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Evasión del productor: ¿cuál es la realidad?
Para llevar a cabo esta acción se forman asociaciones en las que participan distintos actores pero no están integradas por productores genuinos, los cuales no sólo no necesitan de una acción ilegal sino que necesitan -sí o sí, para que su negocio sea rentable- estar impositivamente encuadrados.
En el Cuadro 1 en la primera columna se calcula el ingreso de un productor que no evade y en la segunda columna el ingreso de un «pseudoproductor» que vende por fuera del sistema («en negro») al 10% menos la tonelada de soja.
En el Cuadro 2 efectuamos el análisis de dos posibilidades: venta sin evasión versus venta con evasión en el que podemos observar que si el productor vende «en blanco» obtiene una ganancia de u$s 31,67 por hectárea. Esto también da la posibilidad de poder contar con una carpeta muy atractiva para la solicitud de créditos -ya sea bancarios como para la compra de insumos- que nos solucionaría el problema de liquidez que habitualmente en el campo se tiene por el gran nivel de inversiones.
Como conclusión podemos afirmar que no es verdad, como muchas veces se anuncia con intencionalidad política, que el campo sea evasor. De hecho, con este análisis queda demostrado que tanto para un contratista rural como para el dueño la evasión es un mal negocio.
El contratista tiene un ingreso final de u$s 9,76 por hectárea. En el caso de evadir, el «pseudoproductor» pierde alrededor de u$s 100 por hectárea por el menor ingreso recibido y porque -en definitiva- paga impuestos (IVA) que luego no recupera.
El dueño que siembra su campo tiene un ingreso final de u$s 122,57 por hectárea. Si evadiera, tendría un ingreso de u$s 90,90 por hectárea; es decir, que perdería por esta acción u$s 36,67 por hectárea.
En ambos casos, si en cada venta que hace deposita en una caja de ahorro el 10% menos que se le pagaría con una venta en «negro», al final del ciclo no sólo va a tener el dinero para pagar los impuestos sino que tendrá un sobrante por esta acción.
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