- ámbito
- Edición Impresa
Esparta gana en Europa
Frente a esa confusión ideológica permítanme recordar que el fascismo fue un derivado del socialismo. Fue Lenin quien al percatarse del fracaso de la economía comunista propuso y escribió la NEP (La Nueva Economía Política), donde escribió: "Los capitalistas están operando entre nosotros. Están operando como ladrones. Hacen ganancias, pero saben cómo hacer las cosas". Igualmente Hayek, en su "Camino de servidumbre", describió claramente las fuentes socialistas del nazismo, que es fascismo a la alemana. Y Ernst Nolte, en su análisis filosófico del fascismo, llegó a la siguiente conclusión: "Fascismo es antimarxismo que pretende destruir al enemigo por la evolución de una opuesta pero relacionada ideología y mediante el uso de casi idénticos pero modificados métodos, siempre , sin embargo, dentro de un inflexible marco de autodeterminación nacional y autonomía".
En el medio de esta confusión ideológica se produjo el triunfo del supuesto líder de la extrema izquierda griega, el Sr. Tsipras en las recientes elecciones en Grecia. Tengo la impresión de que continúa el triunfo de Esparta sobre Atenas y Licurgo y Platón están presentes en un país que enfrenta una deuda de 321.700 millones de euros y alcanza al 175% del PBI. ¿Cuál es la propuesta? ¿Acaso se puede creer que Grecia puede pagar esa deuda? Pero más confuso sigue siendo el hecho que pone de manifiesto la falacia de la izquierda de confundir el fascismo con la derecha. El Sr. Tsipras llegó al poder asociado con el partido de ultraderecha Griegos Independientes, que coincide con la posición de negarse a aceptar la austeridad propuesta por Alemania. Y por supuesto para mayor confusión ideológica Marine Le Pen, la representante del partido nacionalista francés, apoyó el triunfo de Tsypras.
En virtud de estas que considero realidades políticas e ideológicas, el resto Francia, Italia y España y por supuesto Grecia se oponen a las medidas de austeridad propuestas por Alemania. Recientemente Mario Draghi, presidente del BCE, determinó una política de expansión monetaria comprando bonos. Ante esta disyuntiva no sólo existe una diversidad de opinión, sino aparentemente prevalece el nacionalismo tradicional europeo. En primer lugar la causa de ese desequilibrio se ha generado como consecuencia del aumento del gasto público que ha provocado que, con una relativa excepción de Alemania, una deuda, que si bien no alcanza a la de Grecia aparece igualmente impagable. A las pruebas me remito. El gasto público en Francia alcanza el 57% del PBI, en Italia el 50,7%, en Inglaterra el 46,9%, en España el 47,9% y en Alemania el 44,8% (Datos del FMI del año 2012). Según los datos de The Economist, el déficit fiscal de Francia en 2014 alcanzó un 4,4% del PBI, en España el 5,6%, en Italia el 3,0% y por supuesto en Grecia el 4,0%.
Ante esos datos podemos ver que difícilmente la deuda europea pueda ser pagada, y no deberían caber dudas de que la política a seguir a fin de superar el desequilibrio pendiente pasa inexorablemente por la reducción del gasto público. Como bien señaló Milton Friedman y recuerdan los economistas: "Lo que importa no es el déficit, sino el gasto". Esta realidad implica en primer lugar que en la medida en que el gasto público aumenta se reduce la tasa de crecimiento económico. Por tanto, no debiera de haber dudas respecto de que la política a seguir para solucionar la crisis europea pasa inexorablemente por la reducción del gasto. Ese nivel de gasto es el producto del llamado Estado de Bienestar. Y ese Estado de Bienestar, que no es más que el socialismo vía la demagogia democrática de la pretensión de la igualdad económica, es el que ha producido el estado de malestar de la crisis europea. Al respecto podemos ver que hoy el desempleo en Grecia es del 25,8% en España del 23,9%, en Italia del 13,4% y en Francia del 10,3%
El tema pendiente entonces es definir cuál es la política para lograr la reducción del gasto y aun hacer posible el pago de una deuda que no implique la quiebra del sistema bancario. En un reciente artículo, Paul Krugman reconoció el hecho de que en Grecia el proceso de austeridad acordado con el FMI, el BCE y la Comisión Europea ignoró que tendría un efecto negativo sobre el ingreso y el empleo, y que el pueblo griego está pagando el precio de esa delusión de la elite. Pero una vez que aceptamos que la causa de la crisis ha sido el aumento inusitado del gasto público, la pregunta que Krugman no responde es cuál es entonces la política a seguir.
Hoy ya nos encontramos ante el hecho sin precedentes de que el FMI le recomienda a la Unión Europea una mayor inflación para lograr resolver la presente crisis. Hasta hace muy poco toda la política del FMI era lograr el equilibrio monetario, basado en la teoría cuantitativa del dinero, y evitar la inflación. La idea que comparto aparentemente es reducir la deuda pública en términos reales y evitar la quiebra del sistema bancario. Para lograr ese objetivo no hay otra solución que que los países de la Unión Europea salgan del euro y devaluar sus propias monedas.
En lo que se refiere a la necesidad de reducir el gasto, mi propuesta es que no se haga de inmediato en términos nominales. La política a seguir sería reducir los impuestos, cuyo actual nivel implica la violación del derecho de propiedad, y así lograr una mayor inversión y un mayor crecimiento. La reducción de los impuestos al tiempo que se mantiene el nivel del gasto en términos de moneda corriente determinaría un mayor déficit fiscal y la inflación que recomienda el FMI. La consecuencia sería la reducción del gasto y de la deuda en términos reales. A su vez, la mayor tasa de crecimiento determinaría asimismo una reducción del gasto y de la deuda en relación con el PBI.
Logrado ese proceso, en una primera instancia debe ser seguido por una política fiscal adecuada de reducción del Estado en la economía, lo que provocaría una vez más un mayor crecimiento económico en la Unión Europea. Por todo lo dicho anteriormente, es evidente que el problema de Europa no es Grecia, sino la Unión Europea, incluida Alemania, por más que este país en la actualidad es el que presenta un menor desequilibrio, no obstante mantener un gasto público de un 44% del PBI. En función de esa posición relativa, la Sra. Merkel propone la austeridad, a la que se opone toda la izquierda y la llamada derecha europea.
La solución al problema europeo pasa inexorablemente por la decisión de abandonar el socialismo, que como bien dijera Thomas Sowell: "Los fracasos del socialismo son tan evidentes que solamente pueden ser ignorados por los intelectuales". Y yo añadiría y por los políticos, pues es evidente que la demagogia es la que lleva al poder. Así en la supuesta búsqueda de la igualdad se produce la desigualdad política y económica, no como consecuencia del aumento de la rentabilidad del capital, sino de la corrupción que impera en el Estado. Pero no obstante esa realidad hoy aparentemente el libro más popular es "El capitalismo del siglo XXI" escrito por el economista francés Thomas Picketty, donde propone que el aumento de la tasa de retorno del capital determina la reducción de la tasa de crecimiento económico, y consecuentemente una mayor desigualdad económica. Estas propuestas decididamente son populares, pues como dijo Aristóteles, cuidado que los pobres siempre van a ser más que los ricos. La realidad es que cuando cae la rentabilidad del capital se reduce la inversión y consecuentemente la tasa de crecimiento. Es hora de que Europa tome conciencia de que su crisis es la crisis del socialismo.
Dejá tu comentario