2 de diciembre 2019 - 00:00

Trump torea a China por Hong Kong, y el mercado bull sigue intacto

Si los líderes quitan la escalera, sólo una economía firme podría sostener expectativas tan altas. La actividad global arroja algunas pistas.

Expectativa. Los mercados parecen convencidos de que Trump y Xi Jinping están condenados a fumar la pipa de la paz.

Expectativa. Los mercados parecen convencidos de que Trump y Xi Jinping están condenados a fumar la pipa de la paz.

Wall Street clavó récords el miércoles, concedió un paso atrás el viernes (cayó 0,4%) y cerró un noviembre pletórico de avances, como no se veía desde junio. La impresión final es de una búsqueda de moderación –la volatilidad accionaria dio un salto en la última rueda, a partir de niveles bajísimos– pero la realidad, metro en mano, es que el ascenso no se detiene más allá de los episodios de fugaces escarceos. En lo que va de 2019, el S&P500 escaló 25,3%; el Dow Jones Industrial, 20,3% y el Nasdaq superó 30%. Tener presente: la rentabilidad de las empresas que conforman el S&P reculó en los tres últimos trimestres (en la comparación interanual) y se mantendrá plana a lo largo de todo 2019. El año que viene nadie espera un crecimiento de las utilidades que exceda 10% (y la historia previene sobre futuras revisiones a la baja). Que a Wall Street le toque tomarse respiro –como mínimo– parece natural y sensato; así lo insinúa, y sin embargo, a la postre, no logra contenerse. Más todavía: la base del rally continúa en franca expansión. Las acciones de compañías pequeñas –small caps, en la jerga– se sumaron a la corrida de toros. El Russell 2000 –la canasta que mejor las representa– alcanzó por fin nuevos máximos absolutos, es decir, de última generación. Ya no quedan flancos rebeldes, áreas accionarias importantes que se nieguen a convalidar la potencia de la suba. De más está señalar que el Wilshire 5000 –el índice más amplio operable, integrado por otros tantos papeles– se instaló también, cómodo, en alturas nunca antes vistas. Y una palabra final sobre los flujos. Las familias de fondos comunes de acciones recibieron entradas de nuevos recursos por 8200 millones de dólares las dos últimas semanas, según The Investment Company, pero los que invierten, de manera exclusiva, en los EE.UU. enfrentaron salidas, y por una cifra aún mayor. Si bien la bonanza de las bolsas es global, Wall Street imprime el liderazgo, no importa si esté bien o mal regada.

Qué duda cabe. Los árboles no crecen hasta el cielo. Sin embargo, conviene recordar que no estamos en la temporada de poda. Todo lo contrario: son meses donde el calendario destaca la floración exuberante. Con el Día de Acción de Gracias comienza la estación de los rallies “festivos” que se suceden luego tras Navidad, Año Nuevo, y Reyes Magos como una exhalación única, o a manera de fascículos por entrega; no siempre, pero con llamativa reiteración. Un primer disparador habitual, las ventas del Viernes Negro, a simple vista, no fueron sobresalientes. Ya no hay avalanchas de compradores en los malls (aunque hubo más movimiento que un año atrás). No obstante, las ventas en línea explotaron. Según Adobe Analytics, crecieron 19,6% interanual y fueron récord (y la segunda cifra más alta en registros, sólo por detrás del Cyber Monday de 2018).

En todo caso, el motor de la trepada en curso está tipificado con nitidez: la expectativa de una paz comercial con China.

Lo demás es accesorio. Y esta semana hubo examen sorpresa. Trump toreó a Beijing cuando le puso la firma a una ley sobre Democracia y Derechos Humanos en Hong Kong. La respuesta airada fue instantánea. China, empero, no mezcló la hacienda. Rechaza la iniciativa como una injerencia inadmisible en los asuntos internos de Hong Kong, que son los asuntos internos de China, pero no tomó represalias en la arena comercial (ni sugirió que vaya a hacerlo en el futuro). Súmese la noticia de probables nuevas sanciones a Huawei, y se tendrá una medida cabal de la convicción ultrarresistente de los mercados de que Trump y Xi Jinping están condenados a fumar la pipa de la paz. O a lidiar con sendos terribles fracasos. Puede fallar, diría Tu Sam. En cuyo caso, ¿cómo evitar el infierno en la torre? Si los líderes quitan la escalera, sólo una economía firme podría sostener expectativas tan altas. Y la actividad global arroja algunas pistas de mejoría (entremezclada con otra data que no, como los números de la contracción del volumen de comercio en septiembre, un filoso 1,1%). La llave de la recuperación anida en los progresos que exhiben las nuevas órdenes de exportación, que reviven justo a tiempo (si se toma una foto de 22 informes PMI nacionales). Pero a no engañarse. ¿No se derrumbarían acaso si la confrontación plena con China regresara para cobrarse revancha?

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