Unos quince bancos del sistema financiero escucharon ayer el pedido de Luis Caputo en la sala del 10° piso de la secretaría de Finanzas: el Gobierno necesitará tomar en las próximas semanas, de la manera que sea, u$s 4.000 millones de deuda del mercado local, para hacer frente a obligaciones que en mayor medida son en pesos. La primera sugerencia oficial, ya conocida, fue encomendarles que idearan alternativas para atraer los dólares argentinos del "colchón" o que tienen depositado en los bancos (mediante una letra en moneda extranjera, por ejemplo, a corto plazo). También se habló de la renovación de un bono atado a la Badlar que vence en los próximos días, por unos $ 22.000 millones. Pero, en este intercambio, un banquero se animó a plantear lo que habían llevado en mente algunos de sus colegas: la posibilidad de que el ministerio de Hacienda coloque un bono en pesos a tasa fija, a más de un año plazo. La respuesta de Caputo, ante este planteo, fue tajante: "Nunca me endeudo a estas tasas".
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En rigor, lo que está buscando la secretaría de Finanzas es optar por endeudarse en dólares para evitar afrontar los altos costos de financiamiento del mercado local. Por el esfuerzo que hace el Banco Central para ponerle freno a la inflación, las tasas de interés rozan hoy el 40% anual. Caputo está convencido de que hay bajas expectativas de devaluación para los próximos meses y quiere aprovechar la demanda de quienes hoy todavía se ven atraídos por los activos en moneda extranjera.
Del otro lado, los bancos prefieren mirar el escenario en pesos: creen, también, que el dólar no es una buena opción de inversión en el corto y mediano plazo, y que las ventajas que dan hoy las altas de interés se esfumarán a medida que el Banco Central inicie un ciclo bajista en los rendimientos de sus letras de deuda (Lebac). Por eso, dicen, prefieren colocarse en activos que superen los 252 días, que es el plazo más largo de Lebac que hoy tienen dentro de su menú de inversiones, para seguir obteniendo retornos similares a los actuales por más tiempo.
El sector bancario ve atractivo tener a mano un instrumento que les sirva como alternativa frente a las letras de deuda del Banco Central. Los ejecutivos suelen explicar que, con un bono de estos (a tasa fija o variable atada a Lebac), se podrá desarmar lentamente el stock de deuda que tiene en circulación el organismo de Federico Sturzenegger, que a fin de año puede ubicarse entre los $ 500.000 millones y los $ 600.000 millones. La idea de que este bono sea voluntario no es menor, frente a la confusión que generó ayer esta propuesta en alguna parte del mercado al relacionar esta iniciativa con un bono compulsivo (o un "plan Bonex") del que jamás nadie habló. Con todo, el plan de la secretaría de Finanzas parece inamovible: avanzar hacia el financiamiento en dólares en el mercado local para aprovechar el escenario de bajas expectativas de devaluación.
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