Nos gustaría poder decir (y no es cuestión de "política") que el discurso sobre el Estado de la Unión que en apenas horas dirigirá el presidente Bush a las dos cámaras del Congreso fue precedido con una ola de optimismo por parte de los inversores.
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La realidad, sin embargo, es otra y 0,7 por ciento que retrocedió el Promedio Industrial al cerrar en 12.477,16 puntos nos coloca a un tris (0,11%) de empezar a movernos con un mercado perdedor para lo que va del año. Sin noticias económicas de relevancia con qué justificar la baja, hay quienes achacaron la falta de optimismo al desilusionante balance de Motorola disparando la quinta merma consecutiva del mercado electrónico (encolumnándose así detrás de Intel, IBM, Apple, etc.), y en menor medida al retroceso de las acciones de Boeing (con el petróleo trepando casi 3% en la apertura, pero cerrando 1,7% abajo en u$s 51,13 por barril, se habla de demoras en la entrega de aviones).
Es cierto que de venir ganando 3,9% el martes pasado, hoy el sector tecnológico (como grupo del S&P500) se mueve del lado perdedor, pero de todas formas esto no explica por qué el Dow acumula cuatro sesiones seguidas en baja, ni por qué la de ayer fue su mayor caída desde el 27 de noviembre pasado.
Podríamos argumentar que, dado que los balances son lo que aparentemente más están castigando al mercado, la expectativa de sus resultados estaría sobredimensionada; pero en los dos últimos meses las proyecciones del incremento de las ganancias de los analistas -para el actual trimestre- fueron reducidas de 7,8% a 6,1%. Cuesta entonces suponer que estemos frente a un mercado "sobreoptimista".
La verdadera causa del malhumor debiera ser entonces otra (ayer los diez sectores en que se divide al S&P 500 cerraron en baja y por cada papel en suba dos quedaron en baja, es decir que fue una baja "general del mercado"). Hasta no saberlo, muchísimo cuidado.
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