20 de mayo 2025 - 11:41

Lluvias extremas ponen en riesgo más de un millón de hectáreas de soja sin cosechar en Buenos Aires

Un informe oficial advierte que más de la mitad de Buenos Aires sufre excesos hídricos. Hay 1,26 millones de hectáreas de soja sin cosechar, y podría haber pérdidas importantes.

El reporte climático del ORA señala que en los próximos días las lluvias serían inferiores a lo normal, pero con temperaturas más bajas, lo que podría dificultar el secado tanto del suelo como de los cultivos.

El reporte climático del ORA señala que en los próximos días las lluvias serían inferiores a lo normal, pero con temperaturas más bajas, lo que podría dificultar el secado tanto del suelo como de los cultivos.

@zaratetransito

La cosecha de soja de la temporada 2024/25 en Buenos Aires enfrenta su peor escenario en años. Las lluvias acumuladas entre el 10 y el 17 de mayo colapsaron la logística rural, dejaron caminos intransitables y anegaron vastas extensiones de cultivos. De acuerdo con estimaciones oficiales, hay 1,26 millones de hectáreas de soja sin cosechar, muchas de ellas en condiciones comprometidas. Lo más grave: el 50% del territorio bonaerense se encuentra con excesos hídricos, según el último informe de la Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) del Ministerio de Economía.

La región núcleo, epicentro agrícola del país, vuelve a quedar bajo emergencia. En los partidos del norte bonaerense —como Chivilcoy, Chacabuco, San Antonio de Areco y Rojas— las precipitaciones superaron los 400 milímetros, con registros inéditos para la época. Las imágenes satelitales y los reportes técnicos muestran lotes sumergidos, cosechadoras inmovilizadas y napas al límite de saturación.

Más de un millón de hectáreas comprometidas

En concreto, en el norte bonaerense quedan por cosechar 530.000 hectáreas de soja, mientras que en el oeste, aunque las lluvias fueron algo menores (80 a 100 mm), restan 730.000 hectáreas. Aunque no toda esa superficie está anegada, el nivel de humedad en el suelo impide avanzar con las tareas de recolección. La situación se agrava por una demora interanual del 14,7% que ya venía afectando a la campaña por lluvias ocurridas en marzo.

Desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), Cristian Russo, alertó que la magnitud del evento “es de una violencia climática pocas veces vista en esta etapa del ciclo productivo”. En localidades como Junín se reportaron 192 milímetros, en Rojas 250 mm y en Chacabuco 378 mm, acumulados que, sumados a la saturación previa del suelo, generaron el colapso del sistema de escurrimiento.

El gran problema no son solo las lluvias acumuladas, sino el tiempo que tardará en escurrirse el agua. “Si el agua queda estancada más de tres o cuatro días, se pierde calidad de grano, se acelera el desgrane y se corre el riesgo de que los lotes no puedan trillarse nunca”, explicó Russo. El informe de la ORA confirma que incluso en áreas donde llovió menos, los excesos persisten por la acumulación previa.

Otro punto clave es que muchas áreas afectadas no coinciden con los puntos de mayor milimetraje. El relevamiento satelital del ORA muestra que algunas zonas, como Mercedes, Suipacha, Cañuelas y Lobos, sufrieron inundaciones por desbordes de arroyos, aunque hayan recibido menos de 100 milímetros.

Por el momento, el maíz presenta un panorama menos complicado. En el norte bonaerense, la cosecha supera el 90% de avance, con 120.000 hectáreas restantes, principalmente de planteos tardíos y de segunda ocupación. En el oeste aún queda una mayor superficie, pero los informes de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires aseguran que no se esperan mermas significativas en este cultivo.

No obstante, los analistas advierten que si las lluvias continúan y no baja la humedad en grano, también podrían aparecer problemas de calidad o dificultad para secado, lo cual presionaría aún más sobre la infraestructura de acopio y los márgenes económicos del productor.

Impacto económico y dificultades logísticas

La situación tiene un fuerte impacto en la economía rural. Las interrupciones en la cosecha, además de comprometer los rindes, retrasan los pagos a contratistas, encarecen el costo operativo y dificultan la llegada de camiones a los acopios. También afecta el flujo de embarques en los puertos del Gran Rosario, que ya venían con baja actividad por el descenso en los niveles del Paraná.

Desde las entidades rurales expresaron preocupación por los costos logísticos crecientes y la necesidad de ampliar los plazos de entrega en contratos forward, ante una situación que consideran de “fuerza mayor”. En muchos casos, los caminos rurales están literalmente intransitables, y los productores deben priorizar la conservación del cultivo hasta que haya piso.

A todo esto se suma un nuevo problema: la campaña fina, especialmente la siembra de trigo, que debería estar comenzando en mayo. Según explicó Andrés Llovet, especialista del INTA Pergamino, “en los ambientes planos donde el agua no escurre, hay grandes chances de que muchas hectáreas no puedan sembrarse a tiempo”.

En zonas como Bragado, 9 de Julio y Chivilcoy, el exceso hídrico ya impide ingresar con maquinaria y obliga a repensar el calendario de implantación. Los técnicos advierten que si las lluvias no se retiran antes de junio, los productores deberán recurrir a variedades de ciclo intermedio o corto, lo que impactará en la expectativa de rinde.

El pronóstico indica una mejora relativa, pero sin piso

El reporte climático del ORA señala que en los próximos días las lluvias serían inferiores a lo normal, pero con temperaturas más bajas, lo que podría dificultar el secado tanto del suelo como de los cultivos. Este escenario deja a los productores en una espera forzosa, con incertidumbre total respecto de la magnitud final del daño.

“El productor está en modo defensivo. Sabe que no puede arriesgarse a meter una máquina en un lote que aún está saturado. Se corre el riesgo de romper el suelo y perder el doble”, concluyó Russo.

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