4 de diciembre 2025 - 00:00

Diálogos de Wall Street: la Bolsa especula que el desempleo presione a la Fed a bajar tasas

La economía destruye empleo, pero no las expectativas de la Bolsa. Los temores a una corrección se hicieron a un lado, y otra vez el mercado bull consigue abrirse paso. ¿Cómo se justifica, Gordon Gekko? ¿Cuáles son las razones que despejaron las dudas de noviembre y les cambiaron el semblante a las acciones?

Para Gordon Gekko, la debilidad del mercado de trabajo en EEUU, le “asegura” a Wall Street las elevadas probabilidades de una baja de tasas el miércoles próximo.

Para Gordon Gekko, la debilidad del mercado de trabajo en EEUU, le “asegura” a Wall Street las elevadas probabilidades de una baja de tasas el miércoles próximo.

Periodista: Estados Unidos destruyó 32 mil empleos netos en el sector privado en noviembre, dice el Informe ADP. ¿Cómo responde la Bolsa? Con una suba generalizada en todos los índices. Las pequeñas compañías achicaron 120 mil puestos. El Russell 2000, la canasta de acciones que mejor las representa, lidera hoy el aumento: +1,5%. ¿Cómo se entiende? En noviembre cualquier estornudo provocaba temores de neumonía, y hoy, no importa el contratiempo, todo sirve para que la Bolsa procure trepar más alto.

Gordon Gekko: Con dificultad, si no se advierte la variable omitida. La debilidad del mercado de trabajo, inesperada porque el consenso apostaba a un aumento de 40 mil puestos netos, le “asegura” a Wall Street las elevadas probabilidades de una baja de tasas el miércoles próximo. 89%, señalan los futuros de fed funds de Chicago.

P.: No hay mal que por bien no venga.

G.G.: En efecto. Si la creación de empleo hubiera sido robusta, y mayor a lo esperado, la Bolsa estaría presa de la duda. Lo que le preocupa es lo que hará la FED. Si los indicadores ayudan a arrinconarla, si no le ofrecen un argumento para dilatar el recorte, mucho mejor.

P.: Para la semana que viene, puede ser. Como usted dice es la llave que facilita la rebaja de tasas en la próxima reunión. Pero todo tiene un límite. ¿Cuánto tiempo puede divorciarse la bonanza bursátil del deterioro de las condiciones laborales?

G.G.: Mucho tiempo si, a la par, la economía no frena su expansión.

P.: ¿Y ese viene a ser el caso actual?

G.G.: Todo sugiere que la economía se desplaza a una velocidad en torno a 2,5% anual desde el tercer trimestre. Y la data de actividad de octubre y noviembre confirma un arranque vigoroso del cuarto trimestre. Son carriles distintos. La baja de tasas se justifica por la voluntad de preservar la salud del mercado de trabajo. La suba de la Bolsa tiene el fundamento de una economía que crece más rápido que en el primer semestre. Y la confirmación de los balances del tercer trimestre que, después de revisarlos exhaustivamente, corroboran que la macroeconomía derramó sus frutos en la micro empresaria con gran generosidad. Las ganancias por acción crecieron 13,4% interanual. No está nada mal.

P.: Y además a la Bolsa le llueve del cielo el maná de la tercera baja de tasas consecutiva desde septiembre.

G.G.: Correcto. Después de un par de meses de examen riguroso. La corrección era una espada de Damocles que, además, se cobró sus víctimas, no en la Bolsa, pero sí en las adyacencias. No era una amenaza vacía o hipotética. Las acciones pasaron la prueba de estrés con éxito, sin doblegarse. Y lo que no mata, se sabe que fortalece. Y en diciembre, antes de las Fiestas, fortalece mucho más.

P.: ¿Piensa que el examen ya terminó?

G.G.: Quedó el bitcoin rindiendo un recuperatorio, por lo visto. Y permanecerá en capilla hasta que vuelva a remontar por encima de los 100 mil dólares y consiga una aprobación más convincente. Pero los otros “bochados” como el oro y la plata ya están cotizando de vuelta en un modo desafiante. Usted citó el Russell 2000 y es el mejor ejemplo de la disposición renovada a tomar riesgos en la Bolsa.

P.: Las pequeñas compañías son las más vulnerables a un traspié de la economía.

G.G.: Son las que lideraron la reducción de empleos en noviembre. Las que más sienten el impacto de los aranceles y de la incertidumbre. Empresas que no participan de la euforia de la inteligencia artificial. Lo suyo es mucho más pedestre.

P.: ¿Y cómo es que, por ejemplo, hoy, son el sector que más avanza en Wall Street?

G.G.: Tampoco participan de la bonanza de las ganancias empresarias que sí se observa en el S&P 500. En ese sentido, la baja de tasas es decisiva. Es la clave para que puedan recobrar su rentabilidad. En la medida, claro está, de que la economía conserve su marcha y no resienta sus negocios.

P.: Podemos dar por sentada una baja de tasas la semana próxima. Pero, ¿no puede ser la última, acaso? ¿Qué cabe esperar en 2026? El mapa de puntos no sugiere que vengan muchas más. Y si la inflación no vuelve a hundirse por debajo de 3% no habrá mucho espacio para intentarlo a menos que la FED quiera abandonar el sesgo restrictivo de su política monetaria. Algo que todavía no insinuó.

G.G.: Por eso mismo, el Gobierno juega con la idea de que el presidente Trump ya eligió al sucesor de Jerome Powell al frente de la FED.

P.: El año que viene lo que más va a cambiar va a ser la FED.

G.G.: Esa es la mayor incógnita. El mapa de puntos actual sugiere una baja de tasas en 2026 y otra en 2027. Pero es una referencia muy vaga y poco relevante en un contexto de cambio de autoridades. La pregunta del millón es cómo se van a tomar las decisiones en el banco central después de mayo.

P.: Y eso empieza tratando de imaginar a quién elegirá Trump para ponerlo al frente. ¿Kevin Hassett, el titular del Consejo Económico Nacional, un hombre del riñón de la Casa Blanca? ¿O alguien más solvente, y menos influenciable?

G.G.: Y si es Hassett, ¿pasará el filtro del Senado? Otras designaciones de Trump no tuvieron éxito en su primer mandato. No fueron rechazadas, pero languidecieron sin aprobación hasta que las propuestas se retiraron.

P.: ¿Usted qué cree?

G.G.: Trump ya pasó por esta misma encrucijada en su primer mandato. Así eligió a Powell, a instancias de su secretario del Tesoro de entonces, Stephen Mnuchin, y del “establishment”. Ese es el “error” que no quiere volver a cometer. No se puede poner a alguien competente, aunque sea republicano porque una vez designado querrá ser independiente y que se note. El establishment ya le pidió a Trump que no lo nombre a Hassett, porque no da la talla. Pero eso es precisamente lo que el presidente busca, alguien dócil y que Bessent pueda manejar.

P.: ¿Eso garantizaría más bajas de tasas?

G.G.: Bessent ya respondió que no necesariamente. La decisión la toma un comité y el chairman de la FED es un solo voto en doce. Si carece de predicamento y liderazgo, el banco central puede votar en contra de su moción, tranquilamente. Por eso Bessent dio a entender que hay que ser más riguroso con los presidentes de distrito. Ni siquiera basta con presionar a los gobernadores como ya se ha hecho. Pero el tema importante, entonces, es que las bajas de tasas deben ser creíbles para ser eficaces. Y esa puede ser la principal diferencia en 2026. Las bajas actuales, con Powell al timón, no son decisiones políticas. Por eso sirven para que los mercados barrenen sobre ellas. El año que viene bien puede ser otra historia si la credibilidad se hace trizas. Aunque todavía eso no se refleje para nada en los precios.

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