15 de noviembre 2018 - 23:34

Diálogos de Wall Street

Pasaron las elecciones de mitad de período, pero la incertidumbre no nos abandona (y el rally de siempre, esta vez, se hace rogar). Que la economía está muy firme, dice la Fed vigilante. Que la Fed está demasiado dura, reprochan los mercados. ¿Quién tendr

Diálogos de Wall Street
Periodista: Ni Trump arrasó ni fue arrasado. Una cámara para cada partido (o sea, el resultado más habitual de las elecciones de medio término). Pasaron las urnas, pero las dudas quedan...

Gordon Gekko: Y no son políticas. El resultado electoral fue el esperado.

P.: El rally poselectoral de siempre carreteó pero tuvo que volver a tierra. ¿Culpa del petróleo que muchos veían por encima de los 95 dólares y que se disparó, sí, pero como tiro por la culata? El crudo Brent cayó más del 23% en un mes, estrenó un imprevisto mercado bear, y sembró cizaña: ¿será que la economía mundial se debilita a paso agigantado?

G.G.: La respuesta es sí, y no. El derrape del crudo es la excusa para abortar un avance en la Bolsa, que estaba telegrafiado, que tenía el "respaldo" de la historia, pero que careció de convicción de fondo. El inversor no se atreve a ir por más. Se le cayó una coartada, la elección, pero buscó otra. Si no era el barril, podía haber sido el comodín de estos tiempos, la disputa comercial con China.

P.: Un momento. Alto ahí. ¿No me va a negar que hay señales de fatiga en la actividad económica global? Y son novedosas, no es más de lo mismo.

G.G.: Supongo que se refiere a los traspiés de Alemania y Japón.

P.: Correcto. La Fed, a su vez, reconoció la desaceleración de la inversión en vivienda en los EE.UU. La incluyó en su radar en su comunicado más reciente.

G.G.: Esto último persiste a lo largo del año. No diría que constituye una sorpresa. Pero sí la contracción del PBI en Alemania y Japón en el tercer trimestre.

P.: ¿Y a qué se debe? China, por su parte, se desacelera. Estamos hablando de las economías número dos, tres y cuatro del mundo. No es poca cosa.

G.G.: Si usted quiere sume a los EE.UU. que también van a sosegarse desde un nivel insostenible, y muy riesgoso en condiciones de pleno empleo. Japón patinó 1,2% -cuando se aguardaba una caída de 1% por culpa de un sismo y una sucesión de tifones-. Claro que ello acontece tras una expansión previa del 3%. Si uno quiere hilar fino, y si uno necesita una excusa para ser cauteloso, encontrará un retracción de las exportaciones que, en parte, podrían achacarse a una debilidad del comercio internacional y a una menor demanda proveniente de China.

P.: No hubo desastres naturales en Alemania, que yo me haya enterado.

G.G.: Allí la principal perturbación provino de la industria automotriz y de la aplicación de nuevas normas de emisión de gases que afectaron la producción. Es también un fenómeno circunstancial, más que un patrón establecido de demanda agregada declinante. Y si el precio del crudo se desploma la razón más evidente es el exceso de producción. Mire las cifras de Arabia Saudita y verá un salto notable en lo que va de 2018. Que Riyad haya jugueteado con la idea -o al menos, el rumor muy difundido- de que estaba considerando romper el cártel de la OPEP le dio un empujón adicional. El affaire Khashoggi, no se olvide, opera como telón de fondo.

P.: Sabemos que la baja del crudo será un aliciente para los consumidores, que los EE.UU. son un importador neto de crudo todavía, pero la Bolsa suele solidarizarse con la suerte de los productores de energía. En el pasado no ha sido infrecuente que la Bolsa se mueva en tándem con las cotizaciones del crudo. ¿Podría haber comenzado uno de esos períodos?

G.G.: Septiembre fue muy bueno para el crudo y para Wall Street, y octubre fue penoso para ambos. Un exceso de oferta de petróleo es buen motivo para deprimir los precios del barril, pero alentará la actividad económica y el gasto (y los márgenes de las compañías ex energía en Wall Street). La Bolsa podrá sacarle provecho, por qué no, máxime si los inversores se tientan con la estacionalidad propicia de fin de año (y es el escenario hoy más probable).

P.: Para la Fed, que debe lidiar con la amenaza de una inflación en alza a la vuelta de la esquina, la moderación de los costos de energía debería ser un margen extra de confianza en el éxito de su tarea de patrullaje.

G.G.: Hoy (por ayer) se supo que la inflación minorista trepó 0,3% en octubre y 2,5% los últimos doce meses. Los precios de las naftas escalaron 3% en el mes y 16% en el último año. Que se desinflen en noviembre no los va a molestar. En esencia, la inflación núcleo se mantiene calma. Bajó de 2,3% en septiembre a 2,1%.

P.: ¿Piensa que ello puede cambiar los planes del banco central? Los mercados lucen temerosos ante una Fed muy agresiva. Los bonos desconfían del diagnóstico de Jay Powell. No vislumbran una economía tan robusta. La tasa de diez años, que rozó 3,25%, volvió a retozar hoy por debajo de 3,10% y cerró en 3,12%.

G.G.: La Fed ya avisó que tomó nota de la desaceleración de la inversión. Pero no va a cambiar de partitura. En diciembre estamos abonados a la cuarta suba de tasa de interés del año.

Y, a decir verdad, los mercados la tendrían más complicada si la Fed decidiera saltearse el retoque de la tasa. Porque ellos tampoco ven una debilidad inminente, ni nada concreto, contante y sonante. Es una noción conceptual; de tanto apretar, la Fed puede equivocarse y matar al paciente. Que la Fed frene de golpe los alteraría; que diga, en cambio, que se toma más tiempo para continuar con la tarea de contención, eso es lo que les gustaría escuchar.

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