Menos fuego para la hoguera, más descalce de órdenes de venta, un resultado que fue duro en los saldos finales y donde se originó un quiebre en el ritmo que se traía en días previos. Juego más reducido, debiendo adaptarse velozmente -o dejar que las cotizaciones pagaran con un ajuste- y esto no se concretó. Las tomas de utilidades prosiguieron con su dinámica, pasaron por encima de las asimilaciones intentadas, hasta que el Merval que había alcanzado un pico de 1.256 puntos estuvo dando vueltas por mínimos de 1.210: para cerrar algo más arriba, en los 1.215 puntos. Que podría configurar un dibujo inverso al anterior, marcando mejor clausura: pero, no muy confiable, por las clásicas compras finales de lo vendido antes. Para ver en qué queda el mercado, hay que aguardar.
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Con no más de 85 millones de pesos se trabajó en la víspera, para las acciones, con algo más de $ 8 millones en certificados.
Esta vez, con Buenos Aires consonante con otros mercados que siguen en la tendencia floja, aunando la caída de negocios con la baja en los precios: en tal caso, una aleación más saludable que si hubiera existido volumen en expansión.
Es el único rasgo positivo, de una fecha de depuraciones intensas, con nutrido lote de especies perdiendo de dos a tres por ciento. Quiso seguir volando, aterrizó de emergencia (como Kirchner).
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