Aesta altura queda poco por decir. Faltan apenas horas para que termine el primer mes del año y los dados ya están echados: el saldo es negativo. Dejando de lado el poder casi místico que algunos le atribuyen a enero, como predictor de lo que sucede en los siguientes once meses, es claro que pasamos por momentos extraordinarios. ¿Si no, de qué otra manera podemos explicar que el Dow, el índice que abarca las empresas más prestigiosas de los EE.UU. sea el que más cae en el continente? Es cierto que puntualmente se puede culpar al último informe sobre el PBI que mostró una economía creciendo mucho menos de lo que esperaban los analistas, a los datos sobre el desempleo que fueron malos, a los directivos de AOL Time Warner quienes anunciaron una pérdida casi brutal para 2002 y al recrudecimiento de la tensión militar contra Irak. Pero ésta apenas alcanza para justificar porqué ayer el Dow retrocedió si se quiere 1% o 1,5%. Nunca 2,04% que terminó cediendo al cerrar en 7.945,13 puntos, prácticamente el mínimo de la jornada. Lo curioso de lo que aconteció, es la poca atención que se les prestó a las empresas que presentaron buenos números, ya sea durante la sesión (como Exxon) o luego del cierre (como Disney, Adobe, etc.), algo que se reflejó en un nivel de pesimismo como hace tiempo no veíamos y que tiene que ver con que siguen sin aparecer nuevos inversores en el mercado (los volúmenes negociados continuaron estando entre 1.400 y 1.500 millones de acciones). Para tratar de darles alguna perspectiva a las cosas, hay que tener en cuenta que el cierre de ayer es el más bajo que experimenta el S&P 500 desde el 14 de octubre pasado. Tal vez hoy las cosas mejoren algo, pero no lo suficiente.
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