20 de septiembre 2019 - 00:00

¿Cómo entender el estrés fiscal de las provincias?

La situación es fácilmente entendible. En 2018 los recursos nacionales automáticos a provincias crecieron, tal como se menciona habitualmente en diversos ámbitos. Pero ocurre que las transferencias no automáticas y el Fondo Sojero cayeron más que lo que subieron los recursos automáticos. Ergo, los recursos nacionales enviados al conjunto de provincias cayeron en 2019 respecto a 2018. No hay que dudar de esa realidad. Los números son claros.

Los recursos propios (Inmobiliario, Automotor, Sellos e Ingresos Brutos) también cayeron. En consecuencia, cayeron los ingresos reales de las provincias en 2018.

Dada la caída de ingresos reales, las provincias bajaron el gasto real en mayor medida. Esa dinámica permitió pasar de un déficit primario a superávit primario.

El 57% de la caída del gasto provincial de 2018 estuvo explicado por la caída real del gasto salarial (disminución del poder adquisitivo del salario, al igual que lo ocurrido en el sector privado), es decir que fue la clave para la reducción.

Si el gasto salarial real hubiese sido igual que el de 2017, las provincias hubiesen terminado 2018 con déficit. Por ende, hubieren seguido con el déficit primario que traían desde 2015. Ahí está la clave.

A inicios de este año escribí en un documento de IARAF que la situación era endeble y que el año electoral podía cambiar la dinámica del gasto salarial. Pero ocurre que 2019 también tiene caída de ingreso real de las provincias (coparticipación y recaudación propia), lo que exigiría que el gasto vuelva a caer en términos reales si es que se quiere mantener el superávit alcanzado en 2018. Síntesis, el gasto real provincial debería caer este año.

Con sólo mantenerse respecto a 2018 ya genera una licuación del superávit primario. Si una provincia lo está aumentando en términos reales, la licuación del superávit es más acelerada todavía.

Quise describir la situación de manera clara. No es nada complejo de entender. Una provincia que pierde el superávit y entra en déficit tiene que financiarse. Primero usa ahorros si los tiene y, segundo, busca financiamiento voluntario. Como hoy no hay financiamiento a tasas razonables, surge el estrés financiero.

(*) Director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).

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