Tal vez la mejor prueba de que la suba del miércoles no tenía ningún motivo real de importancia, fue el desplome de ayer cuando el Dow bajó 1,28% a 10.281,1 puntos, perdiendo todo lo ganado (y hasta un poco más en los casos del NASDAQ y el S&P 500) en la rueda anterior. Lo curioso es que las noticias que más se esgrimieron para justificar el derrumbe tuvieron de alguna manera más de positivo que de negativo. Es cierto que el mercado arrancó y se mantuvo prácticamente neutral durante la primera hora de operaciones, pero incluso esto resultaba difícil de justificar, cuando dos tercios de las cotizantes que habían presentado balances antes del inicio superaban las perspectivas de ganancias. Incluso Pfizer y eBay, para algunos los dos papeles responsables de malhumor general, habían ganado más de lo esperado. El par de reportes macro que se difundió por la mañana pasó sin pena ni gloria entre los accionistas, lo mismo que las muchas disertaciones de los integrantes de la Fed, aunque sí alcanzaron para apuntalar ligeramente los bonos del Tesoro (la tasa a 10 años bajó a 4,459% en tanto el dólar trepó a 115,53 yenes y u$s 1,1955 por euro) . Pero es claro que los ánimos entre quienes invierten en Bolsa no eran de lo mejor. Tan es así que incluso el nuevo derrumbe del precio del petróleo (cayó 4,1% a u$s 60,02 por barril, y siguió bajando luego del cierre oficial) sólo sirvió para hundir más al mercado. No por nada los sectores energético, farmacéutico y tecnológico fueron los que lideraron las bajas. Como en la jornada previa, hubo mucho "olor a operaciones en descubierto". Con un poco de suerte hoy volveríamos a la normalidad. Mucho cuidado.
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