tanto, Cinque confirmó que “cuando bajamos a la provincia de Buenos Aires, donde aun restan 20 días para comenzar la siembra, vemos que no están cargados los perfiles pero de todas maneras los productores son optimistas. Si llueve entre el 20 de octubre y el 20 de noviembre se va a sembrar todo lo que se pueda”

Sin dudas, la superficie de girasol no va a ser la que el sector esperaba, porque la falta de agua cambió todos los planes. Es por eso que desde Advanta aseguran que habría una caída de área de entre un 10% al 20%.

También el maíz se verá afectado, puesto que muchos productores no sembraron el cultivo de manera temprana y decidieron pasarse al tardío por la falta de lluvias. Eso tiene una consecuencia directa en la caída de rendimiento. Y si no se puede sembrar maíz tardío, muchos se volcarán a la siembra de soja.

Ante esta realidad, el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) advirtió por el impacto que tendrá esta situación en la economía ya que “afectaría el funcionamiento de las cadenas de valor agropecuarias, agroindustriales y principalmente de las economías regionales”.

Según la entidad que agrupa a decenas de cámaras empresariales "una de las zonas más afectadas sigue siendo las provincias del noreste argentino (NEA), donde las producciones yerbateras, cítricas y forestales aún se están recuperando de los incendios y la sequía extrema que fue noticia a principios de año” aunque también advierte sobre las consecuencias de la falta de lluvias en la zona pampeana.

El nivel de afectación se verá reflejado en producciones muy cercanas a la mesa de los argentinos, como por ejemplo la yerbatera. Según un reporte de Coninagro, un tercio de la producción de este cultivo se vería afectada por la sequía. Esta situación la confirma Orlando Stvass, tesorero de la entidad cooperativa quien destacó que “se perdieron plantaciones nuevas que debieron ser repuestas a un costo muy alto”. Menos producción, en muchos casos implica mayores precios en la comercialización, por lo tanto no se descarta que esta situación se traslade a la góndola una vez iniciado el proceso de industrialización.

Mas allá de la zona en la que se registren las afectaciones climáticas, queda claro que en un escenario como este es probable que los productores disminuyan el uso de insumos, principalmente fertilizantes, tal como lo refleja un informe de CREA que releva que un 29% de las empresas planean disminuir su uso.

Al hablar de sequía, no sólo debemos contemplar el impacto directo en la agricultura y su consecuencia en la economía local, sino también en la afectación en las economías regionales. La producción de alimentos -que ya se ve afectada por las inclemencias de la economía- sufrirá un nuevo golpe climático, el tercero consecutivo. Las consecuencias sociales de este traspié productivo se sentirán en los próximos meses.

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