1 de julio 2005 - 00:00

Cupones bursátiles

Ya que se realizan tantas estadísticas, tantas compulsas acerca de la generación de empleos. Y de los empleos en blanco. Y en negro. Y en proyectos públicos y privados, que podrán crear «equis» cantidad de nuevos puestos, sería bueno que alguna consultora -si se atreve, claro- efectué un relevamiento acerca de cuántos puestos prosigue creando la única industria -sin chimeneas- que en todo tiempo está floreciente: la política. Como si tal cosa, se han puesto de acuerdo para crear el sistema de «comunas» barriales, donde la ciudad es nada más que un banco de pruebas para que se multiplique por todo el país. Ciertamente que el ingenio no decrece para conseguir empalmar puestos seguros, y de paso, multiplicar la burocracia central con ramas que se expanden como en una copa de árbol. A nadie parece interesarle demasiado, del resto de la ciudadanía, aunque termine por tener que pagarlo de sus bolsillos, religiosamente. Igual, tenemos un ministro de Economía que sin ningún tipo de recato se permite estimar crecimientos parejos y continuados hasta 2010, sin importarle un bledo que nuestra siempre frágil estructura dependa de variables que no puede gobernar, porque no hacen a la voluntad exclusiva de gobernantes locales. Mucho menos, de funcionarios que están subordinados a los designios... políticos. Algunas veces, no uno sino varios que pasaron por el ministerio, apoyados por sesudos analistas del entorno y de fuera de él, nos pronosticaban una «convertibilidad eterna». Total, qué importa si para 2010 vaya uno a saber por dónde andarán los «gurús» de 2005.
Crecimiento asegurado, expansión de la burocracia en todos los órdenes, cargas nuevas para las cuentas públicas, financiamientos apoyados en impuestos, y proyecciones sobre los que nadie puede dar basamento serio.

Ya que estamos, podríamos pronosticarle al lector que el Merval de 2010 va a estar rondando -porque tampoco es cuestión de ser tan precisos- entre los 2.500 y los 3.000 puntos.Y que la suerte lo acompañe. Pero, no menos suerte que la que nos deba acompañar a todos, con las predicciones de índole nacional. Si alguien nos pregunta en qué nos afirmamos para el cálculo, pues en lo que profetiza nuestro gabinete económico para igual lapso. Y si nadie le discute al autor del principal insumo de la profecía, nadie debería discutir sobre nuestro pronóstico: simple efecto de aquella materia prima. Se ha ganado en superávit de cuentas, en reservas, no adelantamos nada en seriedad para detentar los cargos y ejercer con sobriedad, el poder de diseminar ideas sobre la sociedad. La política se entretiene en pensar de qué modo generar más cargos políticos, sobre cargos actuales, asegurarles el porvenir a los que puedan quedar cesantes de otras esferas y hacerles creer a todos que es «en beneficio común». He ahí un plan brillante, que habrá llevado mucho tiempo de estudio.

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