14 de febrero 2012 - 00:00

Les ganó el frío

Enfundados en camperones y debajo de ellos varias capas de ropa, bufandas, gorras y guantes, y alguna que otra frazada tomada prestada del hotel, 70 representantes de la Menores de 19 años del Buenos Aires Cricket & Rugby Club vieron a Francia derrotar a Italia hace 10 días. «Llegamos justo cuando terminaban de cantar los himnos», contaba Florencio Arizio, el entrenador del grupo. «Hacía tanto frío que no queríamos estar sentados en una butaca congelados esperando que empiece el partido». El club deportivo más antiguo del país y seguramente de Sudamérica tuvo como gigante yapa, de una gira exitosa en todo aspecto, la posibilidad de ver un partido del Seis Naciones. Fue en París, donde pudieron cumplir un sueño para la gran mayoría. «Hizo mucho frío, pero el espectáculo y la experiencia vivida por los chicos valieron la pena», confesó Arizio al regresar al país.

Las condiciones climáticas hicieron que el partido no fuera por demás entretenido, pero sí atrapante para un grupo que, en su enorme mayoría, como mucho, había visto jugar a Los Pumas en el país. El fanatismo que acuñaron en ese viaje con amigos y representando a sus colores y, por qué no, su país, tuvo el broche en el Stade de France. Si hubiera sido una semana más tarde y hubiesen ido a ver a Francia jugar contra Irlanda habrían regresado al país con las manos vacías. La vergüenza golpeó al más tradicional de los torneos internacionales de rugby. El Seis Naciones no pudo completar su segunda jornada cuando el referí inglés Dave Pearson, haciendo uso de sus facultades, definió que el estado congelado del campo de juego representaba un riesgo para los jugadores. La sorpresa fue la no previsión de cuidar el campo a sabiendas de que la ola polar no cesaba y que el partido en uno de los estadios mas fríos de Europa empezaría a las 9 de la noche.

El abucheo que resonó por los tres anillos que componen uno de los enormes teatros deportivos del mundo marcó la obvia queja general. No debería ser contra el referí, que tuvo que definir una situación, sino contra la falta de precaución y profesionalismo de parte de quienes organizaron el partido, en este caso el estadio: la Federación Francesa de Rugby y Seis Naciones (hoy una empresa bien constituida). El torneo mueve fortunas, cifras realmente astronómicas. Bajo una fuerte nevisca y el mismo frío polar que afectó al resto de Europa, el 85% del estadio Olímpico de Roma estuvo colmado de hinchas. Se sabe que Roma no es el centro más fuerte del mundo ovalado, pero la magia del Seis Naciones todo lo puede.

Así como los chicos de «Biei» tuvieron suerte y pudieron disfrutar de su partido, quienes viajaron a París a ver este encuentro sólo podrán volver a usar la entrada. Viaje, alojamiento, la ilusión misma; mucho se perdió en la helada noche parisina. Los conflictos que despierta tamaña decisión son múltiples y el dinero involucrado, millonario. Impresiona que en el primerísimo de los mundos no haya habido previsión. Y que jugadores, clubes y, sobre todo, simpatizantes, tengan que sufrir por esto.

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