- ámbito
- Edición Impresa
¿Adiós al estrés de los inversores?
No hay elefantes en el bazar (y, por lo dicho, es una fortaleza, no un bazar). Es más, si se les aporta una moneda de capital -3.500 millones de euros, o medio centésimo de la asistencia de liquidez que concede el Banco Central Europeo-, también los siete potenciales desdichados saldrían a flote. Y, qué sorpresa reconfortante, eso es lo que ocurrirá. Los dos bancos en cuestión -el Hypo alemán y el ATEBank griego- son de mayoría estatal y, por ende, si falta capital, se sabe quién lo pone. ¿Riesgo de corrida? Cero. De las cinco cajas españolas, una de ellas -CajaSur- ya fue absorbida por el banco BBK (y la fusión satisface las exigencias). Que conste: fue incluida para hacer bulto. Otra caja -la fusión fría Banca Cívica- también reveló cómo cierra su brecha: desembarcará allí el fondo JC Flowers (gracias a la ley Lorca que impulsó el Gobierno de Zapatero). Lo esperable es que las restantes no tarden mucho en mostrar sus soluciones. Y se sabe que España cuenta con el FROB, un fondo estatal con recursos (99 mil millones de euros, de los que usó menos de 11 mil millones) para sellar cualquier fisura remanente.
¿La conclusión que entregan las pruebas de estrés? La casa está en orden. ¿Es creíble? Eso es otro precio. Los exámenes de resistencia -cuando sus resultados se difunden públicamente- se realizan para que sean aprobados. Las autoridades deciden todo, desde su contenido específico hasta los parámetros de su aprobación. Son los jueces de la prueba. Pero también son parte interesada: como responsables de la estabilidad sistémica, necesitan de la aprobación tanto como los propios examinados. No cabe duda de que la iniciativa podría servir, pari passu, para reforzar la capitalización de la banca. Sin embargo, Europa no enfatizó ese aspecto. La idea era más básica: expedir una credencial oficial que demostrase la solidez del sistema tal como está. Y se entiende que no son exámenes imparciales, sino pruebas diagramadas ex profeso para ser superadas. Así lo fueron en los EE.UU. Por eso su metodología precisa siempre se difunde junto con los resultados, nunca antes. ¿Qué se diría de un concurso en el que las bases se conocen al mismo momento que los ganadores?
Sin una capitalización importante en paralelo, los rigores evaluados debieron acotarse. Aun así, el escenario adverso contemplado supone una adversidad considerable. Pero es evidente que si Grecia sucumbe, no serán solo dos bancos y las cinco cajas los que no darán la talla. Más aún, si Europa enfrenta una crisis como la simulada, grave pero no terminal, la devastación será muchísimo peor. Y otra vez habrá que inyectar toneladas de recursos. El ardid al que apelan los supervisores bancarios -castigar las carteras de bonos soberanos disponibles para la venta, pero no las tenencias en cuentas de inversión- sólo sirve en el papel. Lehman no quebró por carecer de capital regulatorio. No hubo que rescatar a Bear Stearns, a Fannie Mae o a Freddie Mac porque agotaron primero su capital contable. En tiempos de crisis feroz, no son los asientos de la contabilidad los que definen o no una catástrofe. Es la destrucción del valor del capital, tal como lo perciben los mercados, lo que provoca la asfixia. ¿Sería acaso una solución definitiva para protegerse de una crisis de la deuda pública que los bancos transfiriesen todas sus posiciones a una cuenta de inversión renunciando a los avatares de la compraventa? Es obvio que no. Pero eso supone la metodología empleada. No se hizo lo mismo en EE.UU. Allí se rasuró toda la exposición a los activos problemáticos. La austeridad europea, la falta de voluntad de capitalizar nuevamente a los bancos obligaron a este pobre rodeo. La idea de utilizar la Facilidad Europea de Estabilización Financiera se volatilizó tan rápido como fue (informalmente) propuesta.
Conociendo sus limitaciones, ¿qué tan creíbles son las pruebas? Tan creíbles como lo sea la afirmación de que ni Grecia ni nadie morderán el polvo de una reestructuración traumática. Mientras así sea, el escenario adverso es un marco apropiado. Y, quiérase o no, éstas son las condiciones en vigencia en la actualidad (en mayo pasado, Grecia era un muerto en vida; en mayo próximo, quién sabe). ¿Quiere decir que el truco funcionará? La respuesta tentativa es sí. De la misma manera que el paquete de rescate a Grecia, el mecanismo europeo de estabilización y las compras de bonos soberanos por parte del BCE. No resuelven ningún problema de fondo -en esa línea, los exámenes no mejorarán sustancialmente la capitalización de la banca-, pero proveen un paraguas de tiempo que se extiende con facilidad (ya es una verdadera tienda de campaña). Y uno observa, no sin sorpresa, cómo las objeciones que parecían de roca, se disuelven pacíficamente a medida que el tiempo transcurre. Vista así, la crisis europea fue más un error de política que el fruto de una preocupación sesuda de los mercados. Si las autoridades no zarandean el árbol, no se desgajan nuevos conflictos. Los problemas están allí, pero no están maduros. No caen por su propio peso. Y por eso, de momento, el enfoque ahorrativo funciona: hubo que comprar pocos bonos soberanos, el mecanismo de estabilización no se estrenó y ahora se ensaya con una radiografía económica -de medio tórax- de la banca.
Dejá tu comentario