Seguramente si un año atrás decíamos que a esta altura estaríamos escribiendo que el Russell 2000 rompería todos los récords, que el S&P y el NASDAQ marcaría un nuevo máximo para los últimos cuatro años y que al mismo tiempo el petróleo estaría en el valor más alto de su historia, más de uno nos habría tildado de locos. Sin embargo, esto es lo que ocurrió ayer; el crudo quedó en u$s 61,89; el Russell, en 688,51 puntos; el S&P, en 1.244,12; y el NASDAQ, en 2.218,15. Pero si, además, hubiésemos dicho que esto se daría con la tasa más elevada desde abril (a 10 años trepó a 4,336%) y un dólar que retrocedía a 111,46 yenes y u$s 1,2195 por euro, seguramente que alguien hubiera librado una orden de encierro. Sin embargo, ésta es la realidad que nos toca vivir. Por un lado, un mercado bursátil que ve cómo por 13º mes consecutivo las ganancias de las empresas suben y se muestran cada vez más dispuestas a incrementar sus gastos de capital. Por otro, una economía que se puede decir que sigue creciendo, aunque sin un aumento significativo de precios y a pesar de los frenos que le impone la Reserva Federal. No es que el horizonte esté libre de nubes. Al contrario, cualquier persona prudente puede enumerar varias de ellas. Pero cada día que pasa crece la sensación de que estamos entrando en un "bull market" al menos similar al que tuvimos en el segundo semestre del año pasado. Lo único que falta entonces para poder declarar oficialmente inaugurada la fiesta es "volumen". Un volumen que hasta que no termine el verano es difícil que podamos juzgar en su justa dimensión.
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