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“‘Limónov’ es novela pícara más historia del comunismo”
Apostando de nuevo por una novela de no ficción, el autor de «El adversario» regresa a Rusia, un país por el que siente cierta predilección tanto por sus orígenes familiares -su madre proviene de allí- como por ser «fuente de inspiración» y querer «ir más allá de los clichés».
En «Limónov», galardonado en Francia con el Prix des Prix 2011, el Renaudot y el Premio de la Lengua Francesa, ofrece al lector la posibilidad de recorrer los vericuetos de la trayectoria de Eduard Limónov, un poeta y pendenciero en su juventud, disidente, exiliado en Nueva York durante unos años, en los que fue vagabundo. Limónov residió después en París durante un tiempo y apoyó hasta las últimas consecuencias la causa serbia, con imágenes que atestiguan que ametralló el Sarajevo asediado junto a Radovan Karadzic. Más tarde regresó a Moscú, donde creó el Partido Nacional Bolchevique, formado por jóvenes militantes con el cráneo rapado.
Carrère advierte desde el principio que conoce a Limónov, un personaje de no ficción, con quien coincidió en París hace unas décadas, a la vez que lo pudo seguir durante quince días en Moscú con la intención de preparar un artículo sobre él.
El novelista parisino ha reconoció este lunes que al terminar el artícule sabía menos de él que al empezar, pero sí que vio claro que tenía una novela, aunque a la hora de sentarse ante la computadora tuvo problemas con su «héroe», porque estaba escribiendo sobre un «niño malo, travieso, imposible». «Me preguntaba, ¿qué hago yo haciendo esto?».
A lo largo de las casi 400 páginas del libro, publicado por Anagrama, el lector descubrirá a un disidente «quizá más divertido y más rock and roll que los demás, una especie de Jack London ruso», contradictorio y que, a pesar de que desde Occidente se lo haya considerado como una suerte de fascista, en su país es visto por ciertos progresistas como una «esperanza».
A Carrère le ha permitido poder fijar su mirada en los últimos cincuenta años de Rusia, a la vez que pudo reflexionar sobre la condición humana. Sin embargo, advertió que no hay conclusiones en su novela, aunque se nota que hay una oscilación entre lo que siente cuando habla del «chico malo, del chico bueno, del que quiero y del que no quiero en absoluto», pero deberá ser el lector quien se construya su opinión sobre el personaje.
«Lo que no se puede es hacerse un juicio moral», indicó. De todas maneras, no pasó por alto que Limónov se define como «patológicamente honesto» y «es verdad que no es mentiroso», pero también dejó claro que no escribió una biografía al uso y, por tanto, no ha comprobado la veracidad de todo lo que cuenta este hombre sobre sí mismo. Respecto a si el político ruso conoce la obra, Carrère dijo que sí, pero que no quería hacer comentarios. «Me dijo que quizá me los haría un día u otro o quizá nunca. Lo que sí dijo es que había resucitado de alguna manera, porque como escritor estaba muerto y ahora fue redescubierto».
El escritor francés, además, bromeó con que cualquier cosa que aparece escrita sobre el libro lo cuelga en una página web con lo que «seguro que después estarán escribiendo para el Partido Nacional Bolchevique», dijo mirando a los periodistas.
En cuanto a su aparición como personaje en los últimos libros que ha escrito, Emmanuel Carrère señaló que espera que no sea por narcisismo y sí por honestidad. «El interés novelesco del libro tiene que ver con el contrapunto que puedo ser yo, un intelectual, burgués y tranquilo a priori».
Aunque ya está pensando en un nuevo título, no quiso avanzar sobre qué va, aunque sí dijo que será otra novela de no ficción, un género con el que se siente «muy a gusto».
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