Periodista: Estados Unidos arde como en los años sesenta. La violencia ganó las calles. Todas, salvo una: Wall Street. La Bolsa sube. Un día, sí, y el otro, también. Trepa, no se agita. Nada más lejos que una manifestación de protesta.
Diálogos de Wall Street
Después de la pandemia y la reyerta con China por Hong Kong, estalló la violencia racial en los EE.UU. ¿Qué hará la Bolsa? Gordon Gekko responde.
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Gordon Gekko: Le parecerá extraño, pero era el comportamiento esperable. Es el guión usual en estos casos, y no una desviación sorpresiva.
P.: La Bolsa no tiene conciencia, dice Jim Cramer, administrador de fondos y comentarista de CNBC. “Nadie invierte para hacer del mundo un lugar mejor”, rezonga. Aun así, Wall Street, ¿no debería preocuparse por el trasfondo que asoma? Violencia, saqueos, destrucción por doquier.
G.G.: Por razones así, muchos países verían redoblarse su prima de riesgo. Y sufrirían una salida apurada de capitales. Los mercados quizás no tengan conciencia social, pero tampoco comen vidrio.
P.: ¿Y entonces?
G.G.: Mire, los récords de Wall Street datan del 19 de febrero. A esa altura, el coronavirus ya se había desplegado en Wuhan y tenía a China contra las cuerdas, y, sin embargo, las acciones escalaban igual. Sabían que la enfermedad existía y que podía convertirse en una pandemia. Juzgaron que no sería el caso.
P.: Y se equivocaron.
G.G.: No son infalibles. No arbitran sobre seguro, toman riesgos cuando hacen estos cálculos. En los últimos treinta años hubo muchas epidemias -Sars, Mers, gripe A, zika, ébola- y no habían llegado a mayores. Pero esta vez fue diferente, como bien hoy sabemos. Cuando la Bolsa se dio cuenta del error, lo pagó caro. Tuvo que realizar un aterrizaje forzoso.
P.: De los récords al mercado bear mediaron sólo 22 días. Un récord, valga la redundancia.
G.G.: De velocidad.
P.: ¿Será que este río de violencia que estalla en tantas ciudades puede convertirse en una epidemia que obligue a desarmar el rally en curso?
G.G.: Con el presidente Trump echándole nafta al fuego es una hipótesis aún más factible. ¿Puede ocurrir? Sí. ¿Pienso que va a suceder? No.
P.: ¿No se descubre una dimensión de riesgo-país en los Estados Unidos que habíamos pasado por alto? ¿Debería reflejarse en las cotizaciones? No hablamos de conciencia social, sino de dinero y rentabilidad privada, ¿qué tan bueno y promisorio es el clima de negocios? Es la misma pregunta que un inversor se haría si la trifulca ocurriese en un país centroamericano.
G.G.: ¿Estas protestas son la excepción o la (nueva) regla? Rige la ley y el orden, ¿o entramos a una nueva era donde mandarán el descontrol, la destrucción y los saqueos? No es la primera vez que explota la violencia racial, a decir verdad. Es un subyacente que es fácil de advertir. Y ahora se le soltó la correa. La Bolsa si mira la historia (como hizo con la epidemia) dirá que son hechos lamentables, pero que no alteran el trasfondo de economía. Es un episodio grave, pero puntual. Y se puede equivocar, claro, pero lo va a relativizar. ¿Surgirá una prima de riesgo? ¿Dónde? La Bolsa sube. ¿Qué pasa con los bonos? ¿O con el dólar?
P.: No pasa nada. Leo un titular en un portal de internet, sardónico: “Policías muertos, tiendas saqueadas, ciudades incendiadas, hay que comprar acciones”.
G.G.: Puede sumar el coronavirus, si quiere. El daño de la pandemia, la confrontación con China. Le guste o no, así son los mercados. Equivocados o no, fijan siempre una posición. Pero si cometen un error, pierda cuidado, las factura les llegan y son rápidos como ninguno para pagarla.
P.: Cuando no la factura levanta la Fed.
G.G.: En el largo plazo, no hay Fed que valga. No se confunda tampoco. Japón estrenó el QE, la expansión cuantitativa, en 2001. Probó con tasas cero, por debajo de cero, multiplicó la base monetaria varias veces, innovó con la variante de controlar la pendiente de la curva de rendimientos. Hizo todo. Pero el Nikkei no volvió nunca a cotizar al nivel del 29 de diciembre de 1989. Rozó entonces los 39 mil puntos, y hoy no llega a los 23 mil.
P.: ¿Cree que la Bolsa se podrá desligar por completo de lo que ocurre en las calles? ¿O tendrá que desacelerar su marcha hasta que aclare?
G.G.: Hay elecciones en noviembre. La Bolsa puede ignorar las protestas; los votantes, no. Y la Bolsa les va a prestar atención a los resultados. Nunca le son indiferentes. Así que tampoco está dicha la última palabra.
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