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El rugby argentino blanquea situación
Los puntos salientes en el anuncio posterior a esa reunión, decían que «los reglamentos referentes al amateurismo deberán ser entonces repelidos tras la adopción de las nuevas reglas.»
«Tras ser repelidos los reglamentos amateurs, el rugby se convertirá en un deporte abierto y no habrá prohibición de pago, o provisión de otro bien material o beneficio para cualquier persona involucrada en el juego. También se convino que: a) se pueden realizar pagos en cualquier nivel de participación; b) no debería haber un techo de pagos impuesto por el IRB; y c) no está prohibido el pago por resultado.»
«Los reglamentos serán permisivos en naturaleza y no mandatarios. Cualquier unión en membresía podrá poner en funcionamiento reglamentaciones que sean más restrictivas».
Argentina, irónicamente jun-to a Francia -cultor del dinero en el rugby pero en forma encubierta y país al que no le convenía blanquear esa situación- e Irlanda votaron por mantener el status quo.
Se había creado SANZAR anunciando un contrato de 550 millones de dólares por un torneo provincial (Súper 12) y otro internacional (Tres Naciones). Ingleses y galeses cobraban encubiertamente; en Francia e Italia era todo mas abierto. El rugby comercial era evidente.
Hasta en nuestro país había jugadores que hacían sus pretemporadas -pagas- jugando partidos invitación en Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Los botines Adidas eran moneda de cambio y Hugo Porta llegó a enseñar a patear en una serie de notas en diarios, todo financiado por Adidas. Nuestro rugby amateur excluía a unos pocos que se beneficiaban.
Mientras Argentina miraba a la distancia, Europa se inclinó por un modelo en el que los clubes pasaron a tener dueño y así contratar a los jugadores. El Hemisferio Sur optó por ser las uniones nacionales las que generaban contratos centrales.
En 1996, con el desembarco de Luis Gradín en la Unión Argentina de Rugby se buscaron cambios. Los viáticos de Los Pumas pasaron a ser 200 dólares diarios en gira y aparecieron los sponsors en las camisetas. Ya para el arranque de la década pasada, los internacionales en el país cobraban viáticos por su preparación y había un canon no despreciable por test jugado. En un rugby amateur, ningún jugador devolvió el dinero amparándose en un principio altruista y amateurista.
La misma UAR debió disfrazar de distintas formas el pago a sus jugadores. El viernes a las 9 y 10 de la noche, la misma UAR anunció que, tras todos estos años de profesionalismo global, diez jugadores serán finalmente contratados en los próximos días. Es histórico por ser el momento en que el rugby argentino blanquea, finalmente, una situación.
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