Brasil vuelve a presionar a la Argentina con gasoducto sur
Deberá ser Néstor Kirchner, cuando se entreviste con Luiz Inácio Lula da Silva en Nueva York, la semana próxima, quien frene la presión brasileña para sostener la división internacional del trabajo que supuso, históricamente, un Brasil industrial y una Argentina agraria. El viaje de Roberto Lavagna a Brasilia días atrás sirvió de poco, más allá del marketing, para equilibrar efectivamente esa balanza regional que requiere ser emparejada. Por eso Kirchner destinará su viaje a la Asamblea General de la ONU a discutir con Lula sobre dos cuestiones centrales. Una, la prórroga en la vigencia del acuerdo de comercio regulado de automotores, que vencerá en 2006. La otra, la ampliación del gasoducto patagónico que Petrobras no quiere encarar. La salida que encontró el gobierno es pedir financiación al Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES). Pero esa entidad aclaró que, como se fondea con el sueldo de los empleados brasileños, sólo puede financiar empresas de ese país, que serían las que realicen la obra de ingeniería. Claro, en la Argentina las constructoras responderán a esa presión brasileña poniendo el grito en el cielo. Este es uno de los aspectos delicados del problema que deberá discutir Kirchner con Lula en un viaje a Estados Unidos que, por lo demás, es casi protocolar.
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Luiz Inácio Lula da Silva
Los Kirchner, mientras tanto, se pasearán por varias organizacionesacadémicas y sociales. Serán recibidos casi seguramente por las autoridades del Congreso Judío Mundial, una entrevista que gestiona en estos días Eduardo Elsztain (Grupo IRSA) ante su socio Edgar Bronfman, presidente de esa institución tan gravitante. También el Consejo para las Relaciones Exteriores recibirá al Presidente. Se trata del organismo privado, académico-político, más importante para la elaboración de la política exterior norteamericana.
Para la agenda local existen dos materias principales para el viaje de Kirchner. Una tiene que ver con las negociaciones de la deuda. ¿Recibirá el mandatario a representantes de la comunidad financiera que se interesen por la oferta de reestructuración de la deuda soberana argentina? En la Cancillería preparan muy discretamente un encuentro. El otro nudo a desatar es menos intrincado: tal vez Kirchner decida en este viaje hacia dónde inclinar la balanza del poder argentino en los Estados Unidos. Es decir, acaso defina la suerte de José Octavio Bordón, el embajador, amenazado desde hace un par de meses por la presencia de un oficialista como Héctor Timerman en el Consulado de Nueva York.
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