Diálogos de Wall Street
Si rigen tasas negativas, ¿por qué no un precio negativo de la energía? Y conste que no es por la preocupación que hay en el mundo por el medio ambiente. ¿Qué otras sorpresas nos esperan, Gordon Gekko?
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Periodista: Hubo que pagar para librarse de una posición de petróleo. ¿Tener que pagarle al comprador para poder transferir el contrato de futuro y que se haga cargo de recibir la mercadería como si fuera un hierro caliente? Sí. Y hasta 40 dólares por barril.
Gordon Gekko: ¡Mi reino por un buque cisterna! Cada contrato son 42 mil galones de crudo. Y hubo quien se los llevó gratis y cobró por ello 40 mil dólares. Créase o no.
P.: Mucho se habló de un eventual precio negativo del crudo, pero otra cosa es verlo en acción. ¿Cuántas más situaciones increíbles traerá consigo el destino de pandemia?
G.G.: Esto fue curioso, pero es cambio chico. Una anécdota que tiene que ver con el virus, la guerra de precios entre los países productores y, sobre todo, con la falta de capacidad de almacenaje en el nodo de Cushing. Si los futuros de WTI se pudieran compensar en dólares y no se exigiera la entrega de físico, no hubiéramos llegado a un extremo.
P.: Que yo sepa, los contratos se respetaron a vencimiento. Y tampoco el petróleo se arrojó al mar. ¿Cómo se logró zanjar la cuestión?
G.G.: Para eso está el sistema de precios. El interés abierto que llega al vencimiento de los futuros es siempre muy bajo precisamente por el riesgo de quedar arrinconado, y sin otra alternativa que ceder unos dólares extra para incentivar a los vendidos a que recompren sus contratos. En el margen, fue una ganancia caída del cielo para los dueños (o arrendatarios) de capacidad de descarga.
P.: Es entendible, pero no deja de ser el mundo del revés.
G.G.: Ya conocimos el mundo permanente de la tasas cero y negativas, y las curvas de bonos por debajo de cero, mucho antes del coronavirus. Que nada lo sorprenda. La recesión viral es más grande que la Gran Recesión de 2007/2009 y es, a la par, la principal política de salud pública que sigue el mundo.
P.: Se dice que la caída del petróleo es más reveladora de la realidad que la estabilidad que muestran los mercados financieros por la sencilla razón de que la Fed puede intervenir en ellos, y darles sostén, y en cambio no es un comprador de petróleo de última instancia.
G.G.: Lo que la Fed hace es Bagehot clásico (una recomendación del siglo XIX). Es prestar libremente contra buen colateral. Provee liquidez de manera elástica para evitar que su ausencia provoque una situación de insolvencia. Punto. Puede disuadir apretujones, y revivir a los desmayados en un tumulto, no a los muertos.
P.: ¿Seguro? ¿Y los casos de Bear Stearns? ¿O Long Term Capital?
G.G.: Pudo interceder por ellos. Con éxito. Fracasó con Lehman (a pesar de que tenía las llaves del mejor real estate de Manhattan). Halló compradores para Bear Stearns (JP Morgan) y para LT Capital (sus propios acreedores), y con ese respaldo de capital sí pudo dar vuelta sendas situaciones complicadas, operando dentro de los límites de su mandato.
P.: ¿Y qué me dice de la sopa de letras, de los programas especiales?
G.G.: Ahí es el brazo financiero del Tesoro. La separación de roles es nítida. Los quebrantos, si los hubiera, son del Tesoro. Es política fiscal, un gasto público contingente que está aprobado en el megapaquete de la ley CARES por el Congreso. O sea, en una ampliación del presupuesto. Han tenido un gran efecto estabilizador aunque apenas se los haya usado.
P.: ¿Y los anuncios de compra de deuda empresarial, inclusive por debajo de grado de inversión?
G.G.: Fueron una contribución decisiva. Evitaron una corrida, un ejercicio de tiro al pichón. Permitieron preservar un mercado secundario ordenado, y reabrir el mercado de nuevas emisiones, sin necesidad de efectuar todavía ningún desembolso. Pero aquel que el mercado juzgue que está quebrado está quebrado. ¿Cuánto podría comprar la Fed del mercado de deuda grado de inversión?: 4% ¿Y del universo de alto rendimiento?: 0,3%. Quien necesite un rescate, como las aerolíneas, que vaya al Tesoro. Pero no habrá salvamento para todos. Lo que hay que esperar es un alud importante de quiebras, y por la naturaleza perturbadora de la enfermedad, más severo que en una recesión ordinaria. El presente es cruel y el futuro es una promesa de mejoría. El mercado dirá qué canal prefiere sintonizar. Eso sí, si la realidad se desmorona con estrépito, habrá que prestarle atención.
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