7 de abril 2005 - 00:00

Cupones bursátiles

Abril pareció entrar pisando fuerte y optimista y, al segundo paso, tropezó fiero. En un fin de semana solamente marcado por la desaparición del Papa, el mercado volvió a demostrar la alta desorientación que prevalece. Por debajo de la simple lectura de precios, amanecía lo que puede resultar el virus realmente peligroso: la contracción de los negocios y en virtud de una zona especial del año, plena en compromisos fiscales, así como en las actitudes mucho más defensivas de responderla a insinuaciones concretas inflacionarias, desde el aspecto de lo monetario. Ergo, que se manifieste más evidente el deseo astringente -ahora-de una economía que recibió lubricaciones especiales, hasta que se empezó a volver resbalosa. Mientras se alentó de todas las formas posibles, antes del fin de año, la idea del consumismo exuberante: tres meses después, se habla formalmente de salir a pasar la esponja sobre el posible excesivo caudal de liquidez. Al tiempo que se deben retocar tasas hacia arriba y empezar el nuevo empapelamiento de bonos públicos buscando el único blanco posible, indefenso, del concurso local.

Por separado, ya resultan eslabones indeseados para lo que precisa una tendencia bursátil que quiera permanecer enhiesta: juntos, en cadena, pueden resultar la cadena de un ancla para cualquier mercado.
 
De paso, se ven los desfiles de funcionarios volviendo a solicitar auxilios -lo que indica la preocupación- en la propia morada, de quien resulta extranjero generalmente apostrofado por nuestros gobernantes veleta.

La vergüenza tampoco ha quedado muy acopiada, entre las reservas de orden espiritual que hemos gastado, y es así que no se tiene ningún recato en insultar oportunamente a aquellos mismos a los que solicitamos favores cuando la cuerda ahorca. En la necesidad, hasta se asume el tener que «criticar» a Chávez por las armas, con tal de pasar por el valle aún a costa de semejantes hipocresías. Pero, en fin, es lo que hay. Y si hay gobernantes de doble faz, reversibles, está bien que exista un mercado con dos caras de un día para el otro. Aunque esto último puede perjudicar a una reducida familia bursátil, que opera en las tinieblas de la tendencia, mientras que lo otro es forjar la sensación de un país en el mundo: que ya no le hace asco a nada, con tal de zafar de sus problemas.


Desde lo bursátil, pequeños cambios en los índices Merval, donde se ha quitado a Tenaris por reconocer -¿recién ahora?- que posee la ex Siderca una sede en país extranjero y no local. Por lo demás, abril se presenta como un jeroglífico al que se deberá ir traduciendo con el correr de algunas ruedas. Siempre con la atención puesta en esa baja de tensión, probable, en los negocios.

Dejá tu comentario

Te puede interesar