Wall Street: maquinaria de las IPO vuelve a atraer a inversores
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Las Ofertas Públicas Iniciales (IPO, por sus siglas en inglés) parecen haber recobrado protagonismo. En lo que va de junio, las empresas han conseguido unos u$s12.000 millones en IPO en los mercados estadounidenses. El dato central es que esa cifra representa cerca de la mitad de los fondos captados en todo el primer semestre de 2020.
Luego de meses de completa parálisis, las compañías que abrieron su capital en la Bolsa parecen no interesarse por los riesgos asociados al coronavirus, ni la débil demanda global. Por otro lado, los inversores apuntan -nuevamente- a ganar exposición en diferentes sectores y productos que prometen una rentabilidad atractiva. Para muchos, se trata de una “ventana de oportunidad” generada a partir del repunte del mercado bursátil junto a la necesidad imperiosa de fondearse que tienen ciertas compañías. Todo ello, claro está, incentivado por tasas de interés que se encuentran en niveles mínimos inéditos.
A la vista está que desde marzo, cuando el pánico generado por la pandemia sacudió al mercado, las Bolsas estadounidenses experimentaron una recuperación sin precedentes en tiempo y forma. En el caso de las IPO, las expectativas del mercado influyeron directamente sobre el precio de salida pública. Eso conecta directamente con que las empresas comienzan, una vez más, a ver favorablemente al mercado de acciones. De hecho, ya en mayo, una serie de pequeñas firmas salieron de forma exitosa al mercado, lo cual generó interés de inversores institucionales y rompió el hielo para el futuro debut de muchas otras compañías.
Con las tasas de interés a niveles inéditos, la amplia liquidez del mercado actúa como “correa de transmisión” y se suma a inversores que buscan mayores retornos en medio de la alta volatilidad y de una economía débil, pero con rendimientos sectoriales heterogéneos. Son los propios inversores quienes señalan que “con este nivel de tasa no hay otra opción”.
Ejemplo de ello pueden ser firmas como Zoominfo (ScuS), Albertsons (supermercados), que abren su capital para sanear su estructura de capital, u otras, como Vroom (marketplace), que procuran acelerar el crecimiento tanto orgánicamente como a través de adquisiciones. Así, las IPO responden a la necesidad de obtención de recursos y, especialmente, en tiempos de crisis, cuando los inversores se vuelven más conservadores. O se supone que debieran serlo.
Tras un parate total en la segunda parte de marzo, ya parece haber pasado lo peor. Para muchas empresas, la inyección de liquidez y la prospectiva de que todo pude ser un poco “menos malo”, parece constituirse en una invitación para ponerse en marcha. Con un mercado bursátil favorable, políticas monetarias que generan liquidez y empresas con necesidad de fondearse, el contexto actual vuelve a ser favorable, por más que se trate de la plaza financiera más importante del planeta. Por supuesto quedará la pregunta: ¿cuánta rentabilidad podrán obtener estas nuevas compañías? O quizás esta otra: ¿estarán todas preparadas para afrontar el nuevo desafío que significa un paradigma económico nacido al calor del Covid-19?
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