1931, Berlín. La joven Hedwig Schlichter encarna de modo admirable a la avinagrada Fräulein von Kesten, un personaje 20 años mayor, en el film “Muchachas de uniforme”, fuerte reclamo contra la rigidez prusiana, la incomprensión del dolor adolescente y la intolerancia sexual. Hedwig se luce en el cine y más aún en el teatro, pero es difícil vivir bajo el nazismo. 1936, Viktor Schlichter llega a Buenos Aires con su conjunto Los Bohemios Vieneses, inicia una buena carrera como director de orquesta y compositor en radio y cine, y empieza a llamar a sus hermanas Fritzi, miembro de un grupo vocal femenino, y Hedwig, que al fin huye de los nazis aprovechando el apellido de un fugaz esposo italiano: Crilla.
Emotivo retrato de una maestra de actores, Hedy Crilla
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1940, Hedy Crilla comienza su siembra, como actriz y más que nada como maestra, quebrando viejos vicios teatrales y forjando formas nuevas de actuación.
Cuatro generaciones de intérpretes argentinos se formaron con ella. Algunos tomaron su legado, y así se convirtió en maestra de maestros. En el documental de Luciana Murujosa que ahora vemos la recuerdan, entre otros, Agustín Alezzo, Augusto Fernándes, Pochi Ducasse, Julio Ordano, Eugenio Zanetti, Pepe Novoa. Tocante, ver a Pepe Novoa haciendo para la cámara una suerte de visita guiada por el Teatro Colonial. Allí en los ’50 se asentaron los entusiastas discípulos de Crilla, reunidos bajo el nombre La Máscara, y repelidos por sucesivos gobiernos bajo la sospecha de raros y comunistas.
La historia sigue, con los recuerdos de artistas más jóvenes, su sobrino (a quien cuando niño le dedicó “Aventuras de Andresito”) y especialmente Cora Roca, que fue su alumna, su amiga, y su biógrafa. Y es quien la recuerda mejor, con una anécdota divertida, cuando llega el capítulo final. Esa anécdota pinta a Hedy Crilla de cuerpo entero, y lo hace con humor, admiración y cariño, tal como deben recordarse a los buenos maestros.
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