3 de marzo 2021 - 00:00

¿Qué opina el BCRA sobre las bondades de una devaluación?

La escasez de divisas plantea serios desafíos. Algunos creen que sólo basta con ajustar el tipo de cambio y presionan. ¿Esa es la solución?

Miguel Pesce

Los banqueros centrales suelen ser muy escuetos y precisos en sus comentarios. Digamos que la prudencia guía sus dichos. Por eso, a veces, suelen “hablar” o transmitir lo que “piensan” a través de minutas del Directorio, trabajos, ponencias o estudios. El recordado Alan Greenspan (Fed), por ejemplo, e incluso Mario Draghi (BCE), hablaban muy poco, y se hicieron famosos por la prudencia de sus medidas manifestaciones, a sabiendas de que podían afectar a los mercados y la toma de decisiones de empresas y familias. Miguel Pesce, el “mudo” titular del BCRA, parece intentar imitarlos o bien esquivar el vizcachazo, por eso resulta interesante analizar la visión del ente monetario sobre un tema urticante y muy vigente: la devaluación y la falta de divisas.

Días atrás el BCRA difundió su último Informe de Política Monetaria y allí se ocupó de estudiar las elasticidades del comercio exterior argentino entre 2004 y 2019. ¿Qué miden las elasticidades? El porcentaje de variación de las cantidades exportadas o importadas ante un cambio de un 1% en el PBI o en los precios relativos. Aunque luzca solo para el debate académico, no es un tema menor, porque da una idea de qué influye más en las exportaciones e importaciones y por ende cuáles serían las políticas o estrategias más adecuadas en pos de revertir la escasez de divisas. Dado el contexto actual es relevante lo que concluye el BCRA con vistas a las probables movidas del equipo económico. Si bien reconoce que no existe consenso en la literatura sobre la forma virtuosa de afectar los flujos de comercio exterior y mejorar el resultado de la balanza comercial, en una economía en expansión, destaca que los que enfatizan rol del tipo de cambio real al ponderar los efectos sustitución o precio, es porque afirman que una depreciación real abarata y favorece las exportaciones y contrae las importaciones que son sustituidas por producción local); sin embargo, la literatura empírica (Albornoz, 2019; Zack, 2016; Berrettoni y Castresana, 2009) ha examinado esta problemática en los países latinoamericanos en general, y en Argentina en particular, y ha mostrado que los efectos precio no tienen la intensidad suficiente para modificar la composición del producto de modo de mejorar el saldo comercial. El BCRA ensaya una posible explicación a la debilidad de los efectos sustitución observados en las economías latinoamericanas en el patrón de especialización: “Su matriz productiva incompleta genera una fuerte dependencia por parte de la producción doméstica tanto de insumos como de bienes de capital importados que no son producidos localmente. A su vez, la base primaria de su matriz exportadora (bienes salarios o manufacturas de origen primario) hace que la demanda externa sea relativamente rígida o poco sensible a los cambios en los precios”.

Para estimar las elasticidades respecto al tipo de cambio real (TCR) y al PBI, usaron para el caso de las expo el PBI de los socios comerciales ponderados por comercio, el TCR bilateral con EE.UU. y Brasil según el caso y el TCRM con el resto de los socios comerciales; mientras que para las impo utilizaron el TCR bilateral con EE.UU. y el TCR con el resto de los socios comerciales, y el PBI argentino.

El estudio muestra que las depreciaciones reales persistentes, por sí solas, no solucionan la falta de competitividad. Las expo MOI responden más al TCR que las expo primarias. Las impo de bienes de capital tienen una elasticidad precio menor de la de los bienes de consumo. Y los productos regionales son más sensibles a la evolución de los precios relativos, lo cual indicaría que sus expo se favorecerían der una mejora del TCR.

El BCRA saca tres conclusiones a tener en cuenta.

• En primer lugar, que la elasticidad ingreso de las importaciones es superior a la elasticidad ingreso de las exportaciones; por lo que, a una misma tasa de crecimiento que la de los principales socios comerciales, tenderá a observarse un paulatino deterioro del saldo comercial. De este modo, para lograr que el sendero de crecimiento económico sea sostenible a largo plazo desde el punto de vista externo, debería lograrse un incremento de la competitividad que permita generar una mayor participación relativa de las exportaciones en el PBI y disminuir la de las importaciones.

• Dado que las elasticidades precio del comercio exterior no cumplen con las condiciones Marshall-Lerner (una depreciación real mejora el saldo comercial si la suma de las elasticidades de las exportaciones e importaciones respecto al tipo de cambio real es mayor a uno, y deteriora dicho saldo si la suma es menor a la unidad), la segunda conclusión es que las políticas comerciales que se basan exclusivamente en afectar al tipo de cambio real no serían las más efectivas para aumentar la competitividad y mejorar la balanza comercial.

• Los resultados muestran que hay algunos sectores exportables que sí exhiben cierta sensibilidad a los precios relativos y por lo tanto al tipo de cambio real. “En este caso, sin embargo, aplicar una política horizontal como lo es la devaluación de la moneda, (la cual, además, puede tener efectos negativos sobre distribución del ingreso, el empleo y el producto), no parece ser la política más adecuada. Parecería ser más eficiente implementar políticas sectoriales específicas que modifiquen el tipo de cambio efectivo enfrentado por aquellos sectores sensibles a los precios relativos (por ejemplo, a través de subsidios o cambios en las condiciones de financiamiento), de forma de lograr una mayor inserción de este tipo de bienes en los mercados internacionales y aumentar la participación relativa de las exportaciones en el PBI”.

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