4 de agosto 2020 - 00:00

Pospandemia: ¿qué haría Perón?

La pobreza es un fenómeno multicausal. Para revertir su crecimiento, debemos hacer foco en algunos puntos clave.

Juan Domingo Perón, expresidente argentino.

Juan Domingo Perón, expresidente argentino.

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La pobreza en la Argentina, que a fines de 2019 ascendía al 35%, seguramente superará largamente el 40% de la población a fines de 2020 por efecto de la pandemia. Equivale a 18 millones de pobres, sobre una población total actual de 45 millones. En la larga tragedia de la decadencia argentina, podríamos entonces ubicar nuestra “caída en desgracia” en el momento en que nuestra población era de 27 millones de habitantes. A partir de allí, podemos pensar que prácticamente el 100% del aumento de población (18 millones) fue equivalente al aumento del número de pobres.

El censo de población de 1980 registró un total de habitantes de 27,9 millones, con lo cual a partir de 1978/1980 la economía argentina se convierte, altibajos aparte, en una verdadera (y desgraciadamente muy eficiente) “fábrica de pobres”. La pobreza es un fenómeno complejo y multicausal, sin perjuicio de lo cual intentaremos bosquejar una explicación que pueda servirnos para el futuro.

Desde fines de los ‘70 hasta la actualidad tuvimos períodos en los que -mediante diversos artilugios- se mantuvo artificialmente bajo el tipo de cambio. En los ’90 fue la convertibilidad, entre 2011/2015 el “cepo” y entre 2016/2018 el endeudamiento público externo, todos ellos períodos de “dólar barato” en los que los sectores productores de bienes, principalmente el campo y la industria, tuvieron que afrontar pérdida de competitividad y altas tasas de inflación.

Tropezamos siempre con las mismas piedras: devaluación e inflación. Parece claro que no generamos los dólares suficientes (por eso las recurrentes devaluaciones) ni la producción que pueda abastecer el mercado interno a precios estables (por eso la permanente inflación). Tampoco los puestos de trabajo productivos necesarios (por eso el desempleo crónico y creciente o el aumento del empleo de baja productividad).

Durante los últimos 40 años, el empleo en el campo y la industria -que producen para el “changuito” del mercado interno y para la exportación- se redujo desde 2.500.000 trabajadores a 1.500.000 trabajadores en la actualidad. Mientras tanto, aumentó significativamente el empleo en los demás sectores, con lo que la demanda por bienes aumentó significativamente (todos vamos al supermercado o almacén…) sin un correlato en la oferta al mercado interno (por eso la inflación) ni en las exportaciones (por eso la falta de dólares). Resumiendo, necesitamos más fábricas y menos oficinas.

Las cifras disponibles para la Argentina demuestran que un puesto de trabajo en el sector productor de bienes (campo e industria) cuadruplica el valor agregado que genera un puesto en los demás sectores. Como en un eterno retorno, volvemos a aquello de que “la única verdad es la realidad”. En la apertura del Congreso de la Productividad (¡marzo 1955!), Perón afirmaba que “la productividad es la estrella polar que debe guiar las soluciones económicas”. También había apelado al capital extranjero para aumentar las inversiones. Sin inversiones y puestos de trabajo productivos estamos condenados a la decadencia y a profundizar la pobreza. Esperemos que en la “pospandemia” podamos articular los acuerdos y las inversiones productivas para revertirlas. No tengo dudas de que los argentinos unidos somos capaces de lograrlo.

(*) Presidente de Sociedad Comercial del Plata y dueño de Morixe

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