21 de enero 2024 - 11:51

La economía no registrada concentra el 60% de los empleos en el mundo

Un estudio advirtió que los hijos de estos trabajadores están predestinados a seguir los mismos pasos.

La OCDE recomendó ampliar la protección social y crear más oportunidades de formación. 

La OCDE recomendó ampliar la protección social y crear más oportunidades de formación. 

Pixabay

Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicado pocos días atrás, seis de cada diez trabajadores operan hoy al margen de la legalidad a nivel mundial. La mayoría de ellos está en países con economías en desarrollo y emergentes.

Algo peor hacia el futuro que remarca el informe es que los hijos de esos trabajadores están predestinados a seguir los mismos pasos. Solo un refuerzo del escudo social y la implementación de políticas para el desarrollo de las competencias podrían acabar con este círculo vicioso, según advirtió el organismo.

En el documento, que tiene 166 páginas se titula Romper los círculos viciosos del empleo informal y el trabajo mal pago, la OCDE –que agrupa a 38 países, en su mayoría naciones industrializadas– sostiene que las personas que tienen un trabajo informal representan el 60% de la mano de obra mundial.

Malo: el trabajo informal creció al 33,8% en el tercer trimestre
En la mayoría de los casos quienes tienen un empleo informal no terminaron el segundo nivel educativo.

En la mayoría de los casos quienes tienen un empleo informal no terminaron el segundo nivel educativo.

Según la definición de empleo informal, se incluye en ese grupo a quienes están dentro de la economía sumergida, un nicho de trabajadores entre los que los peor pagos tienen más probabilidades de caer en la pobreza, y de tener dificultades relacionadas con la salud y la vejez (no solo ellos, sino también todos los integrantes de sus hogares).

En esta línea, el documento advierte de que resulta “extremadamente infrecuente” que los trabajadores que están en esta situación cambien de lado y pasen a tener un empleo regulado (o formal). Y advierte sobre las condiciones negativas que tiene en muchos casos este trasvase. “Incluso cuando se producen estas transiciones, eso no se traduce necesariamente en una mejora de los ingresos de los trabajadores más pobres”, apunta el texto.

Empleo informal: el nivel educativo

Según el análisis, cerca de 45% terminó, como mucho, el ciclo primario –mientras que, entre quienes tienen un empleo formal solo el 7% está en ese grupo–. Es un déficit que les impide acceder a puestos regulados con mayores retribuciones. “Esto dificulta la adopción de nuevas tecnologías y la productividad, perpetuando el empleo informal y manteniendo un círculo vicioso intrageneracional de informalidad”, agrega.

“Esto se debe a que su asistencia a la escuela a partir del nivel primario es menor que la de otros niños”, explica el texto, porque sus padres “dedican menos recursos financieros y menos tiempo a su educación”. De allí que las transiciones de la escuela al trabajo “son más largas e inciertas para ellos”.

Empleo informal: qué estrategias deben llevar adelante los países para combatirlo

Junto con una radiografía del empleo precario en el mundo, el informe de la OCDE detalla en qué herramientas o estrategias deberían centrarse los países para atajar esta realidad. Y ahonda especialmente en dos: el refuerzo del escudo social y las políticas para el desarrollo de competencias.

Es posible ampliar la protección social a los trabajadores de la economía informal “con una combinación de regímenes contributivos y no contributivos” y con la “movilización de ingresos adicionales [...] mediante el refuerzo del cumplimiento y la aplicación de las obligaciones fiscales, de forma que no se incremente desproporcionadamente el coste de la formalización”.

De acuerdo con las políticas de desarrollo de competencias, el organismo internacional considera fundamental “crear más oportunidades específicas de formación [...] y programas públicos de desarrollo de competencias adaptados a sus necesidades”. Esto es, a través de vías de reconocimiento de las competencias adquiridas en el trabajo informal.

El texto concluye que los responsables políticos deben reconocer que “algunos trabajadores nunca podrán abandonar los empleos informales mal remunerados”, y, por ello, deben enfrentar esta doble carga a partir de “políticas de remuneración que aborden la desigualdad”, como el establecimiento “de salarios mínimos efectivos” y de “medidas para mejorar el poder de negociación de estos trabajadores”.

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