17 de marzo 2006 - 00:00

Ganancias: Kirchner quitó la dentadura al sindicalismo quejoso

Hugo Moyano
Hugo Moyano
Todavía existe gente que duda de que Néstor Kirchner manifiesta un miedo tal hacia Hugo Moyano que lo conduce al borde de la incondicionalidad. Para esas personas, el Presidente produjo una desmentida categórica. Delegó en el camionero el anuncio de la elevación del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias. La conducción de la CGT formuló el anuncio junto a la ministra de Economía, Felisa Miceli; y al de Trabajo, Carlos Tomada. Milagros de un Tesoro acaudalado, los mercados no tambalearon al contemplar esa foto, en la cual el Palacio de Hacienda elegía a Moyano para comunicar un descenso de $ 1.500 millones en sus ingresos. Podrían haber acompañado ese trago con otro anuncio, por ejemplo, el del superávit fiscal, cuya divulgación parece inminente. Pero razones poco misteriosas -la necesidad de arrebatarle una bandera al renunciante Sergio Acevedo- hicieron que el gobierno eludiera esa combinación y se tirara de cabeza sobre los micrófonos para el anuncio.

Kirchner, como se notó en la campaña electoral del año pasado, sólo obsequia la divulgación de mensajes auspiciosos a su esposa, Cristina. Y, aun así, con reticencias. Por eso que haya permitido al secretario general de la CGT comunicar el « salariazo» indirecto de la modificación en Ganancias permite ponderar la importancia que tiene para la Casa Rosada alcanzar su objetivo en el terreno sindical: que el próximo Comité Central Confederal, convocado para el 6 de abril próximo, sirva para un informe de la conducción y un aplauso de la concurrencia. Nada más.

La modificación del mínimo no imponible de Ganancias se había convertido, hasta el miércoles, en la exigencia más intransigente que un sector importante del sindicalismo formulaba al gobierno. El acercamiento de quienes apoyan de manera condicionada a Moyano en el secretariado de la CGT, es decir, de Luis Barrionuevo, Gerardo Martínez y Andrés Rodríguez, con el sector que se apartó de esa conducción, comandado por Armando Cavalieri, Oscar Lescano y José Pedraza, quedó expresado en una especie de «plan de lucha» -nadie se animaría a usar esa antigua expresión delante del implacable santacruceño, claro-. La primera reivindicación era la modificación de los montos a partir de los cuales los empleados deben tributar por Ganancias. Las otras demandas (aumento del salario mínimo, de los haberes jubilatorios, de los ingresos de empleados públicos o de los giros del PAMI a las obras sociales) figuraban como una especie de relleno al lado de aquella premisa superior.

• Incógnita política

Desde esta perspectiva, al conceder la modificación del mínimo no imponible, Kirchner le quitó la dentadura a ese sindicalismo que amenazaba al gobierno, y al propio Moyano, con alguna agresividad. ¿En qué proporción la amenaza estaba dirigida al Presidente y en cuál al líder de la CGT? Es una incógnita política importante para comprender hoy el juego sindical. Sucede que el camionero ha adoptado el criterio de aprovechar para sí, o para su propio sindicato, las ventajas que le concede Kirchner para calmar al gremialismo. Maneja subsidios para el transporte, controlala subsecretaría de esa área, puso a su abogado al frente de la «caja» de las obras sociales y consiguió que el Ministerio de Trabajo se muestre prescindente en los encuadramientos sindicales, que Moyano resuelve en su favor. Los demás gremialistas siguen, como dicen ellos citando a Discépolo, con «la ñata contra el vidrio».

Esta exclusión ha generado un enorme malestar interno en la CGT que se manifiesta en presiones sobre Moyano para que consiga saltar vallas cada vez más altas. ¿Lo hacen para ponerlo en contra de Kirchner? ¿O es para que Kirchner entienda que los premios deben socializarse? El Presidente cree que se trata de la primera opción: por eso le dio todo el escenario del anuncio al camionero, de tal manera que pueda enrostrar su «conquista» ante quienes le dicen que «la docilidad no paga».

Sin embargo, la respuesta a la incógnita sobre el destinatario de la agresividad sindical se conocerá en estos días. Porque ya desde ayer había sindicalistas a los que lo anunciado por Kirchner comenzó a parecerles poco. «Nosotros pedíamos como mínimo $ 3.000 para los solteros y $ 4.000 para los casados», recordó uno de los descontentos con la forma de «distribuir dividendos» del secretario general. «Bastante más de lo que nos dieron», aclaró. En la Cámara de Diputados, ya existen los legisladores que imaginan un método para conseguir lo que falta. No hay que olvidar: allí están Barrionuevo y su esposa, la ex ministra de Trabajo Graciela Camaño, además del laboralista Héctor Recalde, el metalúrgico Francisco «Barba» Gutiérrez y el economista de la CTA Claudio Lozano. Cerca de ellos ya se habla de que para que la concesión de Kirchner sea viable, debe convalidarse con una ley. Además de establecerse la mejora desde enero, lo que supone algo inimaginable; que Kirchner devuelva plata que ya cobró (sólo Rodrigo de Rato merece ese milagro). Abrir ese tratamiento en el Congreso sería iniciar una negociación fiscal a la que el Presidente no está dispuesto.

Para él, al contrario, la concesión impositiva al gremialismo ha sido tan generosa que espera una retribución por ella. Quiere que los reclamos de los sindicatos en las paritarias sean moderados, es decir, que no superen 15%. Todo un problema ya que Moyano, desagradecido, anunció una pretensión de 30% para los camioneros. No hace falta recordar que se trata de un sector decisivo en la formación de los precios que el gobierno viene negociando con todos los sectores de la economía, en especial con los supermercadistas. La UIA, por ejemplo, ya advirtió que se está ante una escalada salarial inquietante. A pesar de que su titular, Héctor Méndez, ha dado una media palabra de conceder entre 25% y 35% de mejora en su sector, el de los plásticos.

Para el secretario general de la CGT no sería tan grave la demanda de los camioneros. Lo explican sus detractores: «El no tiene problema porque las empresas a las que les pedirá el aumento son subsidiadas por el Estado. En otras palabras, el que pagará la suba es Kirchner desde Hacienda». De nuevo aparece en el frente salarial la objeción de siempre a la mezquindad egocéntrica de Moyano. El Presidente supone que puede resolver toda su relación con el gremialismo aplacando sólo a uno de sus integrantes, el camionero. ¿Se equivoca? Hasta ahora, no.

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