Cuanto más insisten en que «todo ya pasó», menos parecen creerlo los intervinientes de mercados bursátiles, que son los que colocan el vital elemento -dinero o activos-, por encima de la dialéctica. Hay excesos de mensajes y palabras, pero con grandes lunares operativos por el abastecimiento de órdenes de compra, que menguan de inmediato. La última rueda trajo consigo un conjunto muy matizado de índices relacionados entre sí, como que el Dow Jones pudo sumar 0,5% positivo. Pero el Bovespa se vio acaso nublado por problemáticas internas y actuó en contra: con 1,2% de baja.
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El Merval asumió dirección alineada con el Dow, logrando cerrar el período con 0,7%, casi, de mejoría, pero con un volumen en descenso y que no alcanzó los $ 79 millones de efectivo, repitiendo la figura descoordinada de estar los dos medidores de actividad actuando en rumbos opuestos, dando más sensación de flojedad en el fondo del mercado que una imagen de propender a consolidar los repuntes. Un mínimo de 2.245 puntos, máximo de 2.270 y un cierre que quedó en los 2.262 resultaron expresión desvaída para adjudicarle entusiasmo al ambiente, o firmeza de andar.
Con cuentas más aplastadas que el día final, porque al hacer el cotejo entre los extremos del período se encuentran un Dow y un Bovespa con apenas 0,2% de alza, mientras que el Merval dejó un signo contrario, con descenso de casi 0,7%. Sumamente trabado el ritmo, con cortes permanentes y cambios bruscos de tono dentro del mismo día. Hay que destacar como figuras a un sector y papeles que no son de los líderes, pero que sumaron en buena forma: los molinos Semino y Morixe.
El primero de ellos cerró su actuación el viernes con más de 11% de incremento. Segunda, Morixe, con más de 7%, y ya hay quienes se preguntan: ¿vendrán los brasileños?. No dejó casi nada para la discusión el desempeño de la semana, solamente el tema de Alpargatas y algún movimiento particular. Y la Bolsa, adormilada.
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