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El peor debut: rebelión del interior acecha a Kirchner

Cristina de Kirchner y Daniel Scioli, en 2007, durante un acto en Bahía Blanca con Cristian Breitestein que con Pablo Bruera y Gustavo Pulti rechazan ser candidatos testimoniales.
No es una súplica. La negativa a imprimir sus nombres en las boletas K esconde, como último y desesperado recurso, una acechanza: la presión excesiva por parte de Kirchner podría derivar en el abandono del kirchnerismo por parte de los tres alcaldes.
El portazo no es el plan A. Breitestein, Bruera y Pulti quieren evitar una ruptura con el Gobierno pero, en simultáneo, coinciden en que no pueden «inmolarse».
Por eso, Pérez escuchará a los alcaldes pedir que les quiten la presión de competir el 28 de junio y les permitan anotar listas espejo para que sus concejales vayan por el FpV colgados de Kirchner pero, en paralelo, figuren en una boleta propia vecinal. Ese formato no le simpatiza a Kirchner que, por el contrario, prefiere habilitar colectoras para sumar por varias ventanillas votos para su candidatura. La alternativa podría ser aceptada por los intendentes, en tanto puedan llevar sus propias listas locales.
La insistencia, vía Pérez y Scioli, de que sean candidatos abriría la puerta para un desenlace traumático.
-Si se van, ¿podrían apoyar a otro candidato, por ejemplo, a De Narváez? -le preguntó Ámbito Financiero a uno de los alcaldes díscolos.
-No aparece, ahora, como una posibilidad, pero si nos declaran la guerra, puede pasar cualquier cosa.
El peor debut para el patagónico, a horas de blanquear su postulación en Buenos Aires. Simple: los rebeldes son los tres intendentes más poderosos de la provincia interior, y una hipotética salida del planeta K tendría un enorme costo electoral.
Los datos gritan. El trío díscolo gobierna, con altos índices de respaldo, ciudades que aportan 1,1 millón de votos. Es más: influyen en un universo electoral de casi 2 millones de electores, lo que equivale a cerca del 70% de los votos del interior provincial.
Sin el aporte de los intendentes, los pronósticos para Kirchner se vuelven más sombríos. Una derrota estruendosa en la Buenos Aires rural podría ser irremontable a pesar de una victoria en el conurbano.
Tanto en Bahía Blanca, como en La Plata y Mar del Plata, Kirchner aparece relegado detrás de Francisco de Narváez. En el Sur, aparece en tercer lugar, a 25 puntos del PJ disidente. En las otras dos ciudades, la distancia se acorta: está 10 puntos debajo.
Los números del ex presidente transitan una dimensión escandalosamente diferente de la de los alcaldes que superan, en los tres casos, el 50% de imagen positiva cuando el patagónico araña el 20%, con picos negativos del 12% en Bahía Blanca.
No es casual que Kirchner haya sondeado la alternativa de que Breitestein y Pulti encabecen las listas de legisladores provinciales. Los dos se negaron. El bahiense le maileó una encuesta a Sergio Massa: el 86% se opone a que el intendente sea candidato testimonial.
El marplatense, en tanto, todavía no aceptó colgar su lista vecinal a la del oficialismo. A dúo, Scioli -que en 2007 lo rescató de los brazos de Roberto Lavagna- y Florencio Randazzo fueron encomendados para convencerlo.
Bruera, a su vez, avisó hace tiempo que su hermano Gabriel irá como candidato a primer diputado para que el apellido arrastre votos. Pero pide que le dejen competir, al margen, con lista vecinal. Desde Olivos, se indicó que no permitirán esos recursos.
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