Nueva York - «La Argentina está en un ciclo de crecimiento que se extenderá entre 10 y 15 años. Claramente no se trata de un ciclo especulativo». La frase de Eduardo Elsztain -que el empresario respaldó con gráficos en los que demostró la fortaleza de la demanda de commodities alimentarios, la baja participación del crédito financiero en el proceso de crecimiento y el precio relativamente barato de los inmuebles en el país, entre otros datos- resumió el espíritu con el que una nutrida delegación de empresarios argentinos llegó ayer a Wall Street: «vender» la idea de que es bueno invertir en la Argentina y que ahora es el momento, porque más tarde será más caro.
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Se trata claramente del mismo mensaje que el propio Néstor Kirchner -cuya foto acompañado de su esposa y del presidente de la Bolsa de Nueva York adorna uno de los pasillos internos del edificio- trajo en su visita a Wall St. Por eso no se entiende quizás, que el gobierno (en realidad, el Ministerio de Economía) haya designado a un funcionario con sede en Washington como única compañía oficial: de hecho, el cónsul, Héctor Timerman eligió ausentarse de los eventos matutinos y sólo prestó la sede de la representación comercial para un cóctel vespertino. En realidad, todo el viaje fue organizado por el Bank of New York, depositario de más de 90% de las acciones argentinas que cotizan en Wall St.
En un día en que el índice Dow Jones registró su mayor caída de los últimos cuatro meses-(cerró 1.25% abajo) el grupo de empresarios argentinos intentó convencer a un centenar de «fund managers» de las bondades de invertir en el país. Fue en el «Board Room» del New York Stock Exchange en Wall Street, un ámbito que nunca se había abierto antes a visitantes de nuestro país, para un ágape semejante.
Un par de horas antes, Carlos Felices (CEO de Telecom), Jorge Casagrande (CEO de TGS), Jorge Heilpern (representante argentino ante los organismos financieros en Washington), Clarisa Estol (presidenta del Banco Hipotecario), Guillermo Stanley (Banco Macro). Alejandro Elsztain y León Halac (APSA), Pablo de Pellegrini (Tenaris) y Federico Villegas Conte (Metrogas), se habían apiñado en el balcón que se yergue sobre el «trading floor» de Wall St., para abrir la sesión de ayer, que terminó mal para los inversores por razones imputables a Wal Mart y a Google y no a la presencia de los connacionales.
El largo día que vivieron los empresarios comenzó con un desayuno, en el que Catherine Kinney, VP del NYSE explicó las bondades de destinar fondos a una de las economías que muestra los mayores grados de crecimiento del mundo. Por su parte Elsztain, principal mentor de este viaje que él mismo definió como un «non deal road show» (una gira en la que no se busca colocar una acción o un bono sino simplemente hacer marketing y lograr que el mercado «registre» la existencia de la Argentina como destino de inversiones), dijo que la experiencia de las 13 empresas argentinas que cotizan en el principal mercado bursátil del mundo «siempre fue muy positiva».
Panoramas
En el almuerzo el politólogo Sergio Berensztein y los economistas Walter Molano (BCP Securities) y Gustavo Cañonero (Deutsche Bank), pintaron panoramas bastante diferentes del futuro inmediato. El más optimista fue Molano, quien arriesgó un pronóstico de 8% de crecimiento del PBI en 2007; Cañonero fue un poco más moderado (7%), pero condicionó que aun con superávit fiscal y precios relativos favorables, si no se hacen las inversiones necesarias en energía se complicará mantener el crecimiento. «Esto lo veo difícil con tarifas casi congeladas y ausencia de marco regulatorio». Hacen falta por lo menos 2 a 3 mil millones de dólares hasta 2010 para satisfacer la demanda». Y agregó que la mayor dificultad para que lleguen esas (y otras inversiones) es «la imposibilidad de poder decir qué va a pasar en la Argentina en dos, tres o cuatro años».
Si este pronóstico de Cañonero, que contradecía el optimismo de Elsztain para los próximos 10 o 15 años, sonó como un tiro en la noche, la descripción que hizo Berensztein del Presidente y su visión de la política, tampoco pudo haber hecho sentir cómodos a sus anfitriones. Es que el socio de Poliarquia y director de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Di Tella, calificó a su gobierno de «raro caso de populismo con políticas fiscales conservadoras». Agregó que, bajo Kirchner la Argentina «puede llegar a ser como Bolivia o Ecuador, con crisis políticas terminales, puede caer en autoritarismos como los de Alberto Fujimori o Hugo Chávez, o puede terminar pareciéndose a la Argentina de 2005 (reelección por amplio margen) o a Brasil de 2006 (un izquierdista pragmático). Es verdad que estamos mejor que todos ellos, pero el fuerte liderazgo del Presidente contrasta con la debilidad del aparato estatal».
Después vino la ronda de preguntas en la que, llamativamente, ninguno de los comensales formuló interrogante alguno (los hombres de prensa tenían vedado hacerlo). Sin embargo, Elsztain, Felices, Estol y Stanley habían conversado largamente con los enviados especiales de la prensa argentina en un encuentro privado. Allí el CEO de IRSA explicó elípticamente (o no tanto), la ausencia de uno de los invitados «estrella» a este road show: el supermercadista Alberto Coto. Fue cuando dijo que no era sencillo pasar de ser una empresa familiar a cotizar en Wall St. «Hay que cambiar el gobierno corporativo incorporando directores independientes, hay que cambiar la contabilidad, hacer balances trimestrales... Si uno nunca cotizó en la Bolsa de Buenos Aires, es muy difícil arrancar en el NYSE», dijo. De todos modos, la presencia de Coto se vinculaba más con la renegociación de su deuda que con la posibilidad de ofrecer parte de su capital en el mercado bursátil. Estol agregó que «cotizar en Bolsa, cuesta cerca de un millón de dólares por año. dependiendo del capital. Obviamente, no es para cualquiera».
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