En la avenida Pedro de Mendoza, La Boca, se inauguró hace justo un año Proa21, un espacio situado a pocos pasos de la Fundación Proa y dedicado al arte experimental. “Lucio Dorr-Colección de Colecciones”, se llama la instalación ubicada en el primer piso que presenta el curador de la institución, Santiago Bengolea. Al ingresar a la sala se divisan dos paredes tapizadas de cuadros, frente a ellas hay un texto explicativo que cuenta la genealogía de la exposición, creada y diseñada por Lucio Dorr poco antes de su temprana muerte, en 2013, a sus 43 años. La instalación no es un homenaje. Proa21 exhibe una selección de obras realizada por el propio artista para mostrar en el Museo Nacional de Bellas Artes. La muestra de Dorr no se presentó. Tenía adjudicada la sala aledaña al Pabellón de Exposiciones Temporarias, un bello espacio con ventanales que descubrió tapiado el director del Museo de entonces, Guillermo Alonso, quien lo rescató para ofrecer un respiro al espectador. El espacio desapareció cuando Alonso terminó su gestión y, por otra parte, también cayó bajo la picota contratada por Teresa Parodi toda la obra ya terminada del primer piso que tenía hasta los cuadros colgados y se convirtió en escombros.
Proa21 recupera una instalación de Lucio Dorr que nunca se vio
El curador, Santiago Bengolea, presenta una selección de obras como un "cadáver exquisito".
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¿Quién, además del curador Bengolea, iba a recordar la muestra de Lucio Dorr que quedó pendiente? Hoy, llegó finalmente a Proa21. Sin ningún lujo pero digno, el nuevo espacio dedicado a las expresiones contemporáneas y experimentales, rescata el proyecto que el destino adverso había dejado inconcluso. Bengolea cuenta que durante un recorrido por el Museo de Bellas Artes, Dorr se detuvo a ver la Colección Guerrico, miró los cuadros colgados en hileras superpuestas como en el Louvre y, anunció: “Ya tengo la muestra”. Había encontrado el formato en esa antigua colgada y decidió exhibir sus propias obras con la misma disposición. Así seleccionó una serie de serigrafías sobre vidrio, aproximadamente 50 schablones de impresión de distintos formatos. Cada uno de estos dibujos realizado a partir de 1998, es la matriz de una pieza original que proviene del archivo que dejó el artista.
El arte abstracto de Dorr se fusiona con el diseño y establece analogías con las formas de la arquitectura. Nuestro artista supo recorrer la ciudad para fotografiar los ornamentos y las volutas que luego se pliegan y despliegan en sus obras. Sus abstracciones, heredadas en gran medida del movimiento Madí-Arte Concreto Invención, combinan rectas, ángulos y triángulos con sinuosas cintas que se desplazan por toda la muestra. Dorr gestionó durante cinco años el espacio “Duplus”, y a la hora de explicar su arte, expresó: “Todo este complejo desarrollo técnico conceptual en el que intervienen la arquitectura, lo urbano, los métodos de producción ligados a la disciplina proyectual y los conceptos provenientes de diferentes movimientos artísticos en algunos casos, convierten una sensación en objeto”. En 2005, como si adivinara el porvenir, expuso un rojo y brillante cajón mortuorio, en la galería Dabbah Torrejón. Bengolea subraya que “la puesta de los registros en las paredes de Proa21, transforma estos miembros fantasmas en una obra única, en un cadáver exquisito, en una Colección de Colecciones”, como deseaba Dorr.
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