Los controles lanzados para frenar el alza de los precios están ocasionando un boom de mercados paralelos o en negro. Así, en las últimas semanas surgieron precios de venta de la carne más altos y por fuera del Mercado de Liniers, del trigo eludiendo un «precio sugerido», y de frutas y hortalizas sin pasar por el Mercado Central. Procedimientos similares, por motivos diferentes, ya se estaban dando con el dólar, para giros desde y hacia el exterior, y el gasoil, y en materia fiscal, en las operaciones para eludir el alto y pernicioso impuesto al cheque en el mercado. Se cumple a pleno, sin condicionalidades, la ley de Murphy: sale mal todo lo que estaba en condiciones de salir mal. Concretamente, y en línea con lo que sucedía con la «inflación cero» de José Ber Gelbard ( había precio máximo de $ 0,40 el kilo para el azúcar, pero para poder comprar, había que entregar otros $ 0,40 por debajo del mostrador), se están produciendo los siguientes fenómenos:
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Carne: los precios del novillo fueron fijados en el Mercado de Liniers por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a $ 260. La primera consecuencia fue inmediata, con el desplome de la oferta y el aumento en paralelo de operaciones -obviamente a mayor precio- en las ferias del interior. La diferencia entre Liniers y la realidad es nada despreciable: llega a 20%.
Trigo: otra vez entra en escena Moreno para intentar resguardar el precio del pan. Pone un precio de « referencia» de 120 dólares por tonelada para las ventas que hacen productores a los molinos. No se cumple, obviamente, y para poder hacerse de trigo, los molinos tienen que pagar un plus de u$s 18, es decir 15% por encima del precio Moreno. Los exportadores aprovechan el descalabro de controles y también quieren pagar u$s 120 para colocarlo en el exterior a u$s 150 (valor FOB).
Gasoil: es menor la escasez pero «no llueve gasoil», como había prometido el gobierno. En los últimos días se redujo la demanda para transportepor el paro agropecuario,pero continúan la siembra y la cosecha. Lo que debería valer $ 1,45 se estuvo pagando entre $ 1,90 y $ 2,90 para acceder a una cantidad de litros significativa.
Frutas y hortalizas: al Mercado Central también llegó Moreno y hasta instaló una oficina. Fijó una lista de cerca de 20 precios máximos. Fuera de ello, directamente se dejaron de informar los valores. Hasta ahora se cumple, pero es difícil saber cuánta menos cantidad se opera en ese mercado. En las góndolas, los precios están hasta 25% por encima de la lista oficial.
Dólar: hay un tope de $ 2 millones por mes para personas y empresas para girar divisas. La medida fue lanzada en 2002, en momentos en los que el tipo de cambio rozó los 4 pesos. Sigue vigente y también el remedio ideado por operadores, el llamado «contado con liqui». Consta en simular una operación de compra y venta de títulos públicos (en el exterior y en la plaza local, respectivamente) y así simplemente aparecen los dólares en el destino deseado.
También hay otras variantes de la economía en negro no relacionadas con los precios, pero sí con la actividad de importantes sectores. Así, por ejemplo, se encontraron rendijas para eludir el impuesto al cheque, otro motor de la informalidad. Como las operaciones bursátiles están exentas de este tributo lanzado por Domingo Cavallo en 2001, florecen las colocaciones que hacen pymes en cauciones, por ejemplo. Cuando el giro de negocios de la empresa en cuestión es significativo, más relevancia cobra este tipo de operatoria.
Un capítulo aparte merecen ya los proyectos laborales del diputado Héctor Recalde. Hoy el crecimiento de la economía esconde -poco- el alto nivel de empleo en negro. Entre las medidas que toma el ministro Tomada y los proyectos de Recalde en el Congreso -ambos, y no es casual, con terminal en la CGT de Hugo Moyano- están los principales impulsores del trabajo informal. Si bien esta cuestión no es nueva, en definitiva termina completando lo que es la fuerte y súbita invasión del negro a la economía argentina.
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