Los japoneses se entusiasmaron en un par de ruedas, porque venían últimos y al tranquito -peleando con el Merval-, pero les tocó abrir mal la semana a ellos también. Y lo primero que circuló, por la caída del Nikkei del lunes, fue que se habían visto influidos por «las pérdidas registradas en Nueva York»... Esto no es muy novedoso; si bien ahora -con la globalización seguramente que todos deben tener algún eslabón vecino, de la larga cadena de mercados: a quién pasarle la culpa de la propia baja. Resulta una bellísima -para quien lo observa con imparcialidad-figura, semejante a una hermosa rosa roja, plena de pétalos y de pliegues. Nadie parece resultar responsable de lo suyo, sino que para salvar su ropa se escudan en un efecto dominó gigantesco. La ficha previa es la que voltea a la propia y así, sucesivamente, hasta llegar a la primera. Pero, resulta que también las que encabezan el reguero suelen tener sus propias coberturas. Lo difícil es encontrar algunos que reconozcan que han sido víctimas de sus propios desvíos o de sus exuberancias.
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China, su Bolsa tan llenita en Shanghai, recibió otro grito de alerta y ya es «anaranjado».
Entre viernes y lunes decayeron cerca de 7%, porcentual que no hace mucha huella sobre la gran utilidad que llevan en el año. Y mucho menos sobre la factuosidad de los últimos tres años. Pero se les agregó otro componente y de un alto poder explosivo para una Bolsa que se infla de modo continuado: las noticias daban cuenta de «riesgo de crac en varios bancos chinos», los que quedaron expuestos facilitando créditos a decenas de sociedades que siguen siendo estatales y que, en general, tienen retornos muy bajos y pendientes de un hilo. Los seguimos de cerca a los chinos porque resultan, junto con el mercado del Dow Jones, las cumbres indudables del sistema bursátil actual. Y hay muchos interesados -eslabones de todas las regiones-esperando para cubrirse con ellos, si les toca algún acontecimiento más que bajista a los grandes. Cuando esto llegue a suceder, si sucede, o si sucede en corto lapso, recuerde el lector que lo taparán de comentarios donde la sutil raza de los «pronosticadores de lo que ya sucedió» asegurará que los suecesos se venían viendo venir desde hacía tiempo.
En torno a la cumbre del Norte, tal parece que ahora ya no quedan fieles adherentes a la voz común hasta no hace más de un mes, mes y medio: que era, lo de jugarse a que la Fed iba a bajar las tasas, a lo sumo hacia fines de año, como mucho. Como se puede ver, las opiniones suelen venir detrás de los mercados y sus cambios y sucesos. Por más que ahora se cuente con un instrumental y tecnologías fabulosas, con datos en tiempo real: las Bolsas son tan resbaladizas, como al querer pronosticar el clima.
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