13 de junio 2007 - 00:00

Boom de la construcción ya acorrala a dueños de autos

Arriba.: Córdoba y Bulnes, esquina que supo albergar a una estación de servicio.Abajo-Izq.: Monroe y Libertador. Había un lavadero de autos. Abajo-der: Izq.: Córdoba y Bulnes, esquina que supo albergar a una estación de servicio.Der.: Monroe y Libertador. Había un lavadero de autos.
Arriba.: Córdoba y Bulnes, esquina que supo albergar a una estación de servicio. Abajo-Izq.: Monroe y Libertador. Había un lavadero de autos. Abajo-der: Izq.: Córdoba y Bulnes, esquina que supo albergar a una estación de servicio. Der.: Monroe y Libertador. Había un lavadero de autos.
Es como haber comprado todos los muebles y no tener la casa donde colocarlos... Tener acceso al automóvil propio es sinónimo de progreso. Se supone que se llegó a él por una mejora en la situación económica y que el vehículo aportará calidad de vida. Pero en una Ciudad donde el parque automotor no deja de crecer, estacionar puede convertirse en una pesadilla. Y también cargar nafta... De la mano del boom en la construcción y la voracidad de los desarrolladores inmobiliarios por encontrar espacios donde edificar, en sólo un año y medio se cerraron en la Ciudad 700 estacionamientos, lo que implicó la pérdida de 120.000 cocheras. Y en el mismo período, la capital dejó de contar con unas 130 estaciones de servicio (había 400 en 2005 y 270 en la actualidad). Algo similar ocurre con los lavaderos de autos.

Esto por sólo mencionar tres lugares cada vez menos frecuentes de observar en el paisaje de la Ciudad. Seguramente la lista de pérdidas por el avance de la edificación es mucho más extensa. Para quienes están en el tema -como Guillermo González, de Araks- se da «el mismo fenómeno que a finales de los 90 ocurrió con las canchas de pádel y papi fútbol». Aunque, obviamente, con implicancias más graves.

Se calcula que los terrenos mejor ubicados de la Ciudad hoy valen el doble o el triple en dólares que en la época de la convertibilidad. La posibilidad de venta resulta sumamente atractiva entonces para los poseedores de esos apreciados espacios. Y más aún si se tiene en cuenta la pérdida de rentabilidad en algunos de los sectores mencionados. Este último es el caso de las estaciones de servicio, generalmente ubicadas en avenidas importantes por su necesidad estratégica de estar en lugares de alta circulación vehicular y en un altísimo porcentaje en esquinas, donde por esas características la tierra tiene un valor agregado. «La avenida en la Ciudad de Buenos Aires -relata González- da como resultado una mayor luminosidad y mejor ventilación de los ambientes, evitando pérdida de metros cuadrados en patios de aire y luz, lo que implica un mayor aprovechamiento del volumen edificable.» La esquina resulta entonces un lugar ideal para la ubicación de un local comercial, generando un mayor valor con respecto a uno dispuesto a mitad de cuadra y con iguales dimensiones (permite hacer hasta accesos a las cocheras por la calle transversal).

Este fenómeno de ceder espacios de las estaciones a la construcción o desarrollo de proyectoscomerciales se produce no sólo en la Ciudad de Buenos Aires, sino en el Gran Buenos Aires y también en importantes ciudades del interior del país. Algunos ejemplos para un conductor atento: Libertador y Maure, Libertador a metros de Bullrich, Balbín y Miller, José Hernández y Moldes, Monroe y Balbín, Santa Fe y Aráoz, Córdoba y Estado de Israel, Córdoba y Bulnes, Forest y Alvarez Thomas, Forest y Fraga, Forest y Corrientes y Honorio Pueyrredón próxima a Aranguren.   

  • ¿Garaje?

    El caso de los espacios para el estacionamiento vehicular parece el más serio. Al igual que durante 2006, se estima que este año se volcarán a las calles 500.000 autos nuevos. Y cada día, según el cálculo del Gobierno porteño, ingresan a la Ciudad 600.000 automóviles. Paralelamente y en tan sólo el último año y medio se cerraron más de 700 estacionamientos, lo que según la cámara del sector, implicó la pérdida de alrededor de 120.000 cocheras.

    La capital y el Gran Buenos Aires concentran la mitad del parque automotor a nivel nacional, que se estima en 8 millones de unidades. En la Ciudad, según los cálculos de la Cámara de Garajes y Estacionamientos hay unos 2.600 garajes comerciales y más de 800 playas de estacionamiento. Todo para atender una demanda que crece día a día (si los fabricantes de autos hasta le presentaron un plan al presidente Kirchner para que se incremente a 700.000 unidades la producción para 2008).

    ¿Y cómo piensan reaccionar las autoridades del gobierno? En el Ministerio de Planeamiento y Obras Públicas tienen en carpeta un proyecto por el que se prevé construir en una primera etapa 13 estacionamientos subterráneos (de un total de 30) en plazas importantes de la Ciudad. Los lugares podrían albergar únicamente unos 7.000 vehículos. Y por ahora son sólo un proyecto, con el agravante de que se mantienen en ese estado desde hace varias administraciones.

    ¿Dónde estacionan ahora sus autos quienes solían hacerlo en los garajes de Tres de Febrero y Juramento, Cerviño entre Scalabrini Ortiz y Salguero, Uriburu y Arenales, Almirante Seguí y Añasco y Luis María Campos y Olleros, por sólo mencionar algunos ejemplos de lugares que han pasado a otro destino?

    Y eso que este sector ha ido mejorando su rentabilidad, producto de un mayor nivel de ocupación por el crecimiento y mejoramiento del parque automotor. También ayudó al negocio el clima: los destrozos del granizo del año pasado en Buenos Aires amedrentaron a más de uno que hacía dormir el auto en la calle.

    Tampoco pueden ya lavar su autos quienes lo hacían en, por ejemplo, Libertador y Monroe. O en Soldado de la Independencia y República de Eslovenia. O en Jorge Newbery y Guevara, entre tantos otros.
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