La FED, en su lucha por la independencia, debe dar explicaciones. Trump versus Cook ya llegó a la Corte Suprema. La gobernadora Lisa Cook resiste la decisión del presidente de despedirla. Ya obtuvo un fallo judicial favorable que la preserva en actividad, pero Trump apeló. Y una legión de ex titulares de la FED - Greenspan, Bernanke y Yellen, amén de otros notables - se arrimó como amicus curiae para recordarle a los supremos magistrados la importancia de salvaguardar la independencia de la institución. La abierta injerencia de la política – la presión asfixiante del presidente por manejar la política monetaria - obliga a explicar todo. Lo obvio (y que se daba por sentado), pero también lo debatible, y lo arcano. Ante la Justicia y la opinión pública. Un corolario inédito: la baja de tasas de octubre, que los mercados descuentan, pero la FED no resolverá hasta último minuto, se discute hoy con lujo de detalles. Se conocen así opiniones muy precisas con nombre y apellido. Porque también habrá renovación de autoridades. Y la máxima jefatura quedará vacante cuando caduque en mayo el mandato de Jerome Powell.
EEUU: la FED ya discute la baja de tasas de octubre
La modificación de las tasas, que los mercados descuentan pero la Reserva Federal no resolverá hasta último minuto, se discute esta jornada con lujo de detalles. ¿Cuál es la verdadera meta de inflación que persigue el banco central?
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Nunca la banca central fue tan locuaz en Washington. Nunca estuvo tan dispuesta a ventilar sus intimidades. ¿Cuál es la verdadera meta de inflación que persigue el banco central? ¿Por qué pasan los años y no hace mayores esfuerzos para que la inflación regrese a 2%? ¿Tiene razón Trump, después de todo, cuando alega que responde siempre “demasiado tarde”? ¿Qué tan apropiados son sus métodos y puntos de vista para el cumplimiento de su misión? El presidente ya infiltró un “troyano”. Su principal consejero económico, Stephen Miran, es uno de los siete gobernadores de la Junta. La porfía se hará más extenuante. Para vencer, habrá que convencer a terceros, y para convencer hay que hablar más.
Es fácil extraviarse, ahora ya no en la profundidad de los silencios, sino en una maraña de voces y argumentos que además no forman parte de una única conversación. No es solo la baja de tasas lo que se debate. Es todo el andamiaje de la política monetaria. Es curioso, la FED completa cada cinco años una revisión exhaustiva de su marco de aplicación (estrategia, instrumentos y prácticas de comunicación). Ello involucra deliberaciones internas, pero también el aporte de expertos e investigaciones académicas (la Conferencia Laubach) y contribuciones de la comunidad a través del programa FED Listens. Ese marco conceptual aggiornado – que reflejó las lecciones aprendidas en la pandemia - se presentó en agosto. Se restableció allí el enfoque tradicional de metas de inflación – con un objetivo puntual de 2%– tras un interregno de cinco años donde prevaleció un esquema que perseguía una meta promedio de 2% (que compensaba por los desvíos de la inflación – a ambos lados de 2% - en el tiempo).
Lejos de clausurar esta agenda para retomarla en 2030, el aguijón de la intromisión política mantiene viva la llama de discusión. Cuando Raphael Bostic, de la FED de Atlanta, la semana pasada, se declara partidario de definir la meta de inflación como un rango para evitar la falsa impresión de precisión, y señala que ese rango bien podría ser 1,75% - 2,25%, lo que hace es prolongar esa conversación. Al apuntar que no ve espacio para bajar más la tasa en lo que resta del año – que es el debate del momento – ahí se ciñe a las reglas vigentes. Cuando Lorie Logan de la FED de Dallas aconseja cambiar de instrumento – reemplazar la tasa de fed funds por la de los pases tripartitos – no participa de la discusión circunstancial. Mucho menos alega que las tasas deban bajar o subir. Es todo lo contrario cuando el enviado de Trump, el flamante gobernador Stephen Miran, el único disidente de la última reunión, despliega una prolija metodología basada en la regla de Taylor que conduce a recomendar tasas entre 2% y 2,5%. Lo suyo no es perfeccionar el esquema analítico. Su propósito es impulsar una baja drástica de tasas. Miran afirma así que la tasa de interés neutral es cercana a 1,1%, y no 3% como estima la FED. En consecuencia, la política es restrictiva en exceso.
Cuando la FED reducía las tasas el año pasado, en el tramo final de la Administración Biden, su posición era, curiosamente, la opuesta. Miran, como Trump, tiene otras urgencias. Ansía que las tasas se precipiten rápido. ATrump lo urge apuntalar su plan MAGA (Make America Great Again). En cambio, si se compran los argumentos de Miran al pie de la letra, la baja de tasas es procedente porque las Trumponomics harán una América más envejecida y pequeña. Lo importante de entender acá es que Miran es un llanero solitario dentro de la FED. Una aberración aislada. No definirá sus próximos pasos. No, de momento.
De momento es Powell quien sigue cortando el bacalao. La disciplina del banco central no se resquebrajó. Hay unidad en la diversidad, gracias, eso sí, a su liderazgo firme pero flexible. Cuando hablan 14 voces de las 19 que vierten opinión en el mapa de puntos, y se revelan posturas muy distintas, conviene escucharlo al gran jefe para no marearse. Los riesgos hoy son de doble filo, dice. No hay decisión que no entrañe peligro. Es una situación desafiante, con los riesgos de inflación en alza y los del desempleo también. En ese contexto, la FED, remata, no se ató a ningún sendero pre-determinado. ¿Que el mapa de puntos sugiere que existe quórum para proceder a dos recortes de tasa antes de fin de año? Sí. Y quedan dos reuniones como para que ambas tengan premio. Pero las medidas se tomarán reunión a reunión. Mantener las tasas en julio, con el diario del lunes, estuvo bien. Bajarlas este mes también. Ya se verá que es lo adecuado en octubre.
¿Será que los halcones ganaron predicamento? Tampoco. Elevaron, sí, su tono de voz. Y se los escuchó con nitidez. Ya hicieron su contribución dándole la venia al recorte precautorio de dos semanas atrás. Pero, no están convencidos de repetir. Citamos a Bostic, a quien le preocupa que la inflación haya desbordado la meta los últimos cuatro años y medio. Y quien le bajó la persiana a nuevas bajas hasta 2026. Alberto Musalem, de la FED de Saint Louis, ve muy poco margen para insistir, por las mismas razones. Austan Goolsbee, de la FED de Chicago, piensa igual. La inflación es demasiado elevada, sostiene Beth Hammack, de la FED de Cleveland, quien como Musalem, votará en octubre y diciembre. Si Hammack no es el funcionario que quiere subir la tasa antes de fin de año, le pasa raspando. Cuando menciona que el desvío de la inflación con respecto a la meta es mayor que la brecha de desempleo – inexistente hoy con la economía en plena ocupación – rescata una verdad evidente. ¿Será que la baja de tasas prevista para octubre choca así con una seria oposición? Sí. ¿Podrá sortearla? Probablemente. Pero habrá que afilar más la discusión.
¿Dónde están los defensores de otra rebaja? En el mapa de puntos son amplia mayoría. Doce de las 19 cruces. Nueve de ellas, apoyan dos recortes. Y Miran, se sabe, es una ametralladora. La gobernadora Michelle Bowman fue esta semana la voz del ala bajista. La FED debe repetir el guadañazo y actuar de forma decisiva, dijo. Le preocupa sobremanera que la FED corra por detrás de la curva del mercado de trabajo. Pero, señala Hammack, ¿la economía no está en pleno empleo, acaso? Sí, pero el mercado laboral comenzó ya a enfriarse. De ahí, la baja de tasas preventiva. La dinámica puede llevar el mercado de trabajo “a una fase precaria, y existe el peligro de que un shock lo empuje a un deterioro súbito y significativo”. Y un retoque de tasas aislado no da seguridades de despejar esa amenaza. Por último, hay que considerar el factor clave. La FED es más sensible hoy a esa brecha laboral potencial que a la inflación en exceso. Lo prueba que proyecta un sendero de tasas de interés más bajas (aunque no se haya atado a él, Powell dixit) en paralelo a una inflación que alcanzará la meta de 2% recién en 2028. Otra merma de tasas en octubre, por lo tanto, sigue siendo el escenario más probable.
No obstante, el mensaje oficial es que el recorte – que los futuros descuentan, aunque ahora un poco menos – no está garantizado. La data tendrá la última palabra. Y los bonos, la penúltima. Desde que la FED retomó la poda, las tasas largas dejaron de caer, tras una fugaz zambullida por debajo de 4%. La tasa de diez años cerró el viernes en 4,16% a pesar del bálsamo de la inflación de agosto – medida por el deflactor del consumo – que no trajo sorpresas. Pero Trump en persona sí trajo una avalancha de nuevos aranceles. El dólar se apreció frente a las divisas internacionales reflejando las dudas que despertó el gran desfile de oradores. La Bolsa aprovechó para tomarse un respiro. Fue su primera semana en rojo en un mes. Pero falta otro mes para madurar la definición, quizás con un cierre parcial del gobierno en el medio. ¿Tendremos un apagón informativo? ¿Se podrá conocer el informe de empleo de septiembre este viernes? Un “shutdown” que se prolongue le quitará bríos a la actividad y al gasto. La baja de tasas debe verse como una decisión basada en la gestión de riesgos, dijo Powell. La incertidumbre que la agenda política fogonea con entusiasmo puede llevarlo a insistir con la baja de tasas – a extender la póliza de seguros – con la misma lógica, para eludir los mayores peligros.
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