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La compaginación del triunfo en 2011
No es para menos en el caso de Santa Fe, cuyo Gobierno decidió adelantar el acto electoral con respecto al del orden nacional. El ministro de Gobierno y Reforma del Estado, Antonio Bonfatti, anunció que las elecciones para gobernador y legisladores se realizarán en julio, en tanto las internas abiertas se realizarán en mayo.
Las listas, para este último caso, deberán presentarse en febrero, aun cuando existe un pedido de extender ese plazo. Las circunstancias determinan que el descanso político deba posponerse si se quieren obtener renombre y éxito.
Renombre, algo que algunos necesitan imperiosamente como es el caso del intendente de Santa Fe, el radical Mario Barletta, que en las próximas horas lanzará su precandidatura.
Las circunstancias dan cuenta de que hay dirigentes que si quieren alcanzar un puesto de interés en la expectativa política de la sociedad santafesina no tendrán alternativa sino la de trabajar para instalar la imagen en aquellas regiones de la provincia en las que no son conocidos.
Ventajas
Lo cierto es que en esta justa, que ya ha comenzado, hay quienes participan con ventajas que dan los años en la función pública, los mecenas políticos y otras cuestiones de la vida pública. Es el caso del ex gobernador peronista Jorge Obeid, quien sabedor de que su figura puede esperar para lanzarse al ruedo aguarda sin impacientarse el momento oportuno para adoptar determinaciones de relevancia.
En el socialismo popular, por ejemplo, Rubén Giustiniani viaja cómodo en el rédito que le ha dado la senaduría nacional y la acción desplegada en ese cargo. Otro que goza de beneficios es el ministro de Gobierno, Bonfatti, quien además cuenta con la bendición de Hermes Binner.
Pero no todas son ventajas para quienes gozan de conocimiento y reconocimiento, o por lo menos pueden no serlo para los sectores políticos a los que pertenecen. Ha sido ese conocimiento de sus figuras, entre otras razones, las que los han impulsado electoralmente y, si no dirimen inteligentemente las disputas que hoy se ciernen y actúan, todo puede concluir en una derrota impensada para sus corrientes políticas.
Preguntas
Las preguntas que comienzan a efectuarse algunos analistas son, para el caso del Frente: ¿Si hubiera varias listas y obtuviera la victoria el radicalismo, afrontaría con éxito la elección general? Y respecto del peronismo: ¿Puede salir airoso el candidato peronista mejor posicionado (hasta ahora Obeid) si esa fuerza política confluye separadamente?
Hasta ahora, y peligrosamente, en la fuerza con más posibilidades -el Frente Progresista- hay una «guerra fría» entre tres dirigentes, y un cuarto que se mantiene expectante: Rubén Giustiniani, Bonfatti, Barletta y el intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, respectivamente. Lo inteligente sería, se dice en los pasillos del espacio progresista, que se proclamara a quien mejor mide. Pero en política no siempre lo inteligente compagina con lo conveniente, parafraseando al físico de marras.
Hasta ahora, y a favor del Frente, campea cierto desorden (¿pasajero, efímero?) en el peronismo. Pero descansar en ello tampoco compagina con el triunfo.
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