Tres funcionarios argentinos de un lado del escritorio. Tres del Fondo Monetario Internacional (FMI) del otro. Por el Gobierno nacional estarán desde hoy presentes en la negociación oficial de cierre de 2022 dentro del acuerdo de Facilidades Extendidas firmado el 25 de marzo del año pasado el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein; el jefe de Asesores, Leonardo Madcur; y el secretario de Hacienda, Raúl Rigo. Por parte del FMI, escucharán, consultarán, discutirán y, finalmente, decidirán si todo está bien o no (por orden de importancia en la estructura del organismo) la número dos Gita Gopinath; el director interino para el Hemisferio Occidental, Nigel Chalk; y el encargado para el caso argentino, Luis Cubeddu.
Comienzan los contactos en Washington con los funcionarios del FMI
Rubinstein, Madcur y Rigo mantendrán reuniones con Gopinath, Chalk y Cubeddu. Además de cerrar la aprobación de 2022, avanzarán en la implementación del programa para 2023.
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Ninguno de los seis se reunió en persona o en grupo con los otros interlocutores, ya que las negociaciones que se mantuvieron días atrás fueron protagonizadas por hombres y mujeres del organismo de segundo nivel de responsabilidades y se dedicaron, durante la etapa de recolección de información que se cerró en Buenos Aires, a elaborar informes sobre la manera en que el país cerró el ejercicio pasado y, tenuemente, cómo comenzó 2023. Esos datos, números y porcentajes están ahora en poder de la economista norteamericana, el británico y el venezolano; quienes tendrán enfrente a los tres funcionarios argentinos que deberán cerrar el ejercicio del año pasado.
Se supone (se descuenta) que no habrá cuestionamientos para 2022; y que las tres metas comprometidas serán cumplidas. Algunas sobrando incluso lo prometido. El déficit fiscal fue de 2,4% del PBI (la meta era de 2,5%), las reservas tenían que ubicarse en u$S4.800 millones (fueron u$s5.200 millones) y la emisión monetaria debió cerrarse por debajo del 0,8% sobre el PBI, algo que se cumplió al límite. No habría entonces argumentos para no cerrar 2022. Para esto Gopinath y Chalk tendrán que firmar una carta de intención afirmativa que se elevará al board del organismo, el que se reunirá por primera vez en el año, seguramente la primera o segunda semana de marzo.
El máximo nivel decisorio del organismo que maneja Kristalina Georgieva aprobaría el ejercicio pasado, e inmediatamente se le liberarían al país unos u$s5.400 millones, de los que unos u$s1.500 millones quedarán en las reservas del Banco Central y el resto servirá para cumplir con los compromisos firmados con el FMI en el stand by aplicado durante el gobierno de Mauricio Macri. El primer trimestre del año estará definido, será el tiempo de coordinar nuevos cruces con el Fondo para abril, cuando las partes vuelvan a encontrarse en la reunión conjunta de Primavera del organismo y el Banco Mundial que ese mes se desarrollará en Washington.
Será el momento de comenzar a diseñar el plan 2023, algo complejo y difícil de definir, más allá de la obligatoriedad de cumplir con las metas de un superávit de 1,9% del PBI, una emisión límite de 0,6% y un incremento de reservas que debería impulsar los dólares disponibles acumulados en el Central por arriba de los u$s9.000 millones. Esto además de los objetivos que el Gobierno deberá negociar con Gopinath, Chalk y Cubeddu; especialmente los referidos a la política cambiaria, monetaria, inflacionaria, previsional, impositiva, etcétera; todos rubros donde los acuerdos son difíciles de cerrar.
Rubinstein y Madcur habían participado de las deliberaciones a principios de febrero con los equipos técnicos del FMI, que se realizaron en formato híbrido: una parte presencial, con los técnicos de segunda línea que viajaron a Buenos Aires, y otra virtual, con Cubeddu.
Previo a ese contacto, el ministro de Economía, Sergio Massa, consideró a mediados de enero que el FMI estaba incumpliendo su compromiso de revisar los costos de la guerra en Ucrania. “Argentina cumplió su programa, pero el Fondo Monetario no está cumpliendo con Argentina el revisar cómo van a compensar a los países que pagaron el costo de la guerra con su economía. Es un problema a resolver”, dijo Massa en esa oportunidad.
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